viernes, 26 de abril de 2013

Tomás Manuel Resámano: El salmantino que pudo haber cambiado la Historia de México.

    El 2010, año del Bicentenario, nos sirvió a muchos para repensar la historia de México en el largo capítulo que duró once años, tiempo durante el cual se desarrolló la guerra de Independencia. En todos los Estados que conforman la República Mexicana este ejercicio sirvió para rescatar del olvido a muchos de los participantes del movimiento de insurrección que trajo por consecuencia el termino de tres siglos de domino español. Especial cuidado se tuvo en darle nombre y apellido, apodo en algunos casos, a las mujeres que se mantuvieron siempre más que en el anonimato en el olvido. Se difundieron nombres de participantes que eran conocidos a nivel local y que su participación fue de importancia. Se me viene a la cabeza un nombre, por mencionar solo uno: Víctor Rosales, conocido en Zacatecas pero desconocido en el resto del país, tan es así que cuando se hizo la exhumación de los restos de los héroes en la Columna de la Independencia, muchos se preguntaban quién habrá sido este personaje.

    En Salamanca, sitio de enfrentamiento de realistas e insurgentes, surgieron los héroes locales que son, hasta el momento los más conocidos: Albino García, Tomasa Estévez y Andrés Delgado. Hubo otros salmantinos que participaron también en el movimiento y que fueron aprehendidos y fusilados junto a Tomasa Estévez, ellos fueron: Miguel Yáñez, José Esquivel y Eustaquio Hernández, los tres detenidos por las tropas de Agustín de Iturbide. De otros personajes tenemos sus nombres, que si bien no eran originarios de Salamanca, pero sí avecindados allí, fueron convocados a Granaditas para ser aprehendidos y ejecutados junto a los demás españoles, se trata de Agustín Cañas y su familia.

   A ellos debemos agregar Joseph Thomas Manuel Resámano Manríquez, nacido en la villa de Salamanca el 12 de abril de 1781, hijo de Joseph Guadalupe Resámano y Manuela Manríquez, casado con Susana Parra Rosillo. Su padre era indio según consta en el acta de bautismo. Al parecer Tomás Manuel Resámano se une al movimiento de insurrección desde el inicio, quizá cuando el cura Hidalgo pasó por Salamanca rumbo a Guanajuato. Adquirió el título de Sargento Primero de Caballería de a Pie luego de la consumación de la Independencia y, al parecer fue enviado a servir a Campeche, lugar en donde bautiza a su hija María Gracida Leónida en 1822. Tomás Manuel, al parecer, tuvo tres hermanos: José María de los Santos, (1776); Pedro José, (1782) y Guadalupe, (1785); todos ellos murieron siendo niños. (1)

    Todo hace pensar que Resámano era bien conocido por los principales dirigentes del movimiento Insurgente, fue testigo de los acontecimientos de Acatita de Baján y no fue detenido debido a que iba vestido a la usanza indígena de la región, como comanche. Resámano servía como correo, esto nos da una idea del nivel de cercanía con Hidalgo, Allende, Abasolo y Jiménez. Tuvo contacto también con Rayón y con fray Servando Teresa de Mier. Esto nos dice de la proximidad que había entre él y los principales caudillos y del grado de confianza que existía entre ellos, aunque, por lo dicho por Allende, -según lo asienta Carlos María de Bustamante- él, Resámano, pretendía darse notoriedad y debido a esto fue que la historia siguió el curso que conocemos pues, de haberse dado atención al mensaje que llevó a Hidalgo Resámano se hubiera evitado la detención que hubo y la consecuente ejecución de los iniciadores del movimiento de Independencia. 

    "Elizondo no fraguó su traición tan en secreto que no se supiese en tiempo y pudo remediarse. Doña Teresa Taboada dijo a Don Tomás María Resámano, originario de la villa de Salamanca, hoy sargento primero de Artillería de a pie, que caminaba con el ejército y acompañó a Hidalgo desde la noche que dio la voz de libertad en Dolores... No marche Vd. para adelante, quédese aquí porque están situados el capitán Colorado y Elizondo con fuerza para prenderlos : a las ocho de la noche, víspera del suceso, Resámano pasó a darle aviso a Hidalgo, quien muy luego se lo dijo a Allende, mas despreció el aviso diciéndole: No haga Vd. caso de Resámano que es puerto de malas nuevas, y tendrá gana de quedarse por alguna moza...Hidalgo le dijo: dice Vd. bien; pero es que ofrece traer la carta que le ha escrito a D. Juan Taboada en que así consta... No hay que hacer caso, respondió Allende, ese hombre es medo loco... Resámano acompañó a los Generales hasta Acatita de Baján : presenció la prisión, más como iba vestido con una cuera de los indios comanches, debieron de creerlo tal y así es que no lo arrestaron: huyó pues, y alcanzó a Iriarte, y regresó a donde estaba Rayón, a quien dio de los primeros avisos de esta desgracia: no le fue menos para él pues teniendo en consideración esta noticia con su pérfida conducta anterior, fue causa de que se acelerase su muerte como ya hemos visto. (2)

