"La guerra de Independencia rompió el equilibrio urbano de la época colonial al afectar a las zonas que más se habían desarrollado en los últimos años del virreinato: el Bajío y la zona del camino México-Veracruz. En efecto, el centro agrícola-minero más próspero de los últimos años de la Colonia, el Bajío, fue el escenario de las más crueles luchas en los primeros años de la guerra de Independencia.
Cuando Ward [el encargado de negocios de la Corona inglesa, uno de los primeros embajadores que hubo en el México independiente] viaja de Querétaro a Celaya en 1826, describe un paisaje rural bien distinto del que había observado Humboldt. Ward se encuentra con grandes extensiones de terreno inculto "cubiertos de mimosas", sin ninguna huella de haber sido nunca aprovechadas para la agricultura. "Aunque se me aseguró -escribe- que gran parte de esa tierra había dejado de trabajarse durante la Revolución.
Las consecuencias de los años violentos fueron muy imortantes para el equilibrio agrícola de la zona. Las presas y los bordos de las haciendas propiedad de españoles fueron destruidas por los Insurgentes. Con ello, tierras que antes habían sido utilizadas en la agricultura de riego, quedaron reducidas a terrenos de temporal, pues la inestabilidad de la región y el abandono de las propiedades por los hacendados ricos impidió la reconstrucción de los sistemas de riego coloniales.
La guerra de Independencia produjo dos cambios fundamentales en el equilibrio de esta zona. En primer lugar la incorporación de hombres a los ejércitos contendientes, durante los diez años que duró la guerra, redujo de manera considerable la mano de obra agrícola. Además, muchos de esos hombres se perdieron en la lucha misma (la tradición dice que Hidalgo, en la derrota de Arroyozarco [sic] perdió más de 20,000 "indios"). Pero sobre todo, debe pensarse que al suspenderse la actividad de las minas de Guanajuato, se acabó con el principal mercado de producto agrícolas de la zona. Sin sistema minero que abastecer, la agricultura perdió el generador de su dinámica.
En 1827 las ciudades menores del Bajío y todas aquellas que de una u otra forma se encontraban ligadas a su zona, desde Salamanca y Celaya hasta Acámbaro, se encontraban "practicamente en ruinas". El Bajío, la región más desarrollada de los últimos años del vierreinato, había sido -quizá por eso mismo- la "cuna" del movimiento Insurgente, y en consecuencia, el teatro de la más violenta represión armada por parte de los ejércitos realistas". (1)
Fuente:
Moreno Toscano, Alejandra. Cambios en los patrones de urbanización en México, 1810-1910. El Colegio de México.
http://codex.colmex.mx:8991/exlibris/aleph/a18_1/apache_media/P75Y5AQB7V28TSRUDG9BG24C6991HU.pdf
Gracias Benjie.. Salu2
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