lunes, 30 de diciembre de 2013

San José, la fábrica de loza fina del cura Saavedra en Salamanca.

  Seguramente has visto, al caminar por la segunda calle de Tomasa Estévez, justo al fondo de un estacionamiento, ese cono que sobresale, se trata del que fuera horno de la Fábrica de Loza Fina San José, propiedad del cura y diputado, don Luis Saavedra; se trata de al primera fábrica de este tipo que hubo en México, cosa que ocurrió a mitad del siglo XIX. Poco, muy poco sabemos de ella, fuera de lo publicado por Rojas Garcidueñas más datos no hay. Pues bien, ahora logramos saber que el nombre que llevó la fábrica era el de San José y que en ese entonces solamente había en el país cuatro fábricas que producían loza y vidrio, de ellas tres eran de loza y dos de vidrio, pero de loza fina, solamente la de Salamanca.

   Poco sabemos del cura Saavedra fuera de que ocupó ese cargo en la Parroquia de San Bartolomé en Salamanca, a la vez que fue, por cortos periodos, diputado en el Congreso del Estado de Guanajuato, que poseía un rancho de considerable dimensión y varias casas en la villa de Salamanca, una de ellas, donde fuera hospedado el Emperador Maximiliano. Era, además, empresario, propietario de la Fábrica de Loza Fina San José en la cual trabajaban 16 personas, siendo la raya semanal de 60 pesos y los sueldos mensuales de 68 pesos. La fábrica estaba valuada en 14,718 pesos, una fortuna, considerando que una casa de mediana dimensión costaba 300 pesos. Esos datos fueron concentrados en el documento que vemos, el cual se elaboró como consecuencia del Plan de Ayutla, el cual derrocó al gobierno de Antonio López de Santa Anna y ocupando la presidencia Ignacio Comonfort.

 El Gobierno estaba en quiebra, razón de la importancia de levantar esa especie de censos industriales que dijera cuáles eran las industrias y sus capitales a fin de cobrar los impuestos necesarios a fin de sostener la administración pública. De los informes levantados, se basan, especialmente en las minas. Pero hay otras industrias importantes, como la textil, de la cual Salamanca tenía una muy próspera, la otra, la de loza .

  Pero no solo loza fina se producía en Salamanca, también ladrillos refractarios que eran los ideales para los hornos industriales, los que usaba la industria minera. Es por eso que se selecciona a la fábrica de Salamanca para que exponga sus productos en la Exposición Universal de París en 1855.

   Y sí, efectivamente, los productos de la Fábrica de Loza Fina San José, de Salamanca, Guanajuato, estuvo presente, con los afamados cuadros de porcelana... pero algo pasó, pues no vemos el nombre de Luis Saavedra, sino del gobernador, don Beningno Bustamante, quien aparece en el listado, dentro de la décima sección, quizá Bustamante era socio de Luis Saavedra o, en todo caso, Luis Saavedra, como deferencia al gobernante, le entregó a él las piezas para que fueran expuestas en París.

 La fábrica seguiría prosperando, el cura Saavedra influiría en mucho en la administración municipal durante tu paso por Salamanca, para 1864 es el encargado de organizar los festejos de recepción para el Emperador Maximiliano, para 1867 sería acusado como traidor a la patria, una vez que la República es reinstaurada. Al poco, llega esa oleada de los llamados "barcelonnettes" a la ciudad de México y uno de ellos adquiere la fábrica de loza de Niño Perdido a don Guillermo Benfield, luego el francés del que desconozco su nombre, se enteraría de los magníficos productos de porcelana manufacturados en Salamanca y contrata a todo el personal para que se vaya a laborar a la ciudad de México, la fábrica de loza fina San José en Salamanca desaparece.

   Mientras que la fábrica de Niño Perdido progresa, y cambia su nombre al de Compañía Francesa de Porcelana. Así fue como se perdió una tradición más en Salamanca.

Fuente:

Memoria de la Secretaría de Estado y del Despacho de Fomento, Colonización, Industria y Comercio de la República Mexicana. Ministro, Manuel Siliceo. Imprenta de Vicente García Torres, México. 1857.

sábado, 28 de diciembre de 2013

Un vistazo a Salamanca a través de los mapas publicados en el siglo XIX.

   1733.- Map of the British Empire in América, publicado por William Henry Toms en Londres. En este mapa no aparece Salamanca, como quiera me parece ideal para dejar asentado que los mapas antiguos no son de precisión, como ejemplo radical tenemos que aquí se muestra a la Villa de los Lagos en un sitio en el que se ubica Querétaro. Lo cual no quiere decir que sean una fuente de consulta extraordinaria.

   1810.-  Mapa de Aaron Arrowsmith, publicado en Londres por él mismo, basado en los informes del barón de von Humbold. En buena medida, gracias al recorrido que realizó el barón, en el cual, por cierto, no pasó por Salamanca, sino por un lado, es que todos los mapas de México del primer cuarto del siglo XIX, incluyen siempre a Salamanca como punto referente. Aparecen el Molino de Saravia y Temascatío, ambos sitios incluidos en el libro de anotaciones de Humboldt, razón por la cual aparecen las T a un lado del nombre de las poblaciones que él documentó.