   El dato de esta anunciada traición nos lo reafirma el Dr. Luis Mora en su estudio de México y sus revoluciones: "El día 11 de marzo salió de Saltillo esta especie de caravana e hizo camino hacia Monclova pro Santa María , Anelo, Punta del Espinazo del Diablo, Salida del Espinazo del Diablo y Acatita de Baján; la marcha fue lenta y penosa por lo crecido de los equipajes, la falta de subsistencias, y sobre todo por la escasez de agua, pues las siete norias del tránsito únicas que las ministran estaban ensolvadas por disposición de Elizondo según se supo después. 

   Este jefe resuelto a sorprender como va dicho a los fugitivos se puso de acuerdo con don Manuel de Ochoa, gobernador de la provincia , y que se hallaba en Monclova y salió de este lugar con su fuerza compuesta de trescientos cuarenta y dos hombres el 19 de marzo para verificarlo situándose en Acatita de Baján el 20. El proyecto de Elizondo y las inteligencias con Ochoa no fueron tan secretas que dejasen translucirse; la mujer de Abasolo, doña Manuela Taboada, tuvo noticia segura de ellas y las puso en conocimiento de Hidalgo que hizo otro tanto con Allende; pero este despreció el aviso y la marcha continuó". (3)

   De Tomás Manuel Resámano no se vuelve a saber más, todo indica que siguió participando en con el ejército Insurgente, tal vez al lado de Rayón pero, luego del pasaje reseñado por Bustamante del 21 de marzo de 1811 no tenemos mayor dato que la referencia que hace de él quince años después, fray Servando Teresa de Mier, en una de las carta enviadas a don José Bernardino Cantú fechada el 31 de agosto de 1826:

   "... allá envío a Resámano, marido de Susana Rosillo que he sacado de Sargento de Artillería a Teniente efectivo con grado de Capitán de la misma arma..." (4)

   De Susana Rosillo o Susana Parra, hay algunas referencias en el Archivo Histórico de Saltillo pero no he podido tener acceso a él.

   El 3 de diciembre de 1827 muere fray Servando, de Tomás Manuel Resámano no se vuelve a saber nada. En algún momento, luego de esa encomienda de llevar la carta al canónigo Cantú, es trasladado a la ciudad de Campeche o algún punto cercano, ya que el 8 de agosto de 1828 nace su hija que es bautizada al día siguiente en el Sagrario de la Catedral de Campeche. De Resámano no volveremos a saber nada más, fuera de que, si su mensaje hubiera sido bien entendido, la Historia de México hubiera tomado otro rumbo. Será bueno incluir en el panteón de los héroes y personas distinguidas de Salamanca a este olvidado personaje.


Fuentes:

1.- Family Search. net

2.- Bustamante, Carlos María. Cuadro histórico de la revolución de la América Mexicana. Imprenta de la Águila. Carta Perimera.  México, 1823.

3.- Luis Mora, José María. México y sus revoluciones. Editorial Porrúa. Tomo II. México, 1986. pp. 133

4.- Fray Servando. Biografía, discursos, cartas. Edición Conmemorativa. Universidad Autónoma de Nuevo León. Monterrey, 1977. p. 215

jueves, 25 de abril de 2013

Las haciendas de Thena: Memoria olvidada de Salamanca.

    A la mayoría de los salmantinos será difícil, por no decir que imposible, ubicar dos haciendas, que llevaron el nombre de Tena. En ocasiones fue escrito como Thena y en otras como Tenita. Al final se referían a dos sitios que hubo alguna vez en la villa de Salamanca, en sus proximidades pues solo una legua o legua y media las separaban, esto rumbo al norte y dos leguas y media, en dirección oriente hubo otra propiedad que llevó también el nombre de Tena.

