sábado, 24 de abril de 2010

Luego de poco más de un año de búsqueda, encontramos dos ex votos del Señor del Hospital de Salamanca

Esta fotografía de un retablo elaborado en 1940 del Señor del Hospital la he tomado del sitio electrónico del coleccionista Matt Couper que dice haberlo comprado en Santa Mónica, California en la Galería Historia-Antiques. Óleo sobre Lámina, 18 x 24 cms.


Sobre el paradero de los ex votos o retablos que en su momento, (antes de 1960, cuando se hizo una limpieza profunda al actual Templo del Expiatorio), atiborraban las paredes del recinto se ha especulado mucho, hay quien dice que los llevó a México para hacer una restauración, hay quien afirma que en las tiendas de antigüedades de San Miguel de Allende se venden a exorbitantes precios. Se sabe que en algunos catálogos de la Universidad Estatal de Nuevo México aparecen al menos dos de ellos, de este último lugar, al parecer no son solo dos, sin varios más, sin poder precisar aun el número exacto.


Esta fotografía la tomé del mismo sito de Matt Couper, en ella él mismo se tomó una foto en la Galería de Retablos del National Museum of Mexican Art en Chicago, al parecer, estos dos retablos son del Señor del Hospital, pero no está especificado, lo deduzco por la inclinación y color del Cristo.


Como la intención de este espacio electrónico creado con el fin de, por un lado celebrar el Año Jubilar del Señor del Hospital en ocasión del 450 aniversario de la llegada del Cristo Negro a Salamanca, y por otro, el de adentrarnos lo más posible a su historia, arte y leyenda, encontramos en la red la información de que durante el año 2001 hubo una exposición en el Museo Amparo de la ciudad de Puebla llamada “Retablos, Exvotos y Altares” en donde se incluyó en la muestra algunos de los exvotos que como veneración al Señor del Hospital de Salamanca se hicieron a finales del siglo XIX y principios del XX.


La tarea ahora será entrar en contacto tanto con el Museo Amparo como la Galería de Arte de la Universidad Estatal de Nuevo México para, al menos, obtener unas reproducciones.


Mientras eso sucede, aquí transcribo el artículo mencionado:


La necesidad de la imagen en la cultura Latinoamericana


Ramón Almela. Doctor en Bellas Artes


Se exhibe actualmente una recopilación de imágenes religiosas en el Museo Amparo (2 Sur, 708. Centro Histórico. Puebla). Piezas de retablos y exvotos pintados pertenecientes al propio museo y a la Universidad de Nuevo México: Retablos, Exvotos y Altares. No se trata de la acostumbrada exposición de carácter recopilatorio virreinal donde se exploran los usos simbólicos y la presentación pictórica de las imágenes de Santos y devociones. Esta exposición tiene una carga especial. Se adentra en el mismo corazón de las creencias, en el espíritu del pueblo y el manejo que hace de estas imágenes en un esfuerzo por conectar con la dimensión espiritual desde sus componentes terrenales; las obras fueron mayormente ejecutadas por artistas autodidactas. Esto nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza artística de estas producciones que funcionan como encargos para agradecer algún bien recibido por la divinidad representada, o solicitar algún favor divino. En el fondo hay que rastrear esta actitud hasta la misma estructura ideológica religiosa que identificaba la sociedad azteca y las similitudes que llevaron a una asimilación de las impuestas devociones cristianas de la contrarreforma católica. Esto se aprecia con evidencia en la investigación realizada por Francisco Luna, especialista en la cultura otomí, sobre el Cristo Negro de Xido, patrocinada por el Museo Amparo.


