El origen de artículo comenzó hace algunos meses cuando, en sobremesa dominical, una muy querida Tía, me comentaba de los recuerdos mas antiguos que sobre el Templo del Señor del Hospital tenía, me contaba como fue que en varias ocasiones tuvo el honor de ser ella la encargada de hacerle la limpieza necesaria, humedeciendo algodones en un aceite para que la imagen de Nuestro Señor en la advocación del Señor del Hospital se mantuviera siempre limpia y resistiera el paso del tiempo. Pero hubo algo que me llamó mucho la atención y fue cuando me dijo:
No tienes idea de la cantidad de retablos que había en las paredes.
¿A los ex votos te refieres? –le pregunté-
Si, hombre, a esas pinturas que la gente antes acostumbraba llevarle al Santo que había intercedido en ayudarle a resolver algún padecimiento, a esos retablos me refiero. Las paredes estaban completamente llenas, pero no al templo que ahora es Parroquia sino en las del Expiatorio. Y ella continuó su relato. Una vez el padre decidió lavar las paredes del templo, estaban ennegrecidos por la cantidad de hollín de las velas, era increíble ver como iban surgiendo los dibujos que siempre han estado allí, esos con los que decoraban antes los templos, pero no se veían por todo el hollín y polvo acumulado.
Y… ¿en dónde quedaron todos los retablos? –inquirí-
Ah, eso no lo se, pero eran muchos.
Fue entonces que me dediqué a tratar de encontrar más información sobre la existencia de esos retablos. Les pregunté a varias personas de Salamanca, pero nadie me supo decir nada al respecto, me sugirieron hablar con algunas personas que estuvieron muy ligadas al templo pero, dada su edad y estado de salud, me fue imposible conversar con ellos.
Finalmente un día calló en mis manos
Cuando eso sucedió, cuando leí la nota, hice una reflexión que aquí mismo publiqué:http://elsenordelhospital.blogspot.com/2009/07/los-ex-votos-desaparecidos-de-el-senor.html , ahí decía que de ser cierto el comentario del Dr. Atl, estábamos ante el más grande de los halagos que se pudieran hacer hacia estos trabajos, también comentaba ahí que todo esto era una deducción y que no contaba con el documento que lo autentifique, pues bien, el documento lo encontré en
Al adentrarnos ligeramente a la pintura mexicana, resaltan los nombres de Cabrera, Villalpando y Juárez en el período Novohispano, los de José María Velasco y Hermenegildo Bustos, entre otros, en el siglo XIX y es allí donde surge la importante obra de Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl. Originario de Guadalajara, su inquietud por el arte lo llevó a trasladarse a
Ese catálogo se tradujo en un libro de varios tomos en donde dio relevancia especialmente a los pintores populares de México, destacando siempre el trabajo desarrollado en los retablos o exvotos. Este estudio lo trajo, efectivamente a Salamanca en 1921, cuando aun estaba en construcción
El Señor del Hospital en Forma.
La única colaboración del Dr. Atl en la revista Forma, dirigida por Gabriel Fernández Ledesma, fue el artículo titulado “Los Retablos del Señor del Hospital”. En el transcribió un texto publicado en la segunda edición (1922) del catálogo Las artes populares en México.
En este “nuevo” artículo publicado en Forma, el autor inició su exposición refiriéndose a la conveniencia de presentar “el estudio de los productos de la inteligencia popular a meras monografías”, pues esto facilitaría la explicación de las cualidades de las diversas ramas artesanales.
Conforme el Dr. Atl fue involucrándose en el tema de los retablos, tuvo un viraje cualitativo en torno a su percepción del exvoto o retablo. Hizo notar que en Salamanca, Guanajuato, encontró un gran número de pequeñas pinturas votivas de calidad, dedicadas a “un Cristo famoso, un Cristo de madera, de tamaño natural, pintado de negro, con un cendal blanco y coronado de espinas blancas, vibrante de tragedia y de una plasticidad cinquecentesca”. El Dr. Atl explicó que “casi todos estos retablos de muy pequeños tamaños y pintados en hoja de lata, (muy), pocos en tabla, (tienen) la peculiaridad, en su mayoría, de marcar una tendencia al retrato, retratos muy elementales, pero con mucho carácter, no solo en la fisonomía sino en las actitudes “. Dichos retablos poseían, además, “una grande vivacidad de color (…), especialmente los de un pintor que (debió ser) muy popular a juzgar por el gran número de sus obras guardadas en la pequeña capilla donde se exhibió durante largos años el Crucificado milagroso”.
Fotografía del Dr. Atl de 1932, una década después de que se admirara de los retablos ó Exvotos que se le dedicaron al Señor del Hospital.
Continúa Olga Sáenz: “Como se puede apreciar, en esta ocasión el Dr. Atl concedió un mayor reconocimiento a la pintura popular religiosa, al través de la serie de retablos con la imagen del Cristo Negro. Este nuevo punto de vista del Dr. Atl contrastó con las referencias que él mismo hizo en la primera edición (1921) de Las artes populares en México, mismas que volvió a citar en la revista Forma. Sus juicios fueron muy críticos con los retablos populares, con excepción de aquel artista anónimo de vocación votiva:
“No me fue posible, por más investigaciones que hice, encontrar el nombre de ese pintor cuyo estilo se diferencia inmediatamente entre los millares de retablos colgados en las paredes del templo. Es un pintor simplista, espontáneo, con una visión del color muy característica en las obras del Bajío –azules luminosos combinados con tonos obscuros de azul profundo y rojos chinos”.
Después de elaborar esta breve descripción de la serie de retratos anecdóticos, con la referencia del Cristo de Salamanca, el Dr. Atl transcribió textualmente el capitulo cuarto de la primera edición del catálogo Las Artes populares en México, dedicado al “Arte religioso”. En él advirtió la nostalgia de un México bucólico y eminentemente provincial que paulatinamente desapareció como consecuencia del proceso de industrialización. “las manifestaciones del arte popular religioso –aseguró el Dr. Atl-, tan abundantes hasta la mitad del siglo pasado (XIX), son muy escasas actualmente. El industrialismo internacional ha sustituido las ingenuas e interesantes obras del sentimiento indígena con cromos baratos, con medallas acuñadas por millones y con esculturas policromas fabricadas en Barcelona”.
La conclusión a la que llegamos es simple adivinar, es una sola: ¿En dónde habrán quedado todos esos magníficos retablos que llegaron a impresionar incluso a Gerardo Murillo, el Dr. Atl?
Es triste ver que son pocas las personas interesadas en conservar no solo las tradiciones, sino también el patrimonio arquitectónico y artístico que existe en Salamanca. Como muestra tenemos los retablos o ex votos que quizá estén en alguna colección privada o tirados en alguna de las casas abandonadas que hay en el centro de esta ciudad. Al menos el testimonio, valiosísimo, del Dr. Atl ha podido sobrevivir a esta barbarie patrimonial.
La revista electrónica del Instituto de Investigaciones Estéticas de
http://www.esteticas.unam.mx/revista_imagenes/anotaciones/ano_bravo04.html
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