    La razón de que se llamen Tena o Thena, es un misterio, quizá se referían al apellido del propietario pero, al parecer, no hubo familias que llevaran ese nombre en el siglo XVI que estuvieran asentadas en la villa de Salamanca. Pero sí había una persona con ese apellido en la congregación de Valle de Santiago, recordemos que entre 1630 y 1640 muchos de los vecinos de Salamanca decidieron irse a residir al nuevo asentamiento español de Valle de Santiago, esto debido a que las inundaciones eran frecuentes en Salamanca y los terrenos más fértiles en el valle de Santiago. En el padrón del año de 1683 (1) aparece Gregorio de Tena viviendo en Valle de Santiago junto con su esposa. Se menciona que no tiene hijos y si los tuvo, no vivían con él. 

    Cuando la villa de Salamanca se formó, pocos años después se decidió dividirla en padrones, fueron 16, de esto nos da cuenta don Pedro González en su Geografía Local de Guanajuato, (2) capitulo Valle de Santiago. Es allí en donde menciona, sin ser del todo preciso, que hubo una división en el territorio que formaba la provincia de la Villa de Salamanca. En él, hacia el sur existió el único de que da cuenta el mencionado geógrafo de su exacta ubicación: el padrón de Santiago, justo donde se ubicó la actual ciudad de Valle de Santiago. 

   Todos los padrones llevaron los nombres de los santos más venerados en esa época, solo uno de los 16 no lo tenía, era El Potrero; tres de ellos, los de San Antonio, San José y San Nicolás, seguramene se localizaban hacia el norte de la villa, esto debido a la constante en los nombres de las Haciendas de las que tenemos datos. Por ejemplo la de San José de las Sardinas. A ella debemos agregar la de San José de Thena, San José de la Loma de Granados, San José de Diego Tamayo y San José Churutaro, además de dos rancherías que llevan el sólo nombre de San José. Con el nombre de San Antonio estaban el Rancho de San Antonio y San Antonio de Tena. Con el de San Nicolás estaban San Nicolás de Mendoza y San Nicolás de Ancón. Si esas familiarizado con los nombres que los ranchos del norte de Salamanca llevan en la actualidad, seguramente te darás una idea de como fue hecha esa división de padrones y su localización.

   En consecuencia me atrevo a pensar que el padrón de San Antonio y el de San José comenzaban en lo que actualmente es la avenida Faja de Oro y se extendían hacia el norte hasta lo que hoy ocupan los ranchos de Oteros y San Adrés, aproximadamente. La Hacienda de San Antonio de Tena aparece en el padrón de 1683 con 15 habitantes; la de San José de Tena contaba con 18 moradores. Siguiendo en las suposiciones (debido a que datos concretos no los hay), lo que luego se llamó Tenita seguramente se refería a estas dos haciendas que con el paso del tiempo perdieron su importancia, tal vez, debido a la poca producción que sus tierras tuvieron.

    Estos dos sitos se ubican en lo que actualmente conocemos como Colonia las Reynas. De San Antonio de Thena y San José de Thena no queda nada, ni siquiera su recuerdo. Y hubo una tercera propiedad que llevó el nombre de Thena. Quizá fue del mismo propietario, ese sitio se llamó Santa Catalina de Tena. En la actualidad sobrevive un rancho que lleva el nombre de Santa Catarina, entre Salamanca y Valtierrilla. 

   En el padrón levantado setenta años después, el 17 de diciembre de 1754, (3) ya no se hace diferencia entre las haciendas de San Antonio de Thena y San José de Thena, se refieren a ellas como Puestos de Thena y Thenita; su categoría de hacienda ya había desaparecido. Ambos sitios eran habitados por solamente 8 personas.

   En documentos que detallan las comunidades que forman lo que luego se denominaría como municipalidad de Salamanca en los años de 1809, 1818 y 1887 no aparecen registradas ni como Haciendas, Puestos o Ranchos las que fueran las Haciendas de San Antonio y San José de Thena. Quizá pasaron a formar parte de la Hacienda de San José de las Sardinas, ubicada en la parte oriente de estos predios.

   Sin embargo, para 1904, aparece nuevamente Tenita como un rancho cercano a la villa de Salamanca, poblado por 111 personas, de ello da cuenta don Pedro González en su Geografía Local de Guanajuato. (5) Y será en la década de los setenta cuando, los terrenos que fueran de las Haciendas de San Antonio y San José de Thena, que luego se volverían el rancho de Tenita, fueron urbanizados y fraccionados, creando así la primera colonia en el rumbo norte de la ciudad de Salamanca. De Tena no queda nada, ni el recuerdo.