Es preciso recalcar que los exvotos son una manifestación tan antigua como la humanidad. El término proviene del latín “de un voto” y se refiere a las ofrendas votivas otorgadas como pago a favores divinos recibidos o requeridos. Las culturas, en su carácter religioso, establecen un vínculo con la dimensión espiritual a través de objetos y representaciones. Pero, la particularidad que representan estos exvotos pintados es única. Existe una inmensa producción de estas imágenes que datan desde la segunda mitad del siglo XVIII concentradas principalmente en Zacatecas, Durango, San Luís Potosí, Aguascalientes, Jalisco y Querétaro. La tradicional imagen de pequeño formato en lámina de estaño encargada a los talleres regionales de exvotos era realizada por artesanos con sinceridad e ingenuidad plástica, combinando el mundo trascendente de lo divino con la descripción del acontecimiento terrenal. Fusionan la herencia espiritual del mundo precolombino y las tradiciones religiosas de la España católica medieval.


Una exposición en 1996 en el Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad de México hacía un repaso extenso a la producción de la tradición votiva y cómo permanecía en la actualidad. Hoy en día, en los santuarios por toda la república Mexicana se siguen produciendo retablos e imágenes con similar fin. Sus historias transmiten los sucesos de la vida moderna como las adicciones, extraviarse en la ciudad y cuestiones de empleo. La inclusión de objetos y elementos varios, junto a las imágenes pintadas o collage hace de los ejemplares modernos verdaderas piezas de arte comparables a las elaboradas composiciones de "creadores" contemporáneos en el collage, "assemblage" o instalaciones.


El alcance de esta práctica no se limita a encargar la imagen para un santuario. En el hogar se instala un retablo que sirve de centro de adoración a determinados santos y grupos religiosos. Esta práctica es desconocida o desusada en la cultura europea y en la estadounidense. Esto plantea cuestiones en torno a la naturaleza de la imagen y el poder estimulante de la psicodinámica de la percepción en una sociedad educada profundamente en el culto religioso.


Hay que señalar dos consideraciones en torno a esta colección de exvotos y retablos: El extenso uso de las imágenes y retratos en la cultura Latinoamericana, y la esencia del artista anónimo como chamán -sacerdote que enlace la dimensión espiritual con la terrenal-.


Resulta sorprendente comprobar la atracción y demanda del retrato en todas las clases sociales en la cultura latinoamericana a diferencia de la estadounidense y española. El latente deseo del retrato puede deberse a razones históricas de ambición y emulación de alcurnia establecidas en Hispanoamérica por la predominancia aristocrática de tiempos pasados. El retrato se convertía de ese modo en una puerta de acceso, aunque ficticia, a un status de posición. Esta inclinación ha sido abandonada en la cultura española y es inexistente en la estadounidense, a pesar de la fuerte influencia actual de la cultura de la imagen.


En la demanda del retrato, sin embargo, puede verse el inmanente poder de la imagen para corporeizar lo representado. La clara tendencia a la conservación de las imágenes de los seres queridos a través de las fotografías y el repertorio de un gran número de fotos enmarcadas en los muebles de las casas de cualquier estamento social en México- o el retrato pintado muestra un deseo innato en la cultura por la imagen. Este deseo puede rastrearse hasta ese inconsciente religioso precolombino que ha producido esa persistencia e inclinación por la imagen en lo popular.


Ambas sociedades, la azteca y la española del siglo XVI utilizaban objetos y representaciones para la difusión de sus creencias. En esencia, se conjuntaron la innata necesidad de representación icónica de la divinidad por la población indígena del continente americano con la tradición icónica romana desarrollada y extendida por la religión católica. Aunque el catolicismo proviene de la cultura iconoclasta bíblica compartida por judíos y musulmanes -que rechazan como mandato divino escrito en la Biblia el uso de la representación divina en imágenes-, sin embargo utilizó el sistema "pagano" romano para extender su poder y control sobre la población del imperio en tiempos del emperador Constantino. La población del imperio romano absorbió la divinidad católica ajustándola a sus creencias de divinidad solar, superponiendo las ideas judeocristianas sobre las establecidas. Algo similar a lo ocurrido con la actividad sincrética efectuada por la cultura azteca con la imposición de la religión católica. El hecho que sorprende es la vigencia actual de las creencias prehispánicas en muchos pueblos de la republica mexicana donde todavía persisten cultos a divinidades del pasado revestidas y disfrazadas de la ortodoxia de la religión católica, como es el caso del cristo negro de Xido, Señor del Hospital de Salamanca en El Bajío.