   1810.- Mapa de C&A Conrad de Philadelphia, publicado en base a las anotaciones del barón de von Humboldt y Arrowsmith, allí aparece Salamanca.

   1816.- Eran los álgidos años de la Revolución de Independencia de México, el escenario, en buena medida se centraba, de nuevo en Guanajuato. Esta es uno de los muchos mapas producidos en la época, se llama Provincia de Guanaxuato por los cuatro rumbos.

  1817.- Mapa nombrado Carta topográfica de dos provincias de Nueva España. Aquí me llama la atención una hacienda, llamada Manzanares que ubican entre Salamanca e Irapuato, más cerca de Salamanca, arriba de la Loma Pelada, nunca había oído hablar de ella.

   1818.- Otro mapa de Guanajuato durante la guerra de Independencia, hay que notar que se marca al Fuerte de San Gregorio como punto importante, así como los límites del Ejército de Guanajuato, de los realistas.

1820.- Mapa de Pierr Antoine Tardieu, publicado en Nueva York por Jan Goujon, quizá fue este el último mapa de la Nueva España, basándose también en las anotaciones de Humboldt, por lo tanto allí aparece Salamanca.

1818.. Mapa de Mathew Carey, publicado por Carey and Son, Philadelphia. Nuevamente vemos la influencia, enorme, de las anotaciones de Humboldt.

1853.-Mapa del Ministerio de Fomento. Gobierno de la República. Aparece el Molindo de Sarabia, ya con B, el rancho de Mexicanos, un rancho de nombre Peña, que no ubico, no recuerdo haberlo oído nombrar anteriormente; el rancho de los Orozcos; al norte la Hacienda de Cerro Gordo y la de Temascatío.

 1858.- Mapa de Antonio García Cubas, publicado por la Imprenta de José Mariano Fernández de Lara. Vemos del lado derecho a Celaya, el Camino Real que va para Salamanca pasa por El Guaje, actual Villagrán, al sur se ve Amoles, actual Cortazar, al norte Santa Cruz. Molino de Saravia era un punto importante, allí había servicios para los viajeros, al sur aparece la Hacienda de Sotelo, el pueblo de Valtierrilla, al norte la Hacienda de Aguilar. Se llegaba a Salamanca, me parece sumamente interesante que se marque como Puerto Molinos a la Hacienda de San Nicloás del Molino, eso que ahora llamamos "Molinito". En la parte sur aparecen las Haciendas de La Cal, Uruétaro, La Labor, Lobos y Santo Domingo. Al norte: las Haciendas de Dolores, Ancón, Marigómez y Dos Ríos, así como las de Marañón, Cruces, Temascatío y Mendoza, cercanas al Camino Real a Guanajuato. Aparecen también las Haciendas de Mancera y Buenevista, esta última, entonces era aun del distrito de Salamanca.

 El mismo mapa en detalle, hacia la parte norte de Salamanca.

Y esta es la parte sur de Salamanca.

1863.- Mapa del canónigo José Guadalupe Romero, quizá sea el mapa más detallado y preciso que hay del estado de Guanajuato levantado en el siglo XIX. Aparece incluido en su libro de Noticias para formar la historia y la estadística del obispado de Michoacán. Publicado por la Imprenta de García Torres en la ciudad de México.

En la parte norte de Salamanca vemos (de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha): Hacienda de Dos Ríos, Hacienda de San Nicolás Temascatío, Marigómez, Mendoza, Temascatío, Arroyo Hondo, Cerrogordo, Ancón, Buenavista, Las Cruces, Dolores, Aguilar, Mancerita, Mancera, Valtierrilla, Orozcos, Peña, Mexicanos y el Molino de Sarabia.

Hacia el sur vemos: la Hacienda del Molino, Uruétaro, Santiaguillo, La Cal, Las Adjuntas, La Tinaja, El Pitayo y Sotelo. La linea azul que aparece es la división municipal de Salamanca con Valle de Santiago.

 1886. Otro mapa de Antonio García Cubas, publicado por Debray Sucesores. Notamos algunos cambios en los puntos que se marcan en el mapa. Luego del Molino de Sarabia aparece el rancho de Santa Catarina, justo a la orilla del Camino Real que se mezcla con el trazo del Ferrocarril Central Mexicano. Está allí Valtierrilla. El cerro Gordo apare bien marcado y los trazos de los otros caminos que había los notamos con claridad, el que iba de Salamanca a Santa Cruz, pasando por Viborilla y San Nicolás. Hay uno que parte de Celaya al Guaje, y sigue a la Hacienda de Cerro Gordo para continuar a la de Temascatío. el otro camino que parte de Salamanca, al norte, es para Temascatío, allí hay una hacienda que nunca había visto: la de "Lucero", antes está Santa Rosa, que más bien se refiere a Doña Rosa. Hacia el oeste vemos el Rancho de San Vicente, la Hacienda de Buenavista...