Este es el único plano que he localizado en donde aparece la Hacienda de San Juan de Tena, corresponde al número 1; el 2 se refiere a la Hacienda de Loma de Granados; el 3 a la Hacienda de Sardinas y el 4 al Rancho del Divisador. El plano fue levantado en enero de 1941. Alcanzamos a ver en él que la mancha urbana iba apenas de la rivera norte del río Lerma hasta lo que actualmente conocemos como Avenida Faja de Oro. Era el tiempo en que la ciudad de Salamanca contaba apenas con 20 mil habitantes y aun no eran expropiados los terrenos en donde se asentaría la Refinería, eso sucedió en 1943. (5)

Fuentes:

1.- Carrillo Cázares, Alberto. Partidos y padrones del obispado de Michoacán. El Colegio de Michoacán. Zamora. 1996. p. 431

2.- González, Pedro. Geografía local del Estado de Guanajuato. Tipografía de la Escuela Industrial Militar. Guanajuato, 1904.  p. 232

3.- González Sánchez, Isabel. El Obispado de Michoacán en 1765. Comité Editorial del Gobierno de Michoacán. Morelia, 1985. p. 304

4.- González, Pedro. op.cit. p. 200

5.- Eling, Hebert H. Jr. Cartografía hidráulica de Guanajuato. El Colegio de Michoacán. Zamora, 2007. p.343

martes, 23 de abril de 2013

El testamento de don Patricio Valencia: El primer millonario que hubo en Salamanca.


    De Patricio Valencia regularmente no se habla, en cambio de su hija Emeteria, tanto en Celaya como en Salvatierra, en Soria y en Salamanca, continuamente se habla, bueno, exagero un poco, pues su recuerdo cada vez cae más en el olvido. Por ejemplo en Salamanca, la placa que conmemora un aniversario más de su nacimiento, el de Emeteria, en el cruce de las calles de Guerrero con Obregón, la mugre que se ha ido acumulando allí al paso de los años es la demostración del olvido en el que tenemos a uno de los personajes que bien podemos considerar como el primer rico del pueblo, su padre, don Patricio. Es por eso que en este artículo las fotos que vemos corresponden al sito denominado Paso de Macho en Veracruz, localidad en donde (cuentan) comenzó la fortuna de don Patricio, por ende, la fortuna que prosperó y, como suele suceder en nuestra nada bonita población, cuando fue grande, emigró a Celaya y a Salvatierra.

   Se dice que (cuenta la leyenda) que don Patricio era un español avecindado en Salamanca, que comerciaba con el tabaco, y que un día iba hacia Veracruz cuando una de sus mulas se desbarrancó en un punto conocido como el Paso del Macho, sitio en el que se decía abundaba la mala fortuna y que, si alguien se atrevía llegar allí esa mala suerte le acompañaría toda la vida. Don Patricio no hizo caso y sucedió todo lo contrario, al bajar a la barranca encontró no solo la mercancía que el llevaba, sino abundantes cargamentos de oro y de plata, mismos que recogió y de allí fue que, al regresar a Salamanca, pudo instalar los telares que le diera fama a la población y una enorme fortuna a él y su familia. Fortuna que Eusebio González, acrecentaría. Hubo la decisión de abandonar Salamanca, enfilaron a Salvatierra, luego a Celaya y sería en esos lugares en donde formarían un verdadero emporio, sin lugar a dudas, el primer negocio millonario en el Estado de Guanajuato, luego de las minas.

  "Como impulsores de la industria textil en Guanajuato figuran don Lucas Alamán y en segundo termino don Padricio Valencia, quien tiene el mérito de haber fundado la fábrica La Reforma en Salvaierra, Gto., que aun continua en operaciones. En sociedad con su hermana, doña Tecla, instaló una fábrica de telares ingleses en Salamanca y conociendo Salvatierra (que frecuentaba para vender manta que producía), conoció el molino de La Esperanza que tenía una caída de agua; y considerando muy importante la fuerza hidráulica, decidió comprar la finca. Se iniciaron las labores el 19 de noviembre de 1845 y la producción inicial la compró el arriero José López, quien hacía su comercio en las plazas de Yuririra, Uriangato, Santa Ana y Cuitzeo.

