Eran los chichimecas quienes poblaban la zona, ellos, como nombre genérico llevaban este nombre que significa algo que los aztecas despicaban y de ahí el uso de chichi que significa perro, para denominarlos. Los chichimecas eran tribus nómadas que vagaban por la zona conocida por aridoamérica, lo que es el actual estado de Guanajuato, así como Aguascalientes, Zacatecas y San Luis Potosí.
Su vida era dura, sin asentamientos y en continuo movimiento, en busca de comida que la naturaleza ofrecía y de los animales como roedores, lagartijas, coyotes y venados que también consumían, daban a ellos un dejo de fiereza. En continua lucha ente ellos mismos y los pueblos cercanos, como el otomí y tarasco era, precisamente en Salamanca, en donde se congregaban estas tres razas, a cual más distinta en su modo de actuar y docilidad.
Es don Isauro Rionda Arreguín, cronista de la Ciudad de Guanajuato y director del archivo histórico del estado quien nos comenta mas sobre ese álgido período en su libro Capítulos de Historia Colonial Guanajuatense, Universidad de Guanajuato, 1993,: “Casi al final del siglo XVI el territorio del actual estado de Guanajuato, sobre todo el Bajío, ya se encontraba totalmente ocupado por villas de españoles o sus hijos, pueblos de indios, estancias ganaderas que en mucho se estaban convirtiendo en agrícolas y algunos ranchos sueltos dedicados al cultivo de cereales que casi en su totalidad se consumían en los reales de minas más cercanos”.
Don Isauro continúa así: "Propiamente para los años sesentas del XVI, la fértil campiña de la próxima Salamanca novohispana se encontraba repartida y posesionada en estancias ganaderas de españoles y una que otra aldea indígena, lo que había ocasionado en crecimiento de la población blanca, india y mestiza, sin faltar la negra y mulata, como lo viene a comprobar que para el año de 1563 el obispo de Michoacán Don Vasco de Quiroga, haya designado párroco para la región, con asiento, templo y hospital, en la estancia administrada por Baltasar López de Ledesma y propiedad de un tal Sancho de Barahona, gachupín de reciente arribo al promisor nuevo mundo, lo que no nos debe ser extraño, pues en este momento pocas eran las parroquias en el Bajío que comprendían a un solo centro de población, como ciudad, villa o pueblo, sin que “diversas unidades territoriales, tales como varios pueblos, lugares o haciendas o ranchos…” como nos lo dice Claude Morín”.
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