domingo, 29 de agosto de 2010

28 de agosto, día de San Agustín. Su festividad en Salamanca.

Ayer, sábado 28 de agosto se realizó, una vez más en Salamanca y desde hace tres siglos, la solemne misa que en honor del fundador de la orden religiosa, San Agustín, obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia.


Como ya lo habíamos comentado, de San Agustín su iconografía dista mucho de la realidad, pues siendo él de origen Bereberes, sus rasgos deberían ser otros muy distintos a los que las piezas que observamos en su templo en Salamanca, como este lienzo del siglo XVIII en donde es retratado en su juventud, ataviado además, fuera de lugar, es decir, presenta vestimenta usada en el siglo en que fue pintado, no en la realidad que el vivió en el siglo IV siendo un mozo.


Durante los primeros seis días de la novena ofrecida en su honor y en su templo, se exhibió esta escultura “de vestir”, también del siglo XVIII en donde vemos dos de los símbolos agustinos: el corazón del que sale la flama del amor infinito de Dios. Lo vemos vistiendo el hábito de la Orden, el cual es de color negro y llega hasta los tobillos. Está ceñido por un cinturón de cuero negro, de él hay una leyenda en como fue que se volvió parte integrante del vestido agustino, eso lo veremos cuando analicemos el retablo de Santa Mónica. Parte esencial es una capucha en forma de punta o de cono que debe llegar hasta la cintura.


Dentro del templo son muchas las representaciones que encontramos de San Agustín, una de ellas son las esculturas sobrevivientes en los nichos de la fachada, la otra en la torre poniente. Ahora vemos una escultura que forma parte de un retablo, originalmente se encontraba en el de Santa Rita, pero, debido a la clausura de la puerta que conectaba al templo con el convento, hubo la necesidad de tapar la puerta con otro retablo, el de la Virgen Dolorosa y fue allí colocada esta escultura.


Ya en el triduo se presentó una imagen de San Agustín de tamaño natural, de reciente manufactura pero de singular belleza, esta se visitó con la otra forma en que se suele representarlo, en morado y blanco.


La Orden de San Agustín goza de algunos privilegios prácticamente desde sus inicios entre las cuales se destacan:

  • Alejandro IV liberó a la orden de la jurisdicción de los obispos.
  • Inocencio VIII en 1490, concedió a todas las Iglesias de la Orden indulgencias.
  • Desde el final del siglo XIII la Sacristía Pontificia está a cargo de los frailes de la Orden. Este privilegio fue ratificado por el Papa Alejandro VI garantizándola para siempre por una bula promulgada en 1497. Además la orden está a cargo de la Custodia del Sagrario Apostólico
  • Los agustinos están a cargo del servicio en la Iglesia de Sant'Anna dei Palafrenieri, que es la parroquia del Vaticano y su cementerio oficial.

Es San Agustín el que establece las primeras reglas, cuando el Catolicismo se empieza a organizar en el mundo occidental y es de allí que derivan las reglas que, al paso del tiempo, las órdenes religiosas irían tomando como propias.


Se la conoce como las tres reglas de San Agustín porque las elaboró en tres momentos distintos pero en el fondo se reduce a una sola regla. Es la más antigua de Occidente (siglo IV al siglo V). Agustín de Hipona conocido como San Agustín redactó estas normas para organizar la vida de la comunidad cuando fundó en África el monasterio de Tagaste. En ella regula las horas canónicas, las obligaciones de los monjes, el tema de la moral y los distintos aspectos de la vida en monacato.


Muchos monasterios africanos adoptaron las reglas de San Agustín. Siglos más tarde fueron también adoptadas por órdenes clericales como los premostratenses (siglo XII), agustinos (siglo XIII) y los dominicos (siglo XIII).


Lo escrito en cursivas ha sido tomado de Wikipedia. Las fotografías fueron tomadas durante la celebración de ayer, a excepción de la segunda foto la cual, tuve el privilegio de verla hace algunos meses.




viernes, 27 de agosto de 2010

El retablo de Santa Rita de Casia en el Templo de San Agustín en Salamanca

Son doce los retablos que conforman el templo de San Agustín en Salamanca, una vez más haré la aclaración de que para nosotros, los salmantinos, es y ha sido, el nombre con el que nos hemos referido siempre a ese recinto, sin embargo su nombre oficial es otro: Templo de San Juan de Sahagún. Para mi, muy en lo personal, es difícil referirme por su nombre oficial y prefiero el tradicional, aunque se perfectamente que estoy en un error, como quiera, manteniendo la tradición de al menos cuatro generaciones en mi familia, le seguiré dando el nombre de San Agustín.