Otra de las consideraciones al confrontar esta exposición de exvotos es la función de chamán con la que se reviste el artista autodidacta en la construcción de estas imágenes, y la validez artística en sí de las imágenes. No pueden abordarse estas piezas como elementos de producción netamente estética. La utilidad de las formas no deja lugar a lo "bonito". Son construcciones significativas que patentizan un fenómeno ambital. Hay que entender el ámbito como un espacio en donde interaccionan fuerzas; una realidad constituida de modo relacional. El hombre se convierte en una relación dialógica, acogedora, colaboracional. Esta es la red ambital que establece con su entorno. El empeño del arte es dar cuerpo a los ámbitos que contribuyen a formar el mundo del hombre.


Estas piezas de retablos y exvotos son producto de una necesidad de imagen, de la inmersión en una realidad espiritual que el pueblo demandaba. El gran uso del exvoto y del retablo se dio en situación de conflicto de Iglesia y Estado en los comienzos del siglo XIX. Se propagó el uso de los altares caseros e incrementó la devoción privada. El artista anónimo funcionaba como catalizador simbolista de dos realidades: La divina y la terrenal. Los símbolos y la teatralidad que las imágenes representan son una forma de luz que brota en la interacción de los ámbitos celeste y terrestre. Es la patentización luminosa de la verdad artística. Las composiciones, donde se conjuga la representación de la acción por la que se agradece el favor, el texto que lo narra y el espacio celestial, son desarrolladas dentro de esquemas simples de tiempo, espacio y perspectiva dirigidos a ser entendidos incluso por gente analfabeta.


Esta exposición muestra el papel que desempeñaban estas piezas en la religiosidad popular y abre la consideración a la significación del arte como un fenómeno ambital incrustado en la propia naturaleza relacional del hombre. El triángulo Forma-Función-Vida denota la infraestructura que late en la vivencia del pueblo creador.


Porfirio Velis se vió gravemente enferma de una pierna y no encontrando remedio que le aprobechase, ofreció al Sr. del hospital de Salamanca que pondría un retablo en su Iglecia ci le concedia su alibio. Lo concigió y precento este. Abril 18 de 1899


Óleo sobre lámina 25 x 18 cms. Colección de la Galería de Arte de la Universidad Estatal de Nuevo México, fotografía tomada de la revista del Departamento de Cultura del estado de Nuevo México llamada El Palacio.


En este Ex voto aparece el Señor de Esquipulas de Guatemala, si ponemos atención, veremos que es muy parecido al que en un artículo anterior, sobre los trabajos de José Guadalupe Posadas, aparece, quizá esa sea una confusión y se atribuye como del Señor del Hospital, siendo que es del Señor de Esquipulas, algo más por verificar en el futuro.


Fuentes:


Toda la nota transcrita viene del sitio:

http://www.criticarte.com


Artículo El Favor de los Santos de Carmela Padilla en la revista El Palacio:

http://www.elpalacio.org/articles/ElFavor.pdf


El sitio del coleccionista de Retablos y Ex votos, Matt Couper:

http://www.mattcouper.co.nz/usa2008.html


La Galería de Arte donde fue comprado un Ex voto del Señor del Hospital de Salamanca en Santa Mónica, California:

www.historia-antiques.com


Sitio de la revista del Departamento de Cultura del estado norteamericano de Nuevo México:

http://www.elpalacio.org/


Sitio del Museo Nacional de Arte Mexicano en Chicago:

http://www.nationalmuseumofmexicanart.org/collections.html



jueves, 22 de abril de 2010

José Guadalupe Posadas y su litografía del Cristo Negro del Señor del Hospital de Salamanca

En 1890 José Guadalupe Posadas saca en la Imprenta de José Venegas, en la Ciudad de México, una litografía donde retrata al Señor del Hospital de Salamanca.