   Don Patricio otorgó su disposición testamentaria en Salvatierra el 1 de agosto de 1854. El documento dice literalmente:

  "(Al margen: No. 54). En el nombre de Dios Todopoderoso como esencia y primera persona yo don Patricio Valencia de edad de cincuenta y dos años natural y vecino de Salamanca y luego residente de esta ciudad, hijo de legítimo matrimonio de don Ramón Valencia  y de doña Decideria Martínez, naturales  y vecinos de Salamanca, sintiéndome enfermo de la enfermedad que Nuestro Señor se ha servido enviarme, pero en mi entero juicio y cabal memoria creyendo como firmemente creo en todos los misterios de la Santa Fe Católica, en cuya fe y creencias quiero y protesto morir y vivir; y esperando en la Divina Misericordia que perdonará mis culpas y pecados por la intercesión de María Santísima, Nuestra Señora, para que con el Santo Ángel de mi Guarda, Santo de mi nombre y demás Santos de mi devoción me ampare y me favorezca en el trance de mi muerte; hago y ordeno este mi testamento en la forma siguiente:


    1.- Encomiendo mi alma a Dios que la crió de la nada y mi cuerpo a la tierra de que formado, el que hecho cadáver quiero sea sepultado donde lo disponga don Pedro Mall, por mi encargo particular que le hago.


   2.- Quiero que le apliquen por mi alma diez misas: tres al Señor del Hospital de Salamanca, otras tantas al Señor Sacramentado, dos a Nuestra Señora de la Luz de esta ciudad, una al Señor San Antonio  y otra al Señor San Francisco.


   3.- Declaro ser casado con doña Guadalupe Ybañez en cuyo matrimonio he tenido siete hijos, de los que sólo viven cuatro y son Antonio, Emeteria, Rosa y Gumercinda, de las que son casadas Emeteria y Rosa, la primera con don Eusebio González y la segunda con don Benito Domenzáen.


  4.- Declaro que mi esposa no introdujo ningunos bienes al matrimonio ni yo tampoco llevé cosa alguna.

  5.- Declaro que a mis hijas no les he dado nada en clase de dote ni por otro motivo.

  6.- Declaro ser deudor de algunas cantidades, las cuales constan en los libros del Gobierno.


  7.- Declaro que mis bienes consisten en la fábrica de hilados que tengo en esta ciudad, cosa de noventa mil pesos en efectos de comercio que tengo en Salamanca y cuatro fincas urbanas en la misma Villa, otras dos fincas en el minera de La Luz, otra más en el mismo mineral que entregará don Rafael Osorio con el valor de un mil pesos, y varias cantidades de que me son deudores algunas personas, cuyas constancias obran en mi libro de Gobierno.


  8.- Declaro que los noventa mil pesos de efectos de comercio de que he hablado en la cláusula anterior, los tengo a partido a mediar de utilidades con mi hijo político don Eusebio González.


  9.- Después de cumplido y pagado el remanente de mis bienes, muebles y raíces, derechos y acciones instituyo por mis únicos y universales herederos a mis hijas doña Antonia, doña Emeteria, doña Rosa y doña Gumersinda Valencia y a mi citada esposa doña Guadalupe Ybañez y a ésta para que lo hagan y lleven por su orden y grado según su representación y lo dispuesto por las leyes con la bendición de Dios y la mía.

  10.- Nombro por testamentarios albaceas ejecutores de éste, mi testamento en primer lugar a mi esposa, doña Guadalupe Ybañez, en segundo a mi hijo político don Eusebio González y en tercer lugar a mi otro hijo político don Benito Domezáen; a cada uno de ellos insolidum doy todo mi poder cumplido cuanto a derecho se requiere para que puedan entrar y entren en todos mis bienes y los vendan y rematen en pública almoneda  o fuera de ella según les pareciere conveniente para que de su producto cumplan y paguen mis disposiciones dentro del término legal, o el más tiempo que necesiten pues al efecto se los prorrogo y les doy facultad para que puedan substituir sus oficios y subrogar otros en su lugar que lo lleven a su debida ejecución, a los cuales doy por nombrados y les concedo la misma facultad y potestad que a los expresados.


   Y por el presente revoco y anulo cualquier otro testamento o testamentos, codicilo o codicilos que yo haya hecho, otorgado para que no valgan ni tengan efecto alguno en juicio o fuera de él, ahora o en algún tiempo que parezca y sea protestado, aunque tengan cláusulas erogatorias y palabras particulares de las que haya que hacer mención, de las que al presente no me acuerdo; y doy por expresado literalmente y quiero y mando que el presente se cumpla y ejecute como mi última y deliberada voluntad en la forma y modo que mejor lugar hay en derecho. Así lo otorgo y no firmo por no saber, hízolo a mi ruego ante el presente escribano público de esta ciudad a primero de agosto de mil ochocientos cincuenta y cuatro, el primero de los testigos que lo fueron los ciudadanos Pedro Mall, Antonio J. y José Vicente Sosa, presentes y vecinos. Y yo el escribano doy fe que conozco al otorgante, quien a lo que parece se haya en su entero juicio y cumplida memoria, en testimonio de lo cual lo firmé con dichos testigos. Doy fe, -cuatro rúbricas-. (1)

