"Este segundo período histórico de la Provincia encontró a este convento salmantino todavía en pañales, pues apenas tenía iniciado su desarrollo artístico, después del cuadragésimo año de su fundación.
"La fábrica de la iglesia iba muy lenta. En diez años de trabajo, para 1652 se habían concluido los muros y cerrado las bóvedas de la nave. Durante el Priorato del P. Fr. Gabriel de Corcuera techáronse, también la bóveda, el presbiterio y los cruceros (1652-1655). Cimentadas las torres en 1656, siendo prior Fr. Diego Rodrígeuz, vinieron a terminarse en 1677, cuando regenteaba el convento Fr. Miguel Pizano. La ornamentación interior se llevó el resto del siglo XVII y, en el primer sexenio del XVIII, los Priore Fr. Cristóbal Medrano y Fr. José Bazán hicieron fabricar tres altares de madera, tallados y dorados al estilo del sobrio barroco primitivo: el mayor de San Juan de Sahagún, titular del Convento, y es descrito en la siguiente forma:
"un lienzo de dicho Santo con un San Agustín arriba; dos lienzos de ángeles, pequeños y dos de la Concepción; y su compañero (entiendo que abajo, en el segundo cuerpo del retablo), dos láminas con su marquito; dos lienzos pequeños, uno de Santa Mónica y otro de San Guillermo; San Nicolás y N. P. San Agustín de bulto -esculturas-; un Sagrario con su ara de altar y otra de sagrario; atril y tapete".
Los altares colaterales de los cruceros: el "de Ntra. Sra. de Guadalupe, con lienzo de la Señora; un lienzo muy feo de la huida arriba; su atril y dos tapetes, abajo"; y otro altar de N.P. San Agustín y San Nicolás y la Virgen de la Cinta con San Cayetano, arriba, y su tapete, ara y atril". Como se ve, prevalecía la pintura sobre la escultura, aunque del último retablo no se especifica el género de las imágenes. Así preparada la iglesia, en un lapso de 64 años -contados desde que se puso la primera piedra el 1º de mayo de 1642-, al fin fue solemnemente dedicada el 6 de diciembre de 1706, siendo Provincial el P. Fr. Agustín Muñiz y Prior Fr. José de Cuéllar.
"En el transcurso de cuarenta años, se sumó otro altar a los tres anteriores, el de los Santos Reyes, los de Ntra. Sra. de Guadalupe y de la Virgen de la Consolación fueron transformados, respectivamente, en Ntra. Sra. de los Dolores y las Ánimas, reuniendo en uno y otro "todas las imágenes dispersas en el templo". En el altar de Ánimas fue colocado San Nicolás Penitente, primorosa escultura, la mejor de las que se conservan en nuestra iglesia. Por lo visto, dichos cuatro altares no pasaban de ser retablos improvisados. Así permaneció la iglesia hasta 1771, año en que alboreó la prosperidad para el Convento y pudo contratar a Antonio de Elexalde el Joven, famoso artista de talla, originario de Morelia y vecino de Querétaro, pariente cercano de nuestros insignes PP. Vergara. El 7 de enero de dicho año de 71 inició su laboriosa tarea, ayudado de cinco oficiales, para entregarla totalmente concluida el 28 de agosto de 1782, fecha de la solemnísima bendición.
"Toda la obra estupenda fue de una sola concepción artística, utilitariamente estilística pero no uniforme, pues cada uno de los once retablos chrriguerescos ostenta características de forma y labrado diferentes de sus congéneres. La mayor parte pertenece al estilo barroco moderado del Bajío y solamente los de los cruceros representan el barroquismo en su más profusa y dinámica expresión. De ellos afirma un profundo conocedor de Arte: "En la línea evolutiva que seguirán los retablos de pura escultura, el extremo final lo constituyen los dos colaterales de la iglesia (agustiniana) de Salamanca, en los cuales, barrocos a más no poder, por lo que a sus esculturas y decoraciones se refiere, los recuadros se ocupan con las representaciones escénicas de pasajes de la vida de San José y de Santa Ana".
"De igual guisa, y aun superior en la perfección de sus filigranas, era el Mayor dedicado a a San Juan de Sahagún, cuya vida historiaba 17 bultos y en 8 escenas de altorrelieve, según las descripciones muy generales que nos dan los Inventarios, pues sabido es que ha sido el único irremediablemente desaparecido. No parece sino que el gran artista, presintiendo que su obra salmantina sería la última expresión del barroco, volcó en ella todo el ideal de su arte y de su fe.