  En el mismo mapa, hacia el sur se anota el Rancho de Palo Blanco y la Hacienda de la Tinaja. Habrá que anotar algo: estos no son mapas de precisión, sino de referencia, razón por la cual notarás que algunas de las ubicaciones no están en el sitio a que corresponden en la realidad, lo cual no les quitan nada de interesante a estos mapas.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

La desecación de las lagunas de Lerma: La muerte anunciada de un río.

   El río ya estaba allí antes de la fundación de la villa de Salamanca. El río ya servía como frontera natural entre los pueblos del norte, los llamados chichimecas, y los purépechas del sur. El río ya vertía sus aguas durante la temporada de lluvias en el valle de Salamanca (al norte) y en el valle de Santiago (al sur) mucho antes de que se les dieran esos nombres a los fértiles valles. El río ya proveía de sustento a esos pueblos asentados cerca de sus orillas, Comaleros y Uruétaro al sur; los Edificios al norte. El río llevaba agua pura, limpia y cristalina, el río era vía de comunicación. Eso y todo lo que se nos pueda ocurrir era el río, ese que pasa por Salamanca, y que llevó por nombre el Grande. Pero como había dos "Grandes" en Nueva España, a este luego se le conoció por "de Toluca", luego "Lerma". el otro era el río Grande del Norte, actual río Bravo.

   No sé si tu estuviste en algún tiempo, como yo lo estuve, obsesionado en saber por qué a Salamanca le pusieron Salamanca, pero yo, además estuve obsesionado por saber el por qué el río se llamaba Lerma. Luego supe que el nombre era "de Lerma", porque ahí nacía y por eso se llamaba así. Entonces surgió la pregunta del por qué Lerma se llama Lerma. Fue entonces que me enteré que hubo un duque, no de los buenos, sino más bien de los muy malos, tan malo que bien lo podemos considerar como el padre de la corrupción, título nada agradable. Así pues, en este orden de ideas vamos a aclarar la duda de por qué el río Lerma se llama Lerma. Esto que ahora estás leyendo pinta para ser un largo artículo así que está preparado.

   El río, desde los manantiales en el valle de Toluca hasta desembocar en el lago de Chapala tiene 708 kilómetros de largo, luego sale de Chapala con el nombre de Santiago y recorre 562 kilómetros para desembocar en el Pacífico, junto al puerto de San Blas, Nayarit. En total son 1 270 kilómetros, hay quien agrega 11 más equivalentes a la parte de Chapala. En todo este recorrido, al paso del tiempo, de las zonas geográficas y étnicas, el nombre cambia. Se le conoce como Chignahuapan, Chicanahuatenco, Chicanagua, Matalzingo, Zacaloacan, Madonté, Tololotlán, Grande, Grande de Toluca, río Grande de San Juan y de la Purificación. Quizá hay otro nombre en lengua huichol. De todos ellos el más representativo por su fuerza simbólica es el de Chignahuapan, o "de las nueve aguas", relacionadas al Micltán, y a la vida, y, seguramente, a lo que es el líquido amniótico.

   En este mapa vemos la actual mancha urbana de la ciudad de México, del lado derecho aparece la Sierra de Cruces, a la izquierda la ciudad de Toluca, y abajo el Nevado de Toluca, todo eso que vemos al centro se llama Valle de Toluca, en la actualidad está casi cubierto de casas pues la extensión de Toluca no es esa que se marca en rojo sino un crecimiento desmedido que llega casi hasta la sierra. En el mapa ubicamos dos lugares, Lerma, al centro, población fundada en lo que casi fuera una isla pues estaba rodeada por una laguna, fueron construidas dos calzadas para enlazar el camino de México a Toluca y de allí a Morelia. Abajo vemos el pueblo de Almoloyán, cuyo nombre actual es el de Almoloya del Río, sitio en el que estaba el manantial que era el inicio del río Lerma. En 1950 fue finalmente desecado el lago que se formaba en ese punto y sus aguas conducidas a la ciudad de México. Secar las lagunas se llevó vario siglos, varios intentos, el de 1757 fue fallido, el de 1857 fue interrumpido por la Guerra de la Reforma, pero la terquedad pudo más que la razón.

    La historia del río Lerma es dramática en verdad, pues, considerando que eran varios los lagos que lo alimentaban y que en la actualidad no existen y toda esa región está cubierta casi en su totalidad por casas; aunado al crecimiento industrial del valle de Toluca, al derrame de drenajes a lo largo de cientos de kilómetros, más los derrames de la zona industrial de Salamanca, todo esto nos da la razón por la cual el río Lerma está en las condiciones en que lo vemos en la actualidad. Para entenderlo mejor, transcribo un artículo completo sobre Lerma, la población y el río, escrito en 1882 por la incansable pluma de Manuel Rivera Cambas. Pero antes veamos un mapa levantado en 1810 en base a datos del cartógrafo inglés Aaron Arrowsmith y el naturalista Alexander von Humboldt.

