Uno de los grandes misterios que tenemos en Salamanca es quizá la excepción que rompe la regla a aquello de la real Ordenanza en la que determinaba que las fundaciones de villas y ciudades que se dieran en Nueva España deberían tener una plaza central, ocupando un lugar principal la parroquia y las casas reales. En buena medida se estaban basando, o en todo caso fue una gran coincidencia, con lo escrito por Tomás Moro en su Utopía. En la actualidad vemos en todas las ciudades coloniales de México que la Plaza de la Constitución o Jardín Principal son el centro de la población, en una de sus caras está la parroquia, en otra la Presidencia Municipal, y, regularmente, hay portales en las otras dos caras. En Salamanca no ocurrió así.
En Salamanca, había una capilla denominada del Hospital, lo cual quiere decir que anexo a ella estaba un hospital de indios, se dice que fue mandado construir por el primer obispo de Michoacán, don Vasco de Quiroga en el año de 1562, la capilla, luego de muchas intervenciones sigue en pie y es conocida como Templo Expiatorio. Está, precisamente, en una de las caras de la Plaza de la Constitución, esa que conocemos coloquialmente como "el Jardín". Y, a un costado, desde 1904, está la Casa Municipal. Anteriormente, a mediado del siglo XIX, el local del Ayuntamiento se encontraba en la otra cara, en las esquinas de las actuales calles de Allende y Tomasa Estévez. Sitio en el que hoy día se localiza el banco Banorte.
El 16 de agosto de 1602 el virrey en turno, que era el Conde de Monterrey, firma la autorización para fundar una nueva villa que llevará por nombre el de Salamanca y agrega, "para siempre jamás". El 1º de enero de 1603, como marcaba la tradición cuando se hacía una jura solemne, luego de oír la misa del Espíritu Santo, que se celebraba solamente en ese día, se hizo la traza de la villa, se dieron las elecciones de regidores y ellos eligieron a los alcaldes. Todo esto ocurrió en la hoy esquina de Allende con Sánchez Torrado. No es de extrañarnos que justo sea esa calle la que lleva el nombre de la persona que encabezó el trámite para solicitar al virrey la merced de fundación, esa que se dio el 16 de agosto de 1602.
Se asignó el primer terreno, el que ocuparía la parroquia de Salamanca, considerado como el mejor de todos, el privilegiado, por ser la sede de la Iglesia Católica en la localidad, y claro que lo era, pues a pocos metros al sur, estaba la ribera del río Grande de Toluca, y a pocos metros al norte el arroyo, ya desaparecido, que se conocía por el de Socorro. La nueva villa se desarrollaría, como marcaba la tradición, en torno a la parroquia. Cada manzana sería dividida en cuatro solares, uno para cada uno de los treinta firmantes del Acta de Fundación. En apenas 8 manzanas cabrían perfectamente las 30 familias fundadoras, agreguemos a ellas un par de manzanas más, una, asignada a la Parroquia, la otra para las Casas Reales o sede del Ayuntamiento. ¿en dónde se habrán ubicado? Lo desconozco.
Dice don Pedro González que se piensa que la primera piedra de la Parroquia de San Bartolomé por el obispo Ramírez del Prado, el 14 de junio de 1651 cuando hizo su visita pastoral a la villa. La fecha concuerda, al menos en el año, con el inicio de los registros en los libros parroquiales de bautismos. Para 1680 la obra se encontraba muy adelantada y, para 1690 el Señor Cura y Juez Eclesiástico de la Villa de Salamanca, Bachiller Don José de Solís y Grijalba era quien se encargaba de concluir la construcción; para 1694 se bendice y oficia la primera misa el 24 de noviembre por el obispo Juan Arteaga y Montañez.
En la interesantísima reseña que hace don Pedro González sobre la Parroquia Antigua, (la puedes leer aquí) no dice cuándo y quién de los Curas que han estado encargados en Salamanca mandaron pintar la fachada principal (la sur) y la lateral (la oriente), me da la impresión de que no fue durante el curato de don Luis Saavedra, pues, quiero pensar, él tenía un gusto, era letrado y, al menos, conocía Guanajuato, dado que allá radicó el año que fungió como Diputado. A su muerte, en 1866, sería otro el cura de Salamanca, luego ocuparía el cargo don Manuel Hinojosa que fue quien mandó construir los altares neoclásicos que ahora vemos en el interior del recinto, esto ocurrió entre 1896 y 1898, un poco antes se tomó una fotografía, que es la más antigua que tenemos de la fachada de la Parroquia, misma que fue incluida por el propio Pedro González en su folleto-libro que entregó por parte de Guanajuato a los participantes en el IX Congreso de Americanistas en la ciudad de México en 1895.
