Recordamos que en noviembre de 2012 se le rindió un homenaje a José Rojas Garcidueñas en el Centenario de su nacimiento, homenaje organizado por la Presidencia Municipal de Salamanca a través de la Casa de la Cultura. En él participé y el enfoque que di en mi ponencia fue relacionado solamente a dos libros que el homenajeado escribió, los dos libros que nos son más accesibles, uno porque es sobre la historia de Salamanca, ese de los Recuerdos de mi tierra guanajuatense, el otro por ser cuentos y relatos, el del Erudito y su jardín, este último reeditado por Editorial La Rana poco después del homenaje.
Leer la obra de Rojas Garcidueñas no es tarea fácil, por un lado está lo complicado de conseguir sus libros en la actualidad, por el otro que para entenderlos necesitamos una serie grande de conocimientos, precisos, vastos, y muy enfocados a la lengua española clásica. Cuando se hizo el homenaje, uno de los ponentes, el que asistió representando a la Academia Mexicana, fue Adolfo Castañón y él dijo, la verdad no estoy seguro si durante el evento en Salamanca, pero sí en el homenaje que se le rindió, también por su Centenario, en la Academia, lo siguiente:
"El bachiller José Rojas Garcidueñas, nuestro decimoprimer secretario —me contó Germán Viveros—, era un maestro singular. Llegaba a su clase y se ponía a hablar en voz alta sobre el tema o motivo que ocupara en ese momento su mente —quizás alguno de los asuntos recogidos en Temas literarios del Virreinato (Miguel Ángel Porrúa, 1981)—, mientras caminaba midiendo el salón con paso ensimismado por las escalinatas de su monólogo, y apenas atento a los engranes de su discurso entre los oyentes, como quien da cuerda a un reloj invisible.
No era tanto un maestro que fuera sacando del discípulo la verdad entrañada como un jardinero despreocupado que fuera rociando con su saber el semillero estudiantil. Era un jardinero de la erudición nacido en 1912, un año antes de la Decena Trágica, en la ciudad guanajuatense de Salamanca, y muerto sesenta y nueve años después en la Ciudad de México. Hizo sus estudios en la Ciudad de México y se graduó con la tesis, luego publicada como libro en 1938 bajo el sello de Ábside, sobre Vitoria y el problema de la conquista en derecho internacional, obra que puso al día el tema inveterado del derecho de los pueblos más fuertes sobre los más débiles, y que en la España del siglo xvi planteó y debatió fray Francisco de Vitoria. (Para seguir leyéndolo, entra aquí.)
Así, pues, tenemos de entrada que la tesis con que se graduó en la UNAM fue tan precisa que, al poco fue editada como libro, libro que trataba sobre la vida de un personaje no tan conocido en esa década de los años treinta del siglo XX, pero que ahora es mencionado ya que fue él quien dio los primeros pasos en lo que son hoy día eso que conocemos como Derechos Humanos. El libro de Rojas Garcidueñas, su tesis, se volvió obra de consulta obligatoria para todo aquel estudioso de esa rama del Derecho. Aparece luego otro libro, su Teatro de Nueva España en el siglo XVI, en el que el principal personaje a tratar es Fernán González de Eslava, uno de los grandes autores novohispanos conocido solamente entre los verdaderos estudiosos de las letras. Y sucede que, en el libro que todos en Salamanca conocemos, el escrito por Rojas Garcidueñas, hace una mención de este personaje, quizá tan sutil que, dentro de la gran cantidad de datos que nos ofrece en su obra, pasa casi desapercibido. Es en la página 25 que menciona a González de Eslava y su Coloquio de los Siete Fuertes. Solamente un erudito podría incluir una referencia de tal nivel asociándola como dato alterno a la ubicación del pueblo en el que él nació.
Y es eso lo que tenemos en Salamanca, Recuerdos de mi tierra guanajuatense. Un montón de datos que, si no los vamos leyendo, analizando y estudiando con suma atención, pasarán totalmente desapersividas notas que son de una riqueza incalculable y los primeros dos "disparos que nos tira" están justo antes del prólogo. Hay allí dos frases en latín que nos dicen mucho, mucho del conocimiento de la lengua clásica y la repercusión que tuvo en el idioma español.