Contrario a lo que pensaba, de no publicar más acerca de la historia de El Señor del Hospital, me veo en la necesidad de sacra esta nota, pues considero que es un verdadero hallazgo el que he podio realizar.


En el catálogo de la obra de José Guadalupe Posadas, encontramos los datos de impresión de la imagen del Señor del Hospital de Salamanca.


A lo largo del año Jubilar pudimos, en este espacio, adentrarnos, entre otras cosas, al arte que va relacionado al ahora Santuario del Señor del Hospital, mencionamos del pintor zacatecano Candelario Rivas y de su hijo José, del marmolista Ponzanelli, del ingeniero Barton, del padre Grall y sus estupendos diseños. Aprendimos que el Gerardo Murillo, el Dr. Atl, estuvo en Salamanca estudiando los estupendos retablos todos perdidos desafortunadamente, y ahora estamos ante otro gran privilegio que la devoción hacia la imagen del Cristo Negro del Señor del Hospital nos está legando: una litografía hecha por el más delicado artista de arte popular mexicano de finales del siglo XIX, el que nos hizo ver la Revolución, ya entrado el XX, desde una óptica distinta y, sobre todo, el que nos legó una imagen que a todos y cada uno de los mexicanos nos identifica, la Catrina. Efectivamente, me refiero al pintor, dibujante y grabador José Guadalupe Posadas.


Verdadero Retrato del Señor del Hospital que se venera en Salamanca (estado de Guanajuato)


José Guadalupe nació en Aguascalientes en el seno de una familia humilde, un 2 de febrero de 1852, en el barrio de San Marcos de la ciudad de Aguascalientes. Su padre Germán Posada Serna -panadero-y su madre Petra Aguilar Portillo, procrearon 6 hijos: José María de la Concepción (1832), José Cirilo (1839), José Bárbaro (1843), José Guadalupe (1852), Ciriaco (1856), y María Porfiria (1858). “Desde pequeño, hijo de una familia de artesanos, Posada ayudaba a su tío Manuel y su hermano Cirilo, este último; maestro de San Marcos en Aguascalientes. Aquí es cuando este grabador comienza a curtirse con las artes plásticas, como la litografía, que experimentaba desde la copia de imágenes sagradas, hasta la creación de personajes indígenas en cerámica. A la edad de doce años Posada concertaba su niñez con sucesos históricos importantes como el fusilamiento de Maximiliano, y la restauración de la Republica. (1)


José Guadalupe Posadas, el primero en traje claro, afuera de su Taller en el centro de la Ciudad de México, actual calle de Mesones.


Averiguando más sobre su vida, encontramos en el sitio electrónico del Gobierno del Estado de Aguascalientes lo siguiente: “Posteriormente, en 1868, entró como aprendiz en el taller litográfico de Trinidad Pedroza. Algunos de sus primeros trabajos –caricaturas de crítica política— fueron publicados en El Jicote, periódico de oposición al gobierno de Jesús Gómez Portugal. En 1872, Posada y Pedroza deciden instalarse en León, Guanajuato, donde ambos se dedicaron a la litografía comercial (estampas religiosas, cajetillas, etiquetas, invitaciones, bolos, tarjetas, esquelas, etc.). En León, Posada abrió su propio taller y trabajó como maestro de litografía en la Escuela de Instrucción Secundaria…” (2)


Litografía en donde se anunciaban los servicios de José Guadalupe Posada en la imprenta de Aguascalientes, hacia 1871.