Estupenda, sin lugar a dudas, es esta fotografía, tomada con la técnica de gelatina de plata, lo cual nos deja ver detalles, pero, en blanco y negro, no sabemos si la moda del siglo XVIII se mantenía en la fachada o fue pintada posteriormente, al comenzar el siglo XX. La moda a la que me refiero es aquella de pintar, de colores, la cantera esculpida para darle mayor lucidez. El 3 de octubre de 1902 fue la ceremonia de consagración de la Parroquia de San Bartolomé en Salamanca pero, en la reseña, no se anota nada sobre la fachada, o sobre los decorados que había en el templo.
De acuerdo al historiador David Wright fue en los siglos XVII y XVIII cuando era común pintar la cantera, "fue hasta la época de la independencia, y particularmente durante el porfiriato, cuando los arquitectos usaron la piedra desnuda como acabado final de una manera más o menos generalizada". (para leer el artículo de Wright sobre la costumbre de pintar las fachadas de los templos entra aquí).
Tenemos, pues, la base para entender mejor lo que hoy día está ocurriendo en Salamanca. Fue apenas este sábado 26 de julio que, caminando por el centro de Salamanca, pasé una vez más frente a la Parroquia Antigua, esa que dejó de ser Parroquia cuando el nuevo templo del Hospital fue consagrado, en abril 1926. La tarde estaba nublada, quizá sea por eso que esta vez noté, mejor que nunca, los vestigios de la pintura con que estaba cubierta la portada de exquisito trabajo que hay en la que fuera la Parroquia de San Bartolomé y que hoy es el Templo de la Santísima Trinidad.
El 26 de abril de 1965 fue expedido un oficio por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que firma el Sub Director del mismo, Jorge Enciso y que envía al Director General de Bienes Inmuebles de la Secretaría del Patrimonio Nacional, con copia al "Presbítero encargado de la parroquia de Salamanca, Gto." en donde notifica los daños que, luego de un estudio realizado por INAH, detectaron en el inmueble.
"A continuación enumero a usted el programa de obra de restauración del que este Departamento se hará cargo en la antigua parroquia de Salamanca y que serán supervisadas directamente por el C. Arq. Mario Gutiérrez. La restauración se canalizará a quitar todos los adosamientos, quitar toda la pintura, decoración tanto en fachadas como en interiores que están tapando la cantera. Este programa de obra no incluye presupuesto puesto que deberá aplicarse los precios unitarios y de mano de obra específicos dentro de esa ciudad..."
"Fachada sur.- Limpieza total de la portada, que se encuentra pintada su cantera casi en su mayoría..." La carta continua detallando las necesidades para ser restaurada completamente, pero, nunca se llevó a cabo; quizá hubo alguna respuesta por parte de las autoridades civiles o religiosas en Salamanca en cuanto a la cantidad de dinero a erogar pero no se le da seguimiento hasta que, el 23 de abril de 1974, INAH envía una notificación a través de la Dirección de Monumentos Coloniales de la República, oficio No. 3415. Expediente VIII-2/(724.4)/ en el que notifica que el costo de la restauración es de $ 370,000.00 pesos. Una fortuna para la época.
Se formaría un Comité, el Señor Cura era don Luis G. Flores, participarían allí el presbítero Rigoberto Méndez, Flavio Flores, Francisco Borjas, Guadalupe Pérez, Octavio Arredondo, José Bravo y Vicente Guerrero; los tes últimos, ex alcaldes de Salamanca. Sería hasta la década de los ochenta cuando se hizo una restauración en el inmueble.
Pasaron treinta años, en 2011 se hizo una intervención en la que se aplicó, sin autorización de INAH, la pintura exterior, la cual sigue allí, pero, lo grave, es que se aplicó un sellador a la fachada de la Parroquia Antigua el cual, según lo apreciamos en la siguiente fotografía, está causando un enmohecimiento que perjudicará a la cantera.
Creo, salmantinos, es hora de actuar, pedir al Instituto Nacional de Antropología e Historia que esa intervención sea hecha ya, pues el templo se encuentra en estado crítico, no solo en el exterior, también el interior tiene ya problemas, especialmente en las bóvedas, las cuales ya presentan severos daños por las filtraciones de agua. Las fotografías son lo suficientemente elocuentes. Al final va la carta con la que se promovió en la década de los setenta, la restauración a este inmueble.
Aquí notarás como era originalmente la barda perimetral, con la esquina chata, que ya no existe.
En estas condiciones estaba la Parroquia Antigua antes de la primera restauración que se hizo en los ochenta del siglo XX.