At mihi contingat patrios celebrare Penates. Tibulo.
Salve, parva domus, pariter salvate, Penates Atque Lares, ortus conscia turba mei. Salutatio ad patriam suam. Antonii Nebrissensis.
Efectivamente, nos está hablando de dos grandes muy grandes: Albio Tibulo (Gabii, 54 a. C. - Roma, 19 a. C.) poeta lírico latino. Y Antonio Martínez de Cala y Jarava (Lebrija, Sevilla, 1441 - Alcalá de Henares, 5 de julio de 1522), más conocido como Antonio de Nebrija o de Lebrija, humanista español que gozó de fama como colegial en el Real Colegio de España de Bolonia.
Latín no sé, como quiera, algunas palabras las entiendo, más aun, luego de leer algo, muy poco, sobre la persona que las escribió. En el caso de la primera, at mihic contingat patrios celebrare Penates, fue Tibulo. Menciona a los Penates, cosa que también hará Nebrija en la siguiente frase que usa Rojas Garcidueñas a manera de introducción a su obra sobre Salamanca. Los Penates, o, Di Penates o en forma abreviada Penates eran, en la mitología romana, originalmente genios protectores del almacén del hogar. Posteriormente, se convierten en dioses de los hogares brindando protección a toda la casa (penates familiares o menores), existiendo también los protectores del estado (penates públicos o mayores).
El hacer mención de ellos es una mera deferencia, así como nosotros usamos, hace ya tiempo, aquella frase del "buenos días te de Dios", o más aun, la que se sigue usando: "si Dios me da licencia". Sucede que Tibulo fue enviado a la guerra, iba más bien como acompañante de uno de los principales que como soldado, como quiera vivió una de las intensas guerras romanas. Concluida esta obligación regresa a su tierra, a su Patriam y lo anota como Ptrios, casi por llegar la saluda, la saluda precisamente con esa frase que acabamos de leer. Parece curioso que Rojas Garcidueñas haya elegido precisamente esta frase, esta salutación a la patria, al terruño, o, muy específicamente: a su "tierra guanajuatense".
La siguiente frase es de mayor intensidad aun, esta fue concebida por uno de los grandes de la lengua española, Antonio de Nebrija, creador de la gramática de la lengua española. Fue él quien comenzó a poner orden en la manera de escribir lo que con el tiempo se convirtió en el idioma español. "Y Antonio de Nebrija en salutación que hace a su casa, dijo: Salve parva domus, pariter salvate Paenates. Era aquella muy adargada de Dioses, porque les parecía que uno solo no bastaba para el universal gobierno, y así para cada menudencia querían su Dios: uno para la República (si ya para ella no querían muchos:) otro para el gobierno de casa: otro para la guarda de cada hombre en particular: otro para los animales, y plantas, como Dioses tutelares, y defensores de cada cosa. Y a esto añade Natal Comite en su Mytología, que en el punto de la Diosa Lucina acababa de despachar con su oficio, que era ayudar a la que estaba de parto para sacar a la luz la criatura, luego los Dioses Penates, para que los negocios, que iban a hacer, tuviessen buen despacho, y volviesse a su casa en paz, y prosperidad". (1)
Vuelve a coincidir el concepto, esa salutación a la patria, a la casa, al terruño. Pero Rojas Garcidueñas no va a cualquier referencia, se va a una de las más sublimes, la de Nebrija, el primero que observa la necesidad de reglamentar la manera de hablar y, sobre todo, de escribir el idioma que es nuestra lengua materna. No me cabe la menor duda que, al volver a leer los Recuerdos de mi tierra guanajuatense, lo haré con sumo detenimiento para ir asimilando cada detalle que, seguramente escondido por ahí nos está esperando.
Fuente:
1.- Segunda parte del Theatro de los Dioses de la Gentilidad. Escrito por el padre Fray Balthazar de Vitoria, Predicador de San Francisco de Salamanca y natural de la misma ciudad. Madrid, 1738. Ojo, esta obra está "pasada por ojos" de Lope de Vega para su aprobación, lo puedes ver en la cuarta imagen de éste artículo.
Realmente me parece exhaustivo tu estudio y donde inicia la sabiduria de conocer lo que mueve al escritor. Gracias por compartirlo.
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