  "La partida que registra la defunción de don Patricio está en Salvatierra y su copia es literalmente como sigue: Al margen: H. A. Francisco Patricio. Al centro: En once de diciembre de mil ochocientos cincuenta y cinco se sepultó en el camposanto de esta parroquia el cadáver de Francisco Patricio adulto de 65 años de edad de esta ciudad, de estado viudo. Se confesó y lo firmé. Rafael Aguilar. -rúbrica- (2)

Fuentes:

1.- Documentos.- Registro Instrumentos Público. 1854. AHM. Salvatierra, Gto.

2.- Libro de entierros. No. 10. Foja 128 F. APNSL, Salvatierra, Gto.

Todo este documento lo aparece en el Número 3 de la Revista La Gaceta. Presidencia Municipal, Salamanca, Guanajuato. Octubre-Noviembre de 1986.

miércoles, 17 de abril de 2013

Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística: Breve semblanza de Pedro González.

   Mucho nos falta por averiguar de la vida y obra de un ilustre salmantino del siglo XIX: don Pedro González Gasca, que fuera Jefe Político de la Villa de Salamanca y de varios municipios más del estado de Guanajuato. El que fuera etnólogo, geógrafo, historiador y escritor, además de miembro de la Sociedad Mexicana de Goegrafía y Estadística y Bibliotecario del Museo de Antropología. En resumen, al salmantino Pedro González, lo podemos considerar como el más ilustre de los hijos de Salamanca del siglo XIX y principios del XX.

   El año pasado, 2012, fue el Centenario de su fallecimiento, desconozco si se le hizo algún homenaje. Lo que encuentro ahora y que te comparto, es lo publicado por la SMGE en donde nos da una breve pero enjundiosa biografía del ilustre salmantino:

Muy sensible fallecimiento.


   "El 20 de octubre próximo pasado bajó a la tumba, víctima de violenta enfermedad, el Sr. D. Pedro González, socio activo de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, a quien dio honra y lustre con sus importantes trabajos. 


   Del Boletín del Museo Nacional de Antropología, Historia y Etnología, tomamos los siguientes datos biográficos:


   Fue oriundo el Sr. D. Pedro González del rico Estado de Guanajuato y nació en Salamanca, una de sus principales poblaciones, el 28 de junio de 1853, habiendo sido sus progenitores los señores Prof. de Farmacia D. Nicolás González Serrano y doña Luz Gasca.


   Aprendió las primeras letras con su abuelo materno don Felipe Gasca y después con el Lic. Martiniano Aguirre, y en 1867 a raíz del triunfo de la República, ingresó en Guanajuato al Colegio del Estado, donde hizo los estudios preparatorios para continuar con los de Farmacia. Con motivo de la muerte de su padre, acontecida en 1879, tuvo necesidad de cortar su carrera y volver a su ciudad natal a hacerse cargo de los negocios de la familia, los cuales giró bastantes años. En 1880 contrajo matrimonio con la Sra. doña Pomposa Medina, quien falleció en Guadalupe Hidalgo el 14 de marzo del año próximo pasado.


   En 1876 inauguró su carrera política, siendo nombrado Jefe Político de Salamanca, cuya jefatura desempeñó durante tres periodos, después pasó con igual carácter a las de la Purísima, Valle de Santiago, Apaseo, Moroleón, San Francisco del Rincón, Dolores Hidalgo, San Miguel Allende, Pozos y San Felipe, en las cuales siempre se mostró decidido defensor de los intereses locales.


   En 1894 pasó a la capital del Estado en calidad de Visitador de Jefaturas e Inspector del Censo, y a la vez se le encomendó una selección de Estadísticas. Además de otras comisiones de carácter científico que desempeñó, fue una la de recorrer dicha Entidad Federativa con el objeto de catalogar y hacer la descripción de todos los monumentos antiguos que allí existen.


  En 1895 fue nombrado delegado, por el mismo Estado al XI Congreso de Americanistas que en ese año se reunió en la Capital de la República, en cuya distinguida asamblea presentó un interesante estudio, probando que todos los monumentos indígenas esparcidos en distintos puntos del país, están formados por suntuosos núcleos, y que para perpetuarlos, los cubrían de tierra o piedras, quedando así ocultas las pirámides; dijo que deberían descubrirse cuidadosamente, lo cual se practicó años después en las pirámides de San Juan Teotihuacán, adoptando la insinuada indicación.