  En este mapa vemos el trazo del Camino Real entre México y Toluca, allí entendemos mejor eso que se mencionará del trazo de las calzadas que cortaban en dos la laguna de Lerma, vemos también como se usaba aun como referente el nombre de Tololotlán. Y entendemos algo que nos hace cambiar un poco la idea que tenemos del pasado. Vemos en el desarrollo industrial del siglo XX como el principal depredador del entorno, y lo es, pero a eso agreguemos que, durante la época Colonial las ideas que se gestaron entonces eran las de la desecación, eso por la abundancia de agua que había; y es así como desde que comenzó la época colonial de México, en los valles de México y Toluca la consigna era una: terminar con los lagos y volveros tierras de cultivo. Al paso del tiempo murieron los lagos del Valle de México, quedando solamente Zumpango y los del Valle de Toluca, quedando solamente una ciénega.

  No sé si habrás tenido alguna vez la curiosidad y la paciencia para ver el actual Valle de Toluca con la enorme ventaja que significan los Mapas de Google; al verlo desde el satélite lo primero que extraña es que, toda aquella masa agua contenida en lagos ya no existe. Y algo que me llama particularmente la atención es que, por todo ese valle el cauce del río es recto totalmente... ¿cuándo has visto un río recto? no existen, sus cauces son sumamente caprichosos, van serpenteando por donde la bajada natural se va produciendo. En esta parte del valle el río surge en una línea recta del sur al norte, para luego doblar al occidente justo a la altura de Lerma, luego cae en su primera trampa: la presa José Antonio Alzate, construida en 1961. Pero mejor veamos la historia desde su principio:

   "La fundación de Lerma se remonta al año de 1613; Martín Roelín Varejón, criado del duque de Lerma, ministro de Felipe III, fue quien obtuvo cuatro leguas de terreno por cada viento para fundarla. Siendo población dedicada a un personaje que dirigía a la Nación, el gobierno virreinal allanó las dificultades y el rey lo aprobó todo. El pueblo de Lerma no llegó a entrar en posesión de la totalidad de aquel terreno, por haberse de él en mucha parte el marqués del Valle y los hacendados colindantes. La laguna hace húmedo el terreno, acrecentando el malestar que produce el río a aquella altura. Este ligar de Lerma fue llamado indebidamente ciudad, porque no ha tenido jamás elementos que la constituyeran , su ayuntamiento es proporcionado, a sus circunstancias y entre sus munícipes contó al célebre tirano coronel Concha, del ejército español, que fue síndico por el año de 1797.

  "Refiere la tradición que unos famosos bandidos, conociendo las ventajas de aquel punto aislado, que era de tránsito preciso para toda clase de pasajeros que de los valles de Toluca, Ixtlahuaca y Temascaltepec, y del Territorio de Michoacán, se dirigieran a México o de esta capital regresaran para aquellos lugares, se situaron allí a fines del siglo XVI, seguros de poder despojar, como lo ejecutaban, a todo transeúnte, sin peligro de ser atados pues para esto habría sido necesario emplear numerosa tropa arreglada, y entonces no había suficiente en Nueva España. La impunidad de que gozaban los bandidos fue otra, yendo poco a poco a otros facinerosos, al grado de llegar a formar na cuadrilla numerosa que fue el terror de la comarca, espantada con tanta rapiña; los pasajeros se convencieron de que era inevitable perder la vida o la hacienda; al transitar por aquella guardia de ladrones, que llegaron a sistemar el robo; entonces se pactó una transacción que garantizaba al mismo tiempo que la existencia de los viajeros, el pago de un tanto por ciento para asegurar éstos el tránsito, cuya cantidad crecía a proporción de las fortunas, y aunque es de creer que esa alcabala o peaje no sería cantidad muy módica, la seguridad de salvar el resto de los intereses y de no perder la vida obligaba a los pasajeros a conformarse con la dura ley de la necesidad.

  "El sistema empleado debió ser conveniente para ambas partes, supuesto que, todavía en el siglo XVII continuaban los salteadores adueñados pacíficamente del puesto, prueba de que su manera de vivir había adquirido consistencia y las formas regulares que introducen el tiempo y la reflexión; lo que no habría sucedido si hubiera dejado de adoptar un sistema constante de moderación por el cual se conciliaran los intereses de los pasajeros con la continuación del robo. Sin embargo, no cabe la menor duda de que ya en el año de 1613, un vecino de Santiago Tinguistengo, llamado Martín Roelín de Varejon, natural de Galicia, de espíritu resuelto, se propuso librar a la comarca de tan perjudiciales enemigos; habiendo reunido algunos vecinos honrados y de los que más padecían con las extorsiones, logró sorprender a los salteadores entre las sombras de la noche y cuando menos lo esperaban, y aunque n obtuvo completa victoria mató a algunos e hirió a otros, obligándolos a atrincherarse y tomar medidas serias para defenderse en lo sucesivo.

