La versión del Lic. José Rojas Garcidueñas, ilustre salmantino que publicó en 1982 en Editorial Purrúa, su obra: Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense; respecto a la leyenda del Señor del Hospital nos comenta lo siguiente:
Relativo a esta época es el relato o historia del Señor del Hospital de Salamanca, que contiene muchas referencias e información de tal época, de la cual tenemos tan escasas fuentes de datos, de manera que los de tal relato no deben ser menospreciados, por el contrario, resultan sumamente apreciables, como sucede en otros semejantes relatos piadosos como los de la imagen del Señor de Santa Teresa, de la Virgen de San Juan de los Lagos que escribió el padre Florencia, y muchos.
Este relato dice, y yo creo que efectivamente es verdad, que hacia 1560 (fecha probable), donde hoy es Salamanca era una propiedad de Sancho de Barahona, administrada por su cuñado Baltasar de López Ledesma, colindante al oriente con el pueblo de Xidóo, por el sur su límite era el río Lerma, que el relato llama en otomí “madonté”, por el norte “no se podía decir hasta donde llegaba”; es decir, estaba mal deslindada, y al poniente “siguiendo el río y saliendo de Xidóo al amanecer ya entrada la noche se llegaba a los límites de la Estancia por ese lado”, lo que con toda la imprecisión y posible exageración podrían ser cuatro o cinco leguas río abajo, rumbo a Pueblo Nuevo. También nos informa el relato que había entonces dos capillas: una, de San Juan Bautista, en el pueblo otomí de Xidóo y otra, dedicada a la Virgen en su advocación de la Asunción, junto a “unos cuartos donde curaban a los enfermos y que por esta razón se llamaba el Hospital, por lo que tal capilla unos le decían Capilla de la Asunción por la Virgen que allí estaba y otros Capilla del Hospital”, y en el relato termina afirmando que a tal lugar llegó, por el año de 1563, el señor Obispo don Vasco de Quiroga.
Relativo a esta época es el relato o historia del Señor del Hospital de Salamanca, que contiene muchas referencias e información de tal época, de la cual tenemos tan escasas fuentes de datos, de manera que los de tal relato no deben ser menospreciados, por el contrario, resultan sumamente apreciables, como sucede en otros semejantes relatos piadosos como los de la imagen del Señor de Santa Teresa, de la Virgen de San Juan de los Lagos que escribió el padre Florencia, y muchos.
Este relato dice, y yo creo que efectivamente es verdad, que hacia 1560 (fecha probable), donde hoy es Salamanca era una propiedad de Sancho de Barahona, administrada por su cuñado Baltasar de López Ledesma, colindante al oriente con el pueblo de Xidóo, por el sur su límite era el río Lerma, que el relato llama en otomí “madonté”, por el norte “no se podía decir hasta donde llegaba”; es decir, estaba mal deslindada, y al poniente “siguiendo el río y saliendo de Xidóo al amanecer ya entrada la noche se llegaba a los límites de la Estancia por ese lado”, lo que con toda la imprecisión y posible exageración podrían ser cuatro o cinco leguas río abajo, rumbo a Pueblo Nuevo. También nos informa el relato que había entonces dos capillas: una, de San Juan Bautista, en el pueblo otomí de Xidóo y otra, dedicada a la Virgen en su advocación de la Asunción, junto a “unos cuartos donde curaban a los enfermos y que por esta razón se llamaba el Hospital, por lo que tal capilla unos le decían Capilla de la Asunción por la Virgen que allí estaba y otros Capilla del Hospital”, y en el relato termina afirmando que a tal lugar llegó, por el año de 1563, el señor Obispo don Vasco de Quiroga.
Algunos autores dudan de que tal año haya don Vasco realizado visitas a lugares tan lejanos de su extenso obispado, como también se ha discutido si los múltiples hospitales que se establecieron en el siglo XVI en Michoacán y Guanajuato fueron fundados por obra de don Vasco o del gran misionero fray Juan de San Miguel; pero el biógrafo de don Vasco dice que el Obispo ordenó que “en cada pueblo se fabricase a no mucha distancia de la parroquia, una casa con la decencia posible, en la que hubiese separación y división de piezas para diversos usos”, por eso parecía que cuando se construyó el pequeño hospital ya hubiese parroquia, lo cual no consta y es poco creíble pero lo da por supuesto y hasta afirma el mismo licenciado Moreno en su obra Fragmentos de la Vida y Virtudes del V. Illmo y Rbmo. Sr. D. Vasco de Quiroga, publicado en 1939; que el Obispo Quiroga “Finalmente, erigió los Beneficios de las Villas de San Miguel y Salamanca que comprendían, por entonces, lo que hoy son Curatos separados en la Congregación de Dolores y Valle de Santiago” y poco después añade: “Algunos de estos Cuartos (los citados y otros) se erigieron en lugares que al mismo tiempo se fundaron en la tierra de los chichimecas, reducidos y pacificados por la industria de nuestro Obispo…” Ahora bien, San Miguel se fundó en 1555 y Salamanca casi cuarenta años después de la muerte de don Vasco; ¿cómo pudo erigir curatos en lugares que no existían? O es que ¿quiere decir Moreno que don Vasco designó curas para atender poblados que luego fueron San Miguel y Salamanca? Todo esto me parece muy dudoso; el licenciado Moreno escribió su libro sobre don Vasco a comienzos del siglo XVIII (la primera edición es de 1722) y es indudable que su información no fue completa. Pero no solo estas páginas para aclarar tales problemas, que requerirán otras investigaciones especiales para completar la biografía de Don Vasco de Quiroga y la historia del Arzobispado de Michoacán.
De todo lo escrito por Don José Rojas habrá que hacer solo una observación, el pintor Candelario Rivas no es de origen leonés, sino zacatecano. El licenciado Rojas Garcidueñas es una persona sumamente docta, es interesante saber que hay un salmantino que llegó a los niveles tan altos que él llegó en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y fue socio de número en la Academia Mexicana. Su biografía aparece en Wikipedia, la puedes ver en el siguiente enlace:
http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Rojas_Garcidue%C3%B1as
De todo lo escrito por Don José Rojas habrá que hacer solo una observación, el pintor Candelario Rivas no es de origen leonés, sino zacatecano. El licenciado Rojas Garcidueñas es una persona sumamente docta, es interesante saber que hay un salmantino que llegó a los niveles tan altos que él llegó en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM y fue socio de número en la Academia Mexicana. Su biografía aparece en Wikipedia, la puedes ver en el siguiente enlace:
http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Rojas_Garcidue%C3%B1as
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