   Después de desempeñar durante 29 años lo diversos puestos públicos que hemos mencionado, se retiró, en 1905 ala vida privada, y en 1909 pasó con su familia a radicarse en México. Al año siguiente, la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, le nombró ayudante del Bibliotecario del Museo Nacional de Arqueología, Hisoria y Etnología cuyo cargo tan solo desempeñó unos días, por haber pasado a formar parte del personal de la sección de publicaciones del propio establecimiento y el 23 de septiembre de 1911 fue honrado con el nombramiento de Profesor de Etnología, cátedra que, dados sus conocimientos en dicha materia, desempeñó satisfactoriamente.


   Como conferencista se distinguió el Sr. González en las que dio en el Casino de Guanajuato sobre Geografía y Etnología, así como también en el Concurso Científico y Artístico del Centenario, promovido por la Academia Mexicana de Jurisprudencia y Legislación, donde leyó un estudio sobre el desarrollo de las ideas científicas en México durante el siglo XIX.


   Fue miembro de diversas agrupaciones científicas, tanto de la Capital como de los Estados, entre las cuales citaremos la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, la Científica Antonio Alzate y la Alianza Científica Universal.


   Para terminar, citaremos algunas de las obras de que fue autor, aunque sin mencionar todas por falta de datos.

* Hombres Notables de Salamanca y del Estado de Guanajuato.- Salamanca, 1886.
* El Calendario.- Guanajuato 1886
* Apuntes históricos de la ciudad de Dolores Hidalgo.- San Miguel 1891.
* Catálogo de los monumentos antiguos del Estado de Guanajuato.- Guanajuato 1895.
* Calendario Azteca o Piedra del Sol.- Guadalajara 1896.
* ¿Cuándo termina el siglo XIX?.- Valle de Santiago 1899. (Polémica que abarcó 6 monografías).
* Geografía elemental del Estado de Guanajuato.- Guanajuato, 1895.
* Atlas geográfico del Estado de Guanajuato.- Guanajuato 1905.
* Estadística agrícola del Estado de Guanajuato.- Guanajuato 1905.
* Geografía local del Estado de Guanajuato.- Guanajuato 1906.
* Estudio sobre la historia de la geografía del Estado de Guanajuato. Guanajuato 1906.
* Desarrollo de las ideas científicas en México.- 1911
* Algunas ideas sobre lo importante que es el estudio fundamental de la geografía. Guanajuato 1906.
* Como periodista fue también notable el Sr. González, siéndonos imposible mencionar el sinnúmero de artículos que sobre distintas materias salieron de su pluma.


   La Sociedad de Geografía con toda justicia se cubre de luto y lamenta la temprana muerte del ilustre desaparecido.

Fuente:

Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Quinta Epoca. Tomo V. Número 9. México, Noviembre de 1912. pp 492-494. 

jueves, 4 de abril de 2013

Algunos datos del Arroyo de San Antonio y el Puente del Socorro en la villa de Salamanca, Guanajuato.

   Ahora que el calor entró con ganas en Salamanca es el momento justo para hacernos la pregunta de ¿qué hemos hecho con los mantos acuíferos y con los ríos y arroyos que cruzaban al municipio de Salamanca? Si eres joven seguramente no sabes que por aquí, según lo ves en la fotografía, donde están esos abominables grafitis en la pared de la Secundaria 18 de Marzo, había un puente que cruzaba el arroyo de San Antonio que venía desde el norte del municipio, bajando de la Sierra de Codornices, pasando por un lado del cerro Gordo, bajando por los rumbos del rancho del Devisador (con e), para bajar por donde es ahora la planta de amoniaco de la refinería y entrar en la villa de Salamanca por donde ahora es la calle Primavera. Cruzaba entonces toda la zona de huertas que eran los límites norte de la población.


    Quizá has estado en la festividad de San Gonzalo y has visto que allí se venden lechugas y rábanos, eso marca la tradición. La razón es que por ahí abundaban las huertas; rábanos, lechugas, zanahorias eran cosa común. Crecían porque el agua era abundante y el Arroyo de San Antonio cruzaba por ahí, ayudaba para que el riego no fuera problema. Su curso seguía hasta donde hoy es el paso a desnivel de Zaragoza, para llegar por el rumbo de San Gonzalo. Allí bajaba hacia el sur para ir a descargar sus aguas al río Lerma. Marcaba el límite poniente de la población y ocasionaba un problema en la temporada de lluvias pues inundaba toda esa parte de la villa, fue por eso que se decidió cambiar su curso hacia la Charca de Salamanca.