Ubicado ya en León, recibe encomiendas distintas para realizar dibujos y grabados, los religiosos eran los más solicitados, es por esto que deduzco que, estando en León, alguna persona que mantenía la veneración al Señor del Hospital de Salamanca le solicita un dibujo que lo representara. “Según información recabada en el archivo histórico de la ciudad de León y en una entrevista con el museógrafo Jaime Santoyo Márquez, éste comentó que el paso del maestro Posada en la ciudad de León, se debió a la persecución política que sufrió en su natal Aguascalientes y permaneció aquí desde 1871 hasta 1888. Posada inició su carrera en la litografía y el grabado en un taller junto con su maestro Trinidad Pedroza, a la edad de 19 años ya era un talentoso grabador y linotiposta. En 1871, ambos trabajaban para el periódico "El Jicote" en el que hacían caricaturas de crítica política, debido a esto fueron perseguidos. En su escape llegaron a la ciudad de León, lugar donde abrieron una imprenta, dedicándose mayormente a la publicidad, pocos años después Trinidad Pedroza regresó a Aguascalientes pero Posada se quedó en León… En 1888 las inundaciones hicieron tomar una decisión a Guadalupe Posada, dejar definitivamente la ciudad de León, para migrar nuevamente, esta vez el destino sería la capital de la República Mexicana. (3)


La Catrina es, sin lugar a dudas, la más conocida de las obras de Posadas, aquí la que se exhibe en el Museo de la Muerte en Aguascalientes.


Raquel Tibol apunta que: “Trinidad Pedroza, maestro, amigo y al fin socio. El avezado impresor lo inició en las más avanzadas ideas progresistas y también en la litografía y el grabado en madera que él mismo había practicado en la imprenta El Esfuerzo, con su tío, el activo liberal José María Chávez. El trabajo de Posada en la imprenta litográfica de Pedroza no se constriñó a la caricatura política de trazo afrancesado, muy en boga desde mediados del siglo XIX; se ocupó además de producir imaginería religiosa”. (4) Considerando las fechas, y verificando en la relación del catálogo de la impresión vemos que este segundo trabajo está fechado en 1890, ya en la imprenta de José Venegas en la Ciudad de México.


Una litografía más en donde aparece el Cristo Negro del Señor del Hospital, salido de la genialidad de José Guadalupe Posadas.


Es en la Ciudad de México cuando el trabajo de Posadas se da a conocer ampliamente, la Imprenta de José Venegas llega a tener una importancia tan grande, que se decide, ya en los años 80 declararla monumento: “Que en el inmueble ubicado en Penitenciaria número 27, Colonia Penitenciaría, de la ciudad de México, Distrito Federal, funcionó el taller de imprenta y grabado de Antonio Vanegas Arroyo, en los primeros años de este siglo, teniendo dicho inmueble una superficie de 363 metros cuadrados y las siguientes colindancias: al Norte, con la calle de su ubicación; al Sur, con terrenos que pertenecen al Departamento del Distrito Federal; al Oriente, con Penitenciaría 27 Bis, que originalmente formó parte de la casa motivo de esta Declaratoria y al Poniente, con Penitenciaría 25. Que Vanegas Arroyo, quien nació en la ciudad de Puebla en 1882 y murió en la de México en 1917, abrió esa imprenta después de haber trabajado en el taller de encuadernación de su padre, y produjo hojas sueltas ilustradas por José Guadalupe Posada”. (5)

En esta impresión realizada en 1896 en Morelia, vemos que se usó una imagen muy parecida a la elaborada por el maestro Posadas.

Una vez más corroboramos la gran importancia que El Señor del Hospital tiene, el hecho de contar con un dibujo realizado por el maestro Posadas nos da fe de ello.

Fuentes:


1.- Lorena Vera Verján, en el sitio: www.alternapalabra.com


2.- www.aguscalientes.gob.mx


3.- Javier Lara, artículo publicado el 31 de Octubre de 2009 en el periódico Correo Guanajuato.


4.- Raquel Tibol en su ensayo: “Apuntes estéticos y biográficos” publicado en la Jornada Semanal el 10 de febrero del 2002 en homenaje al 150 aniversario de José Guadalupe Posada.


5.- Diario Oficial de la Federación, publicado el martes 2 de febrero de 1982