   "El buen resultado que tuvo la primera tentativa, animó a varios hacendados de la comarca para alistarse bajo la bandera del intrépido gallego, que repitió sus ataques siempre con buen éxito, aunque por lo pronto no habían conseguido desalojar de su puesto a los bandidos. A la sazón gobernaba Nueva España don Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar quien al saber las proezas de Varejóm, creyó conveniente aprovecharse de su valor estimulándole y excitándole a mayores empresas con el nombramiento de capitán de la compañía que formó, expidiéndole los despachos en nombre del rey, pues no dudó que el monarca los aprobaría, como en efecto aconteció atendiendo a los grandes servicios que podría prestar Roelin, si lograba limpiar el territorio de aquella plaga. Tal distinción entusiasmó mucho al perseguidor de los bandidos viéndose condecorado con el honroso título de capitán de una compañía de hombres armados que de consumo aspiraban a la gloria de libertar a la comarca del vergonzoso yugo que por tantos años había sostenido, no perdonó ningún género de sacrificios, para terminar la obra comenzada. Reunió hasta ochenta hombres escogidos que con la perseverancia que acompaña a los que ejecutan obras benéficas y el estímulo que da el honor y el interés, tuvo la satisfacción de ahuyentar para siempre a los bandoleros, después de reñidos y peligrosos encuentros.

   "El virrey no solamente mandó establecer en este sitio un pueblo de que fue fundador el intrépido Verajón, sino que dio cuenta al rey de todo lo sucedido, y habiendo dispuesto el monarca que el fundador dijera las mercedes que quería y se le entregarían por sus señalados servicios, el agraciado pidió como principal que aquella población se llamara "Gran Ciudad de Lerma", atendiendo a que el favorito del monarca era el duque de Lerma, y deseoso de que, como tal ciudad, el ayuntamiento entendiera en el gobierno municipal. Tal fue el origen del titulo de gran ciudad que lleva Lerma, al cual no corresponde ni por el número de habitantes, ni por el comercio, ni por algún otro de los elementos que constituyen a una ciudad. Aquellas noticias, según se asegura, obran en documentos de los archivos de Toluca.

   "Lerma fue capital de la Alcaldía Mayor que allí estuvo establecida. Hoy está reducida la población a muy pocas casas, una parroquia grande y hermosa, aunque sin pinturas recomendables, ni obra alguna artística, ni escultura digan de atención, el número de vecinos llega a poco más de mil. Lerma fue más importante que ahora, debido a las fábricas de frenos, espuelas, y otros objetos de fierro, pero por circunstancias particulares aun esas industrias han concluido y hoy casi no tienen comercio alguno, aunque el tránsito preciso para Morelia y parte de la región del Sur, por cuyo motivo fue construida una gran calzada que la atraviesa de Norte a Sur; la ciudad es pequeña y tiene una planta irregular; el temperamento de ella es frío y húmedo; considerado como el principal del frigidísimo Valle de Toluca y Metepec. Cerca del Lerma pasa el río llamado Matlazingo, que aumenta con otros veneros, forma honda corriente en el lugar en que se halla el puente. El origen de ese río es un ojo de corta cantidad de agua, que brota cerca del pueblo de Santiago. Las producciones agrícolas de Lerma se reducen a maíz y otras semillas, aunque en poca cantidad, pues no cuenta con suficientes tierra a propósito, siendo las de su jurisdicción, en cuatro leguas de ancho y tres de largo, cerros y ciénegas incapaces de labor, por cuya razón los vecinos, capaces de labor, por cuya razón los vecinos, limitándose a la cría de cerdos, buscan el sustento en los pueblos inmediatos. Esa alcaldía de Lerma no tuvo más pueblos que los de Tarasquillo, Santiago, San Mateo y San Miguel; está ocho leguas al O.S.O. de México y hoy sus elementos han disminuido por lo pronto con el establecimiento del ferrocarril.

     "Cuando se atraviesa por esa población, no puede menos que notarse la ninguna correspondencia que hay entre los pobres edificios, el escaso vecindario del lugar y el pomposo título de gran ciudad, dado por los reyes de España desde que se fundó. Lerma está situada entre lagunas que forman el río Matlazinco que nace de los ojos de agua que brotan en las inmediaciones, siendo principal el que aparece el que aparece por Almoloya, cerca de Santiago Tinaguistengo, no que va creciendo a medida que se aleja de su origen y entra en la laguna de Chapala con el nombre de río de la Barca, después de hacer recorrido más de ochenta leguas. Otros ríos tributan en este lago, pero el de Lerma es el mayor y por eso debe considerarse que forma con su caudal la laguna de Chapala. En la de Atenco es donde  se coge el mejor pescado. La especie del istmo que forma Lerma, le hace muy a propósito para defenderla y oponer vigorosa resistencia aun cuando se le ataque, con fuerza muy superiores.