"A ese mismo feliz tiempo deben pertenecer tres obras artísticas de mérito singular: el púlpito de caoba primorosamente labrada y adornada de incrustraciones de nácar; el comulgatorio preciosísimo, de hierro labrado, con finas aleaciones, y la mesa de centro de la sacristía, de forma originalísima octagonal, sostenida por ocho patas recubiertas individualmente por un frontal, cuyos lados forman una cadena de óleos de madera blanca, llevando en el centro una hoja de acanto; sobre la mesa, un cimborrio bellísimo de tres cuerpos: la base octogonal, con una hoja de acanto en las aristas, que sirve de puerta a un guardacáliz, y abarcando cada una de las ocho líneas horizontales intermedias, un par de cajoncitos para corporales, purificadores, parvapalias, y manutergios, todo en filigrana pintada de negro; sigue luego un birrete doctoral y sobre él un gran tibor de forma de corazón, cuya superficie toda es una pequeña pinacoteca, pues presta en su anverso la Santísima Trinidad con una sola figura humana, cuyas manos sostienen un triángulo invertido y cuya cara, siendo una, se ve como tres; en su reverso, el Cordero echado sobre un libro apocalíptico de siete sellos, y entrambos cuadros, a uno y otro lado, sendas ternas de apóstoles, colocados de dos en dos. Las catorce miniaturas son primorosas y perfectas, en colores brillantes y variados y están bellamente enmarcados por ocho corazones, según la distribución arriba descrita; termina la maravillosa obra de una Mitra que, con el birrete y el tibor-corazón, es claro símbolo agustiniano.
"La arquitectura exterior de la iglesia desentona con su interior únicamente en la portada, que es demasiado sencilla, como esas personas que encierran tesoros espirituales incalculables detrás de un físico enclenque y desmedrado. Las torres, en cambio, de un barroco originalísimo, semejan minaretes moriscos florecidos en campanarios cristianos y rematados en su pináculo con la Cruz . Son de un solo cuerpo cuadrangulares, con dos ventanaldes de arco en cada costado -16 en total- y tres columnas endosadas -24 en suma-. Cada columna ostenta de relieve una estatua muy bien cincelada, siendo de los Apóstoles las 12 de la torre derecha y Agustinianas las 12 de la izquierda. La cúpula es una media naranja dividida en seis gajos, revestido de azulejo con dibujo en forma de línea quebrada; su linternilla culmina en una cruz de hierro labrado; en su base hexagonal tiene cuatro ventanales rectagulares y dos ovalados, y en los ángulos que forman las columnas, sobre éstas lleva almenas torneadas en forma de testeros.
El exterior de los muros es de calicanto ripiado de tezontle y no están almenados. En la fachada de la iglesia, pegado al conisamiento rectilíneo, hay un Crucifijo labrado en piedra, que tal vez tenga alguna relación con el autor del soneto inmortal No me mueve, mi Dios, para quererte, que fue también planeador de este templo, según ya dijimos. No nos parece improbable que el mismo Fray Miguel de Guevara hubieses mandado labrar la Imagen escultórica de Jesús Crucificado, para dejar en cantería otro testimonio de su amor desinteresado y purísimo. Así parecen hijos del mismo ideal el Cristo del poema y el Cristo de piedra.
En el interior de la iglesia, la arquitectura de piedra parece perderse en el bosque de la arquitectura de oro. Sin embargo, alcanza a destacarse con señorío las pilastras y arcos de medio punto que sostienen la cúpula octogonal formando sus pechinas -las cuales ostentan punturas de los Padres Máximos de la Iglesia-, y los que dividen la nave y su bóveda en cuatro cuerpos, contando el del coro. Este descansa sobre dos arcos torales, uno frontal y otro intermedio, formando así dos bóvedas, iguales a las de arriba, es decir, dividida en cuatro gajos por aristas entrecruzadas. Todas las pilastras son de cantera rosa, labrada en estilo barroco moderado, mientras que los arcos son de piedra gris, con estrías laterales los del crucero -su cara frontal sufrió el pintarrajeo del decorado- y enteramente lisos los de la nave, libres de pintura. También por el año de 1780 se labró una preciosa sillería de caoba para el coro. Ya no existe. Veremos más adelante su paradero.
La amplia Sacristía, construida detrás de Presbiterio, ofrece a nuestra admiración estética su hermoso cupulín, sus ventanales en forma de estrellas, los cuatro arcos y pilastras que lo sostienen y otros dos que, casi parabólicos, enmarcan las entradas a sendos corredores que comunican a uno y otro crucero del templo y una portada barroca de cantería a la entrada de la Sala de profndis; finalmente una preciosa 'Cajonera' de madera primorosamente labrada, de 15 metros de longitud por 0.94cms. de espesor y 1.05 mts. de altura, integrada por 33 cajones amplios y capaces para guardar los ornamentos y otros enseres litúrgicos.
