La estampa que vemos la hizo el gran José Guadalupe Posada, seguramente conocía bien la imagen del Señor del Hospital de Salamanca pues, viviendo en León, estaba dentro del área de influencia del culto hacia el Cristo negro; pero debemos tener muy en cuenta que si alguien sabía de imaginería religiosa de finales del XIX y principios del XX era precisamente él, pues buena parte de su trabajo se concentraba en la reproducción de todo tipo de imágenes religiosas en boga en aquel tiempo.
Son varias las veces que me han preguntado sobre leyendas de Salamanca, más veces me han hecho preguntas sobre los túneles de San Agustín; en ambos casos siempre respondo lo mismo: no tengo datos porque son temas que no me atraen en lo mínimo.
Cuando supe sobre esto que ahora te comento, pensé se trataba de una leyenda, pero, al ver los personajes, las circunstancias y, sobre todo, la referencia de quien lo estaba platicando, es decir, quien lo escribió, me confirmó que los hechos fueron reales, que sucedieron en la Villa y que gracias a la pluma de Lucas Alamán, nos quedó para que se sepa de lo que en Salamanca ocurría durante los aciagos años de la guerra de Independencia.
Son pocas las poblaciones que se mantuvieron atentas, temerosas, participativas o, repulsivas, según sea el caso, durante los once años que duró el movimiento de insurrección. La guerra de Independencia fue regional, de pronto había enfrentamientos en una zona, luego seguían en otra, pero en Salamanca y Valle de Santiago permanentemente hubo encuentros, enfrentamientos, choques, ataques, asaltos, incendios...
Fueron muchos los personajes que participaron en los muchos hechos ocurridos, poca noticia tenemos, localmente, de ellos. Para 1811 podemos anotar al brigadier Torcuato Trujillo y al coronel Antonio Linares, entre otros. En Salamanca el cura que atendía la parroquia era Mariano Páramo. Todos ellos fueron partícipes de esta anécdota de cuando, ante los inminentes fusilamientos que harían los realistas, el cura no encontró otra cosa para distraer la atención de los jefes realistas y evitar así la muerte de estos, seguramente, inocentes, cuando mandó repicar las campanas gritando que !El Señor del Hospital está sudando! ¡Milagro! ¡Milagro!.
En realidad lo que había hecho el cura era embadurnar la imagen con un cierto ungüento que, al calor de las velas, producía un efecto de sudoración. Todo indica que sí pudo salvar a estos insurgentes, aunque fuera por unos poco días...
Sobre el coronel Linares leo en la Historia de Méjico de Niceto Zamarcois (T-9,p.20): "Había quedado de comandante de la ciudad desde la salida de Trujillo, el teniente coronel D. Antonio Linares, hombre que reunía al valor y la pericia, la humanidad y más nobles sentimientos".
Sobre el coronel Linares leo en la Historia de Méjico de Niceto Zamarcois (T-9,p.20): "Había quedado de comandante de la ciudad desde la salida de Trujillo, el teniente coronel D. Antonio Linares, hombre que reunía al valor y la pericia, la humanidad y más nobles sentimientos".
La historia y sus referencias las puedes leer completa aquí.
Me gusta y no conocía la anécdota. Gracias por compartir,
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