    En 1880, cuando se hizo la construcción del Ferrocarril Central Mexicano, se respetó el cruce del arroyo, se construyó un pequeño puente, llamado Pinto que aun lo podemos ver en la actualidad. El arroyo continuaba su rumbo norte para descargar sus aguas en la Charca, aquella que inundaba todo el centro de lo que era el municipio de Salamanca durante varios siglos. La Charca tenía su límite sur en lo que hoy es la Avenida Faja de Oro y se esparcía hasta llegar un poco más adelante de lo que hoy conocemos como ranchos de Oteros, San Andrés y la Compañía. Inundaba las haciendas de Sardinas, Doña Rosa, San José de Thena y varias más. Y el arroyo cuando llevaba abundante agua propiciaba la inundación de la villa, razón por la cual, como lo mencionamos, se decidió mover su cauce con rumbo norte hacia la Charca; desconozco cuando haya sucedido esto.

   El siguiente texto fue publicado por Antena, revista semanal de información, literatura y variedades, el 5 de noviembre de 1950 y fue escrito por don Francisco Espinosa Partida, personaje de grato recuerdo entre la gente que tuvo el privilegio de conocerlo en Salamanca. Será bueno mencionar que las siguientes fotografías las tomé por el rumbo en donde se ubicaba el Puente del Socorro, totalmente desaparecido, incluso del recuerdo de Salamanca.

    "Alzando nubes de polvo y armando estrépito con sus cascabeles, el restallar del látigo y las broncas voces del mayoral, y del mulero, la diligencia que venía de Guanajuato anunciaba la llegada a la villa, moderaba su rápida carrera y poco después cruzaba el puente del Socorro, en donde había congregado una turba de muchachos que la seguían gritando a los pasajeros en demanda de una moneda, de una golosina o simplemente del resto de comida y continuaba su carrera penetrando por la calle Real hasta llegar al mesón de Hidalgo, lugar de parada y cambio de tiros.

   "Donde es hoy la calle de Morelos y enfrente de la casa del Rastro, quedaba el puente del Socorro, que servía para cruzar el arroyo de San Antonio, pues dicho arroyo iba a desembocar en ese punto. En las casas únicamente hasta donde es hoy la calle de Sánchez Torrado, siendo lo demás solares cercados con vallas de órganos y de granjenos. Junto al puente, en ambos lados del arroyo semi hundidas del nivel de la calle Real, había varias huertas de limas así como algunos jacales que viéndolos desde lo alto del parapeto, parecían estar muy abajo.

   "La gente acostumbraba pasear por las tardes por ese rumbo, comprando en las huertas el medio de limas que se ponían a comer cerca del puente, mientras los muchachos se divertían cortando en los carrizales el cogollo tierno para hacer pitos. Conforme fue creciendo la población, la ciudad se extendió hacia el poniente, quedando el arroyo de San Antonio en parte céntrica y ya poblada, y como sus aguas cenagosas se estancaban con facilidad y se corrompían igualmente se desvió el curso llevándolo hasta el lugar en que hoy se vacía, conocido como el Puente Pinto.

   "Las huertas desaparecieron siendo terradas para igualar el nivel de la calle. Los parapetos del puente del Socorro se derribaron, quedando solo la bóveda cuyo lomo aun se advierte cuando pasa uno en camión o automóvil rumbo ala ciudad de Irapuato. En una de las casas fincadas cerca del Rastro, hay una bajada para penetrar en lo que era el túnel del puente, y parece que aun quedan algunas pequeñas piezas soterradas de las casas que había cerca del arroyo. El barrio donde quedaba el puente tomó el nombre de Barrio del Socorro. Hoy todavía se hace cada año en el mes de julio, la fiesta de la virgen de ese nombre, bajo cuya advocación y como patrona es reconocida". (1)

  En este curioso mapa que el Cronista de Salamanca, Juan José Rodríguez me facilita, podemos ver el cauce del Arroyo de San Antonio. El mapa no es del todo claro pues se trata de una copia que se hizo del original de 1900. En la parte derecha, al centro, vemos como entra a la población. Se ve claramente el trazo de lo que era la vía de la Burra al Valle, por ahí sigue el arroyo, cruza el barrio que lleva su nombre y sigue un poco hacia el norte en forma paralela al trazo de la vía del Ferrocarril Central hasta cruzarlo y desagua en la Charca.





Fuente:

La Gaceta. H. Ayuntamiento de Salamanca. No. 6. Abril-Mayo, 1987.