Por lo que respecta al Monasterio, siguió también una muy lenta trayectoria en su edificación. Formado por dos Claustros, el que llaman "chico" es contemporáneo de la iglesia y fue inaugurado también en 1906. Su estilo arquitectónico es renacentista conservador de la forma herreriana y tiene planta baja y alta, con su arquería respectiva en cuadro, de cuatro arcos por lado cada uno, siendo n total 32. Posee la planta baja siete grandes salones y una amplia bodega bajo el piso, llamada 'covacha' en el lenguaje cenobítico. Los techos son de bóveda, abajo y arriba. En la planta alta hay dos cañones de corredores interiores y dos grandes salones y uno menor que era la biblioteca. A lo largo de los pasillos interiores había ocho celdas en cada uno, hoy todas en ruinas, excepto dos que se conservan en su tipo original y tres que fueron reedificadas con techo de concreto. el edificio que describimos está contiguo a la iglesia y mide en total 48 metros por lado del cuadrilátero, correspondiendo 25 a los corredores -cada uno- altos y bajos y 23 a las demás dependencias. Su altura es de 14 metros.
"El Claustro llamado 'grande' quedó incompleto, pues nada más tiene corredores en la planta baja, cuyas medidas son de 36 metros en cuadro y su arquería cuenta con cuarenta arcos en total -diez por cada lado-. Toda es de cantera rosa labrada al estilo churrigueresco, su techo es de vigas y hormigón y sus canales de hoja de lata parten de la boca de animales mitológicos. Le rodean un gran salón al norte, dos salones al sur, seis celdas al oriente y una aula magna al poniente. Al sudoeste hay otras dependencias, ocupadas actualmente por la cárcel municipal y más allá la inmensa huerta que hoy tiene destino deportivo. sobre las construcciones periféricas del Claustro, levántanse 12 celas en su pasillo interno al norte, 2 patios que fueron otras 12 celdas al sur, otras 11 celdas conservadas y una en ruinas al oriente y las oficinas de la cárcel al poniente, que eran 8 celdas. El conjunto de lo construido mide cerca de 60 metros por lado y tienen aspecto universitario.
Con esa finalidad se construyó, pero la Universidad quedó planeada en el ideal, pues solamente sirvió para Casa Capitular, a partir de los Comicios de 1782. Por eso creemos que hasta entonces -como la iglesia- quedó perfectamente concluido, no obstante que hubo una especie de inauguración en 1761, que más bien consistió en celebrar su erección canónica y jurídica, pues no había cédula real ni patente apostólica que le diese el carácter propio de convento. El manuscrito que se conserva de 1615 no es más que el Acta de fundación.
"Los últimos once años (1771-1782) de los 121 que tardaron estas construcciones, fueron más fecundos que el rebasado siglo anterior, debido a la cooperación decidida y generosa del P. Provincial Fr. José Luis Ortega. Desde su segundo periodo de gobierno (1762-1766), emprendió la rehabilitación económica del Convento, saneando la producción de sus predios rústicos -hacienda de Guantes y ranchos de Paredones y de Arroyo Feo- , comprando para el mismo Convento la Hacienda del Molinito y concediéndole el fruto y el usufructo de la Bolsa, pertenencia de la Provincia, amén de asignarle fuertes subsidios pecuniarios. Todo esto lo hizo movido de la predilección que sentía hacia el Convento y de la esperanza que abrigaba de poder erigir la soñada Universidad, él que era todo un Maestro. Exhortados por el mismo Provincial, cooperaron también los Conventos de Valladolid, Yuririhapúnduro, Zacatecas, San Nicolás, Celaya y Querétaro, e igualmente, diez patronos salmantinos, con quinientos pesos cada uno. Así pudo llevarse a feliz término una obra que, de otra manera, hubiese quedado en agraz".
El padre Fray Nicolás Navarrete fue cornista y Padre Provincial, nació en 1905, falleció en 1973, su obra póstuma fue la Historia de la Provincia Agustiniana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, publicada por Editorial Porrúa en 1978. Podemos intuir que el Padre Navarrete estuvo en Salamanca antes de 1969 pues hace mención de que en el Claustro 'grande' se ubicaba la cárcel.
Fuente:
1.- Navarrete, Nicolás Fray. Historia de la Provincia Agustinana de San Nicolás de Tolentino de Michoacán. Tomo I. Editorial Porrúa, México, 1978. pp. 691-695.