   "La laguna toma su nombre del pueblo: es una de las mayores de la República, alcanzando dos leguas por el Orirente, cúbrenla en su mayor parte el tule y zacate que hacen de ella más bien una ciénega; en algunos lugares aparece el agua muy clara y estos sitios son conocidos con el nombre de espejos; abunda en esa laguna el pescado blanco con una cinta oscura en el lomo, de tamaño mediano y de gusto sabroso, sin que su calidad llegue a la de los pescados de Pátzcuaro, Chapala y aun a los de Texcoco y Chalco; aquel pescado blanco es desabrido. La laguna se alimenta de los diversos ojos de agua que brotan en su seno, principalmente en el pueblo de Almoloyita; contribuye a mantener el caudal del agua, en concepto de muchas personas, el caudaloso manantial que se observa en el cerro hundido y paraje llamado la Alberca, distante como nueve leguas.

   "Un cerro notable llamado del Teponaxtle, por el llano de los Carboneros, presenta varias curiosidades dignas de atención: parece un volcán que al tiempo de hacer explosión perdió su primitiva figura y se hundió quedando de fuera una parte de su altura; allí se formó un cráter profundo, por el que se ve brotar un considerable arroyo que tiene curso natural subterrráneo y se supone que sigue de esta manera hasta la laguna de Lerma; todo el terreno inmediato está hueco y tan deleznable, que en partes es preciso poner vigas para que pasen los caballos, cuyas pisadas retumban. Por aquel rumbo hay porción de aguas baldías que se desbarrancan hacia el Sur sin ser útiles para nadie, y tal vez podrían voltearse su dirección y servir para regar los terrenos de la jurisdicción de Tacuba y Azcaptozalco.

 "Se ha discutido mucho si podría canalizarse la laguna y si sería conveniente, las opiniones fueron diversas acerca de uno y otro punto, hasta que el gobierno español se decidió por la afirmativa en ambos asuntos, ofreciendo al que lograra desaguarla, una grande porción de las tierras desecadas. Todo había quedado en proyecto, hasta que un honrado y rico montañés llamado D. Jacobo García, quien por su apreciable conducta había merecido la estimación general, se empeñó en la empresa, sacrificando en nivelaciones, estudios y tentativas, más de cuarenta mil pesos, resto de su antiguo y opulento caudal, y le quedó después la manía de la empresa a tal grado, que cuanto lo adquiría lo dedicaba al propio intento, perdurando a la vez que el dinero, la vista y aun el juicio.

  "Los manantiales que allí brotan forman el río llamado de Lerma hasta el pueblo de Santiago, en el Bajío, desde donde comienza a ser nombrado río Grande de Santiago; este saca de la laguna de Lerma un caudal regular del agua que lo constituye y a corta distancia se le une el de Toluca; formado por las vertientes del volcán; el río traza diversas curvas, hasta pasar por Ixtlahuaca, ya reunido con otros arroyos; al tocar en Acámbaro va muy crecido y camina más de doscientas leguas hasta su desagüe en el mar de Cortés en Baja California, después de haber atravesado la laguna de Chapala se puede considerar como un mar interior. Cerca de Guadalajara forma un gran salto o cascada, que se conoce como el nombre de Juanacatlán. Sobre este río de Lerma se han levantado los hermosos puentes de Calderón, Acámbaro, Santiago, Ixtlahuaca y otros; riega un gran número de haciendas y pueblos, originando innumerables beneficios a la agricultura, son sus orillas muy floridas, y lleva desde Uricuro mucho pescado bagre, curbinas y otra multitud de peces que sirven para alimentación.

   "Es de notar que no se haya pensado seriamente en hacerlo navegable cuando parece tener buenas condiciones para ello, aunque se empleara el sistema de esclusas. Si fuera posible que se condujeran las mercancías por navegación hasta Lerma, el comercio del interior se activaría en gran manera, comunicándose los estados sus producciones económicamente; la agricultura recibiría un enorme impulso. Hoy se considera una utopía ese proyecto de navegación y se presenta la catarata como el mayor obstáculo que había que vencer. En el valle de Toluca ocasionarían las aguas males semejantes a los que originan en México, y si lograra desaguar las aguas del Lerma, aumentaría considerablemente la riqueza territorial en el distrito de Toluca. El gobernador D. Mariano Riva Palacio nombró al ingeniero D. Francisco Garay, para que en vista de los reconocimientos que practicara, formase el proyecto de desagüe general de aquel Valle y el presupuesto de lo que costaría la obra. Este ingeniero recorrió las lagunas, reconoció sus vertientes, sondeó sus aguas, examinó el fondo, fijó su extensión y formó el presupuesto del desagüe.

