jueves, 14 de mayo de 2009

Recuerdos de mi visita a El Señor del Hospital

Una de las gratas sorpresas que se lleva uno con la gente mexicana que por razones varias emigra de México a los Estados Unidos es ver que mantienen vivo el recuerdo de la tierra de origen, de sus tradiciones y es muy agradable cuando las comparten, como es el caso de José Alfredo Medina González, de Pueblo Nuevo, Gto., que ahora vive en los Seattle y nos cuenta su historia con El Señor del Hospital:

Hoy es el martes santo de Semana Mayor. En Pueblo Nuevo se acostumbraba ir de visita a Salamanca a la parroquia del Señor del Hospital. El señor del Hospital es una escultura de pasta de caña de las de Michoacán que supuestamente, también donó Don Vasco de Quiroga desde Pátzcuaro, igual que la escultura de Nuestra Señora de la Candelaria del pueblo. Todas estas historias parecieran leyendas. Al leerlas uno, se me figura que se está efectivamente, leyendo una leyenda fantástica y llena de imaginación ajena a la realidad.

Por estas fechas, se hacían viajes especiales en camión hasta Salamanca. La gente se estaba en Salamanca todo el día y ya por la tarde, regresaba al pueblo, satisfechos de haber ido a visitar al Señor del Hospital y rogar o cumplir "mandas" por milagros que se desean o que se los ha hecho el Santo Cristo.

Recuerdo que mi abuelo me contaba que al llegar a Salamanca y naturalmente después de haber cumplido su cita con el Señor del Hospital, iban a comprar pan de leche, quesadillas y charamuscas de horno, etc. y se iban a los baños. Supuestamente había, no se en donde, en Salamanca, un ojo de agua termal a la que acudía la gente a supuestamente sanarse. Ya ven que muchas cosas en México tienen propiedades curativas dicen y la gente les creé.

Como mis tíos Salvador (Mano o Lolol) y mi Ramón (Mon) Ramos eran los propietarios de la línea de camiones que circulaba primeramente a Salamanca y con el tiempo a Irapuato. Naturalmente que todo Pueblo Nuevo iba a Salamanca y era como un día de paseo. Supuestamente mi abuela Mamá Toña Ramos iba a visitar a su nana que era y vivía en Salamanca. Se llamaba Gerarda Olivares y parece que llegó a Pueblo Nuevo como asistente del señor cura Fray Ángel Manuel Gazca al inicio del curato local de mi pueblo. Fue la nana de mi bisabuela Antonia Rivera Mota y luego de mi abuela al morir su madre. La cuestión es que la visitaban y le llevaban provisiones. Chocolate, piloncillo, arroz, canela, azúcar, etcétera y de paso, la visita obligatoria a los templos y parroquias de Salamanca. Era toda una fiesta el ir no como ahora, que es una simple visita que se hace como a cualquier pueblo y en menos de lo que canta un gallo. Los caminos no son lo que fueron y es muy fácil el ir y venir.

Naturalmente que también iba mucha gente a pagar sus mandas a pié, en peregrinación. Mucha gente pasaba por el pueblo que venía desde las poblaciones cercanas a la ciudad de Abasolo. Venían y paraban de paso por la parroquia del pueblo, había repique de campanas como a eso de las dos o tres de la tarde. Veíamos a los peregrinos con cansancio reflejado en sus rostros sudorosos y llenos de tierra. Recuerdo claramente ver a las mujeres con zapatos de hule, falda y rebozo y a los hombres de huarache. Portaban banderas de sus congregaciones y entraban al pueblo cantando a Dios. Eran peregrinaciones larguísimas. Me figuro que venían de pueblos tan distantes como El Zorrillo, San José de Peralta, La Labor de Peralta, El Brete, Boquillas, Rancho Nuevo de la Cruz, Las Masas, La Laguna Larga, Bernales, Las Guadalupitas, Las Crucitas, La Tinaja de Bernales y todos esos ranchos cercanos. Creo que en la actualidad, muy poca gente va a Salamanca a agradecer los favores y gracias al Santo Cristo del Señor del Hospital.


Más recuerdos y comentarios de José Alfredo Medina los podrán leer en su blog:
http://diariodealfredo.blogspot.com/

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