viernes, 10 de mayo de 2013

Diego de Rul, otro de los millonarios del Guanajuato colonial que tenía intereses en Salamanca.

    De pronto, en abril de 2012, una antigua mansión, un verdadero palacio en el centro de la ciudad de Guanajuato se volvió foco de la atención mundial pues sería allí en donde el entonces Papa en funciones Benedicto XVI ofrecería un mensaje, o, al menos, un saludo a la multitud que se congregaría en el evento que paralizó el Bajío por varias horas. La mansión elegida para el evento fue la casa del Conde de Rul, y desde ese momento se creó la confusión. No por la visita papal, no por lo que implicaba su presencia en México en tiempo eminentemente electorales, sino porque para los que conocen bien la Historia de Guanajuato y las genealogías de la misma vieron que el error se fue transmitiendo de uno a uno en los medios masivos de comunicación, tanto los masivos como los impresos: El conde de Rul no se llamaba así, su nombre correcto era Conde de la Casa de Rul y se refería específicamente al español, venido de Málaga,  Diego de Rul.

    Quizá sea porque la carretera actual que nos conduce a la ciudad de Guanajuato desde Salamanca nos obligue a ir primero a Irapuato para luego enfilar a la capital del Estado, esto antes de que construyeran la que saliendo por el norte nos lleva a La Ordeña, luego a Marigómez y más adelante entronca con la de Juventino Rosas para llegar a Guanajuato por el lado sur y no por el osete, (como antes era la única posiblidad); nos ha hecho pensar que la distancia de Salamanca con Guanajuato es grande. Se nos olvida que hubo durante toda la Colonia, y buena parte del siglo XIX, una vía rápida entre ambas poblaciones, la que salí por Temascatío, que era una vía alterna al Camino Real. Así pues, entendiendo eso, no es de sorprendernos que las personas que gozaban de fuertes capitales tuvieron algunos de sus intereses invertidos en las tierras que estaban dentro de los términos de la villa de Salamanca. Dos de ellos eran personajes por demás conocidos en la alta sociedad guanajuatenese, tanto por su riqueza como por sus ligas con el poder político, uno de ellos fue el conde Diego de Rul, el otro Alonso Pérez de Marañón.

  El conde de la Casa de Rul, que era su verdadero nombre, casó con una de las mujeres más ricas de Guanajuato, la hija de Antonio de Obregón y Alcocer. "Se sabe que Antonio de Obregón realizó varios intentos por descubrir yacimientos minerales de gran rendimiento que les permitiera realizar el sueño de todos los mineros y gambusinos que se aventuraban en las inmediaciones de la cañada santafecina detrás de fortuna y riquezas. Sin embargo la suerte de Obregón cambió de manera radical cuando en 1760 hubo de asociarse con Juan Bautista Pérez Zavala-Criado, quien le reveló al futuro conde que la vieja mina abandonada de Valenciana se encontraba en condiciones de ser denunciada y vuelta a poner en operación". De este modo comienza la larga historia de la mina de La Valenciana, cuyo propietario mayoritario fue Antonio de Obregón. (1)

   "Después de la muerte de Obregón, su vasta fortuna pronto atrajo el usual enjambre de inmigrantes cazafortunas. Su hija mayor, María Gertrudis, fue cortejada por un Antonio Pérez Gálvez, un malagueño, hijo, alegaban sus enemigos, de un carpintero quien comerciaba mediante su distante relación con la familia Gálvez. Fue amigo cercano de Francisco Fernández de Córdova, un compañero malagueño y superintendente de la casa de moneda, quien después casaría con una nieta del marqués del Jaral. A pesar de estas afortunadas conexiones, no logró impresionar a la condesa viuda de la Valenciana quien prohibió la unión, apeló al Consejo de las Indias para evitarla y trató de persuadir a su hija de casarse con Manuel García de Quintana, el Montañés, quien su esposa de apellido Septién, había fallecido.

   "Preocupado que su amada y su fortuna pudieran escaparse, Pérez Gálvez convenció a María Gertrudis a fugarse con él, -a la única posada decente de Guanajuato- , donde esa misma noche fueron descubiertos. Un poco después de ese suceso, sus relaciones  fueron santificadas por la iglesia. Pérez Gálvez pronto obtuvo más que suficientes medio para comprar el título de Conde y varias grandes haciendas.

   "La otra hija de Obregón, María Ignacia, también se casó con un malagueño, pero la alianza no encontró oposición. Su esposo, Diego Rul, venía de buena familia; era educado y poseía una empresa comercial en Salamanca con valor de 40 000 pesos. Un hombre de gustos avanzados, como lo indicaba su magnífica mansión neoclásica, entabló amistad con el talentoso docente y matemático de Guanajuato, José Antonio de Rojas. Cuando el joven huyó a los Estados Unidos, después de haber sido acusado de herejía y libre-pensamiento, se alojó por un tiempo en la hacienda de Rul en Aguascalientes. el mismo Rul fue denuciado ante la inquisición por el amargado abogado criollo, el Lic. Vicente Figueroa, quien afirmó que Rul poseía libros prohibidos y que, en conversación había afirmado que Jesucristo "fue un hombre bueno y justo, pero no Dios". Pero estos cargos fueron descartados. Cualesquiera el caso, Rul claramente pertenecía a ese pequeño grupo de españoles ilustrados, hombres tales como el intendente Riaño, quien entonces vivía en Guanajuato". (2)

   Hay algo que se me antoja interesante relacionado a los intereses que los ricos mineros de Guanajuato tenían en Salamanca, partiendo del punto que entre ellos se conocían y, seguramente, mantenían un interés por acrecentar sus fortunas invirtiendo en las fértiles tierras del valle de Salamanca. Hemos visto el caso del capitán Juan Antonio Santana, relacionado también con la mina de La Valenciana, originario de la Villa de Lagos, lugar en donde Diego de Rul tenía propiedades, quizá ellos se conocían y es por eso que Rul adquirió esas propiedades en Salamanca, la interrogante es ¿en dónde? seguramente fue al norte del municipio entre Mendoza y Temascatío, pero ese es un dato que debemos investigar... la Historia de Salamanca es, sin lugar a dudas, abundante e interesante.



Fuentes:

1.- Serrano Espinoza, Luis. Valenciana. Ediciones La Rana. Guanajuato. 2001. p.41

2.- Tutino, John. Making a New World: Founding Capitalism in the Bajio and Spanish North America. Duke University Press. Durham, 2001. p. 309

1 comentario:

  1. MARAVILLOSO BLOG, HAY MUCHA INVESTIGACIÓN DETRÁS, FELICIDADES BENJAMÍN, GRACIAS POR COMPARTIR TANTA INFORMACIÓN ENRIQUECEDORA.

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