Cinco de los retablos están dedicados a santos agustinos, tres lo son a advocaciones marianas, uno a las reliquias, uno más a las ánimas y dos Señores. Veremos hoy el de Santa Rita de Casia, que por estar intrínsecamente ligadas en su representatividad, también lo es de la Virgen de la Consolación.


Lo ubicamos como tercero del lado derecho, su forma, su estilo es diferente, sobresale quizá por su sobriedad, si es que en un recinto ultrabarroco podemos catalogar una sección como “sobria”, y así lo considero por ser más plano y mantener pocas esculturas o santos de “bulto”, comparándolo con los otros retablos.


Llama la atención los dos medallones que representan escenas de la vida de Santa Rita. Para esto diré que los retablos son, de alguna manera, una forma artística y bastante rebuscada de evangelizar, incluso en la actualidad, solo que, a diferencia de los primitivos dibujos que se hacían en los primeros templos levantados en la Nueva España, donde las representaciones eran las básicas de infierno, paraíso, nacimiento y muerte de Jesús. En cambio aquí, en los esplendores del siglo XVIII, lo que los retablos nos muestran es la vida, obra y cualidades de los santos, en este caso, de los santos agustinos.


Santa Rita, nacida en Espoleto (1381) y muerta en Casia, (1457) ciudades italianas fue forzada a casarse, las reglas de su época, siglo XV, así lo establecían, su marido, persona agresiva le daba una vida de maltrato y sumisión, tiene dos hijos y vive en la pena continua de soportar una vida que no era la deseada, ella quería ofrecer su vida al Señor pero, las circunstancias no se lo permitieron, como quiera, la oración y una profunda fe la mantuvo con la esperanza de esa mejor vida.


El marido, con el carácter altanero y agresivo muere, al parecer en una riña y la viuda pide al señor que si sus hijos tendrán una vida igual a la de su padre preferiría verlos muertos y, en efecto, los dos niños mueren, ella queda libre y solicita entra en el convento solo que, siendo viuda no es aceptada, insiste con la superiora pero nada, nada la puede convencer. Rita sigue en oraciones y rogaciones para que su deseo se haga realidad.


Y es entonces que el milagro se da, tiene la aparición de tres santos, uno bíblico, San Juan Bautista, uno de la iglesia primitiva, San Agustín y uno más “moderno” San Nicolás de Tolentino y son ellos tres que la conducen al convento, el cual era imposible de penetrar, como quiera, con la santa intervención Rita queda dentro del convento.


No satisfecha con estar allí ahora sus peticiones, sus rogaciones dirigidas al Señor van dirigidas a sentir, a sufrir las penas físicas que Él tuvo en la cruz y, en milagrosa aparición El Señor le da una de las espinas de su corona y aparece en ella el estigma en la frente, esa herida que, mas que un dolor físico, era un privilegio que se le había otorgado.


Rita lleva una vida de recato y oración, vive una vida plena de entrega al Señor y muere siendo consolada por la Santísima Virgen, en este caso, en su Advocación de la Consolación, así es que Rita tiene una buena muerte y pasa a la historia del Catolicismo como ejemplo de prudencia y recato. Es por eso que Santa Rita es la Abogada de los casos desesperados.


Es en su muerte que hay el punto de contacto, en lo conceptual, para desarrollar el arte dentro de este retablo pues es cuando tiene la aparición de la Virgen de la Consolación, recordemos que cuando se reza el rosario en las Letanías lauretanas, invocándola como Consolatrix Afflictorum, consuelo de los afligidos.


Al centro, en la parte baja vemos a Santa Rita ya con el estigma en su frente y sus dos pequeños hijos, en el siguiente, vemos a la Virgen de la Consolación la cual muestra el cinto de cuero negro que ella, María le dio a la Orden Agustina para que lo usaran en su hábito, arriba nuevamente vemos a Santa Rita, aun sin el estigma siendo esta escultura la parte central del retablo.


