Una vez más llegamos al final de lo que desde hace un tiempo se nombra el "maratón Guadalupe-Reyes", aquí en Salamanca, y desde mi óptica vi unos festejos un tanto cuanto desanimados, quizá debido a la crisis en la que estamos metidos, como quiera, quién pudo festejó, quién quiso festejó; hubimos quienes ni pudimos ni quisimos. Las roscas, esta vez, de elevado precio...
La tradición ya centenaria se dio una vez más en Salamanca y desde un día antes ya se comenzaban a montar los Carros Bíblicos.
Sólo los que vivimos en la calle Juárez nos enteramos del trabajo que implica montar la escenografía de cada uno de los carros que forman la tradición creada por el Padre Bustos en el siglo antepasado.
Uno a uno se van formando, se van pintando, se van adecuando los diseños ya establecidos.
Y en la Casa de la Cultura desde mucho tiempo antes se preparan uno a uno los grupos que conforman cada uno de los carros.
Y van quedando adecuados, ordenados, ya organizados, para en la noche del día de Reyes salir en el tradicional recorrido.
Y las tiendas hacen su último esfuerzo por sacar las prendas de invierno...
Y el desfile comenzó... sin faltar los vendedores ambulantes.
En las esquinas donde se hacen las paradas para que el grupo musical que acompaña a cada carro se instale y los coros se acomoden en su lugar y da inicio la tradición... los asistentes se arremolinan en rededor de cada carro.
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