   "En el Valle de Toluca son muy extensas las ciénegas; se prolongaban desde el pie de las colinas del Sur del Valle, hasta los llanos de San Bartolo y Buenavista : con el tiempo varió ese estado al zanjanearse el terreno, levantar los bordes y represas de la ciénega en varios vasos. Aprovechando el estrechamiento del terreno en el punto en que está situada la hacienda de Atenco, se formó allí una calzada o dique y se restableció un puente. Las aguas retenidas en la parte del Sur formaron la laguna superior llamada Agua Blanca, Almoloyita o Atenco, que está m´s profunda y perenne de todas las de aquel Valle. Tres leguas más abajo de Atenco se halla la ciudad de Lerma, sobre una altura o cerro aplastado, rodeada por todos lados con el agua de la ciénega. En época anterior a la fundación del pueblo, el cerro mencionado formaba una verdadera isla en la que se abrigaban los malhechores. Establecida la población, se unió a la tierra firme por calzadas, una al Oriente y otra al Poniente, con un puente de tres ojos para dar paso a las aguas; esas calzadas hacen el oficio de dique s y separan las aguas formando una segunda división en la ciénega . Hay un banco de tepetate por donde se puede vadear la laguna y se conoce con el nombre de "Vado". Más abajo de la ranchería de Las Trojes, se estrechan las aguas en su curso reduciéndose a una angosta caja y desde allí comienza verdaderamente el río Lerma. El ingeniero Garay formó un proyecto de canal en 1857; pero las guerras civiles impidieron llevarlo a cabo. Ciento nueve caballerías de terreno están anegadas por las lagunas.

   "Los Padres carmelitas establecieron la Hacienda de San Nicolás Peralta, emprendieron obras con el fin de mejorar su finca; concluyeron la calzada de Amomoluca a Lerma, por el Sur, levantaron por el Norte diversos bordes elevados para aislar sus tierras de las aguas y encajonaron el río de Santa Catarina, cambiando su curso repetidas veces. De estas obras unas subsisten y otras han sido destruidas por las crecientes o por las filtraciones. Este río de Santa Catarina desfoga en el de Lerma, cuyo curso detiene en las fuertes crecientes y aun suele hacerlo retroceder hasta la ciénega.

   "Resuelto el que se comenzaran las obras del desagüe en 1870, se dio principio el 1º de marzo; fue la inauguración de los trabajos muy popular y solemne, concurriendo más de cuatro mil personas, unidas a las autoridades de Toluca y Lerma; el primer golpe fue dado en el punto de reunión de los ríos Lerma y Santa Catarina y aunque venciendo dificultades, se continuaron las obras por una legua de extensión, pero no se pudieron terminar o quedaron imperfectas, pues poco se ha reducido al límite de las inundaciones anuales.

   Lerma fue alguna vez capital del Estado de México. Cuando el ex coronel Escalada se pronunció en Michoacán, el 26 de mayo de 1833, y lo secundaron los Generales Arista y Durán, el gobierno del Estado de México, sin numerario, sin armas y en completo desorden, se vio obligado a trasladarse a la ciudad de Lerma, con la legislatura y algunos empleados, permaneciendo allí hasta que Escalada fue derrocado en el Monte de las Cruces y el gobierno pudo volver a Toluca. Lerma sufría constantemente las depredaciones de los bandoleros que se refugiaban en ese célebre Monte y los lermeños recuerdan las exacciones consumadas por Galvez, Burton y otros". (1)

   Hasta aquí la interesante reseña que hace Rivera Cambas, el cual, habiendo publicado el libro México Pintoresco en 1883, deja hasta ahí esta historia. Ocurriría que, siendo la capital de la República el atractivo principal para encontrar una vida mejor, el crecimiento se comienza a dar con intensidad, los abastos de agua con que entonces contaba fueron suficientes hasta comenzar el siglo XX, para 1907 se construye en el bosque de Chapultepec, en una parte alta, los enormes depósitos de agua que funcionarían por gravedad para surtir a la ciudad, luego la Revolución después de ella, la ciudad siguió creciendo.

Mientras que en la ciudad de México se pensaba que el manantial del río Lerma podría ser la solución para el abasto de agua de esa ciudad, en Salamanca su entonces Jefe Político ya había visto, y experimentado, las facilidades que el río proporcionaba para ser utilizado como vía de comunicación y él, Pedro Gonález, menciona lo escrito por Melchor Ocampo en relación a la utilidad del río Lerma:

   "El venerable historiador Clavijero dio a conocer la situación y curso del Lerma con notable exactitud, y el excelso Sr. Don Melchor Ocampo lo describió científicamente desde su nacimiento hasta el lago de Chapala. "Todos los geógrafos cuentan este río entre los mayores de la república, y es, sin disputa el más importante de la mesa central. Pero exceptuando la pesca que en él se hace y las aguas que ministra para riegos, ninguna otra ventaja se saca de él. Día vendrá, en que ventaja se sacará de él. Día vendrá en que sus interrupciones de nivel se utilicen en mover máquinas que ahorren los animales y el combustible. Día vendrá en que sus partes niveladas sirvan para económicos transportes ; y aun hoy mismo, sin esperar la abundante población, y la estabilidad de las cosas públicas que para todo esto se necesitan, podría conducirse por él la considerable cantidad de madera que el Bajío consume, y que ministradas en su mayor parte por nuestros bosques de Angangueo, Sénguio y San Adnrés, se conducen hasta allí en monstruosas carreteras. Puede Sirisicuaro ser el depósito de partida y Salamanca el de descargue, sin que obsten las pequeñas cascadas de Salvatierra, ahorrándose así crecidos gastos que hoy recargan inútilmente el valor de la madera".