La Virgen de la Consolación, según la tradición, se apareció en 1605 en la provincia española de Albacete (dentro de Castilla-La Mancha), sobre una Retama a un "morico" (es decir, a un joven descendiente de árabes) llamado Jamet, (es decir, Juan), al que le pidió que fuera al pueblo de Montealegre y pidiera que en aquel lugar se le edificara un templo donde darle culto… típica historia de una aparición mariana del siglo XVI, no está de más anotarlo.


El Templo de San Agustín es, sin lugar a dudas, un libro abierto en el cual, si vamos con la intención de aprender, de ver un poco más allá del arte, recrearnos en él, pero con la idea de entender lo que allí se expresa. Los retablos no son agrupaciones de esculturas y adornos, los retablos son lecciones vivas de la historia, en este caso, de la historia de los santos agustinos.


Sencillamente, sigamos admirándolo desde la óptica, además de artística, conceptual….








Este artículo no hubiera sido posible si no tuviera la valiosísima guía del maestro José de Santiago Silva en su libro El templo agustino de San Juan de Sahagún en Salamanca. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2004.



jueves, 26 de agosto de 2010

Las pechinas del templo de San Agustín en Salamanca

Apenas ayer veíamos la celebración de San Bartolomé Apóstol, santo patrono de Salamanca, y, finalmente, aclaramos esa duda que cargaba desde hace tiempo del por qué se venera, incluso más, a la imagen del Señor del Hospital, concluimos que el Cristo Negro adquirió por sí mismo el patronato de la población en lo que fue Xidóo, el pueblo de indios (como se ha aceptado por tradición dar ese nombre a lo que ahora es Salamanca) y fue San Bartolomé declarado el patrono de la villa de Salamanca, es decir, del pueblo de españoles.


Hoy seguiremos viendo, un poco más a profundidad, los tantos detalles que hay dentro del tempo de San Agustín, otro que si bien no es patrono de la ciudad, sí se venera pues hay aquí desde hace tres siglos y medio un templo levantado por miembros de su orden que es, indudablemente, una joya arquitectónica a la cual le debemos dar el tiempo suficiente para poderla apreciar, sobre todo, saberlo entender en toda esas conceptualizaciones que encierra.


Estamos debajo de la cúpula la cual, evidentemente se asienta sobre cuatro Pechinas, cosa que debemos interpretar, allí se concentran los cuatro pilares de la Iglesia Católica primitiva, debido a que fueron ellos los que marcaron las bases sobre las que se desarrollaron todos los conceptos que la Iglesia mantiene hasta nuestros días, están allí los cuatro Doctores de la Iglesia, los del rito latino. No está de más recordar que hay otra corriente en la iglesia primitiva que desarrolló el rito griego.


“Doctor de la Iglesia es el título que la Iglesia (el Papa o un Concilio Ecuménico) otorga oficialmente a ciertos santos para reconocerlos como eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos. Los doctores de la Iglesia han ejercido una influencia especial sobre el desarrollo del cristianismo, sentando las bases de la doctrina sucesiva”. (Wikipedia)


En la base noroeste del templo de San Agustín encontramos a san Ambrosio (340-397), el patrono de los apicultores y de los fabricantes de velas. Recordemos la importancia del fuego en un templo.


En la base suroeste está san Gregorio Magno (540-604), el que renovara los cantos de alabanza e impusiera la solemnidad de la música en las funciones religiosas.


En la base sureste aparece san Agustín de Hipona (354-430), patrono de los teólogos y fundador de la orden (OSA).


Y en la base noreste ubicamos a san Jerónimo de Estridón (346-420), el que consagró su vida para traducir la Biblia del griego y hebreo al latín. La versión que conocemos como Vulgata (de vulgata editio, “edición para el pueblo”).


Y al bajar la vista de la cúpula y haber gozado de sus pechinas, este es el panorama que observaremos en el espléndido, grandioso, majestuoso, templo de San Agustín de Salamanca, el cual no se llama así, sino Templo de San Juan de Sahagún. Si decides venir a visitarlo recuerda que es de los que cierra al medio día, de 1 a 5. Los sábados, fuera de un par de horas por la mañana, luego la visita se volverá complicada pues este recinto es muy requerido para bodas. En domingo no te recomiendo lo visites, pues las misas además de ser continuas, son de gran afluencia y no lo podrás observar cabalmente.