El que esto escribe sienta aquí como motivo de satisfacción personal, haber introducido madera a Salamanca traída de Tarandacuao, y haber introducido a la plaza del Valle de Santiago la madera que se empleó en el alumbrado eléctrico, comprada en Jeráhuaro (cero de San Andrés), puesta en el lago de Cuitseo sobre el cual, sobre el de Yuriria a su fina destino. ¿Y cuántas cosas más podrían decirse sobre la canalización del río de Morelia, ya que sus aguas se pierden inutilmente salándose en el lago de Cuitseo, sin que se traigan a aumentar las de Yuriria y el caudal del río Lerma? ¿Qué se pudiera decir del desaguadero del Valle de Santiago, que se pierde  desde que cae al mismo río?" (2)

  Nadie hizo caso a lo expuesto por Melchor Ocampo, por el contrario, comenzaron los proyectos de desecación de lagos y ciénagas: Chalco, Lerma, Zacapu, incluso Chapala:

(3).


   La ciudad de México se abastecía del agua de Xochimilco, principalmente, para 1942 se comienza a canalizar el agua de la laguna de Lerma, la obra, de 62 kilómetros se llevó casi una década en construirse, el agua de la laguna de Lerma llegaría a partir de 1951 al llamado Cárcamo de Dolores, comenzaría así el inicio del final del río Lerma. (Para leer más sobre este tema entra aquí).

   "Ente las necesidades más apremiantes de la urbe se encontraban el abastecimiento de agua potable. El agua ha sido, desde los tiempos precolombinos, uno de los problemas más serios de la ciudad de México. ya entonces se realizaron obras para llevar agua potable a la isla de Tenochtitlán y, paradójicamente, para drenar las inundaciones producidas por el desbordamiento de los lagos en épocas de lluvias. Durante la colonia fue indispensable continuar con esta tradición constructiva, dotando a muchas de las obras, como fuentes y acueductos, de un valor estético adicional. A medida que la ciudad crecía, el problema se tornaba cada vez más complejo. Ya en el siglo XX, durante la segunda década, se perforaron gran cantidad de pozos en el valle de México, lo cual trajo consigo hundimiento de la ciudad, quedando esta por debajo del sistema de desagüe. De ahí que la ciudad continuamente padeciera inundaciones, entre las cuales se recuerda la del año de 1951.Paralelamente la necesidad de agua potable subsistía, así que al iniciar la década de los cuarenta, se empezaron las obras para hacer frente a la demanda. El agua se tomaría de la laguna del Lerma, en el valle de Toluca, aprovechando que éste es 273 m. más alto que el de México. Según las condiciones específicas de cada tramo, el agua fue conducida a través de 62 kms de acueductos y 26 túneles de diversos tamaños". (4)

  A pesar del desvío de las aguas de la laguna de Lerma, para 1957 hubo en Salamanca una gran inundación, esto debido, primordialmente a la gran cantidad de lluvia que hubo en esa temporada. A partir de entonces los peligros de inundaciones fueron menores, claro está, la presencia de Riama es la razón más poderosa para evitar que se inunde la población, la muestra la tenemos con lo ocurrido en 1973. Otra gran crecida ocurrió en 2003. Pero no nos desviemos del tema, antes los peligros de inundación eran cada año, luego fueron aumentando las sequías, y la población, no sólo en Salamanca, sino a lo largo del curso del río y, más aun, en la ciudad de México. Entre las últimas grandes inundaciones transcurrieron 16 años, luego treinta... quizá ya no habrá otra más pues el río Lerma, se está muriendo.

   Esta fotografía la tomé en enero de 2013 en Uruétaro, apenas 7 kilómetros antes de entrar en Salamanca, justo en el lecho del río Lerma en donde tenía una anchura de....  diez centímetros.


NB: Si te estás preguntando la razón por la cual se desecaban las lagunas y las ciénegas, esto era debido a que entonces no se conocía remedio para la malaria y esos eran puntos de infecciones. Claro, influía más que la razón económica, apoderarse de nuevos terrenos.

Fuentes:

1.- Rivera Campas, Manuel. México Pintoresco. Tomo III. Imprenta de la Reforma. México, 1883. pp.20-25.

2.- González, Pedro. Geografía local del estado de Guanajuato. Tipografía de la Escuela Industrial Militar, Guanajuato. 1904. pp.202-203.

3.- Camacho Pichardo, Gloria. El proyecto de desecación de 1906. ¿Para qué desecar lagunas? Historia de los usos el agua en México. Conagua-Ciesas. México. 1998. pp.153-157 (Edición electrónica)

4.- Ovando, Claudia. Ensayos sobre la ciudad de México. Reencuentro con nuestro patrimonio cultural. Tomo VI. DDF. México. 1994. pp.176-177.