(Marcos 16.19)
Para quienes somos de Salamanca por los cuatro costados, es decir, que somos netamente salmantinos, sabemos que hoy es Jueves de la Ascensión y que este día fue, durante al menos dos siglos, la segunda festividad más grande del pueblo, luego del Martes Santo en que se celebra, por tradición, la llegada del Cristo Negro del Señor del Hospital. Y esa era la razón de la festividad: los 3 Jueves.
Originalmente, cuando la fundación de la villa de Salamanca, la ciudad de españoles en el nuevo mundo, esa que don José Rojas nombra como "la criolla", fue elegido como Santo Patrono al apóstol Bartolomé, la población tenía ya un patrono, este era el Cristo Negro que por tradición se le fue nombrando "del Hospital" debido a que fue depositado en la capilla del hospital de indios que había en la población, cosa que debemos de repensar pues el pueblo de indios no estaba en el Villa de Salamanca, sino en el pueblo de indios que lo era Nativitas, como quiera la tradición de ya cuatro siglos así lo marcó y esa es la razón por la cual el nombre del Cristo venerado en Salamanca y que sin ser oficialmente su patrono, es lo que la población entiende como tal: El Señor del Hospital.
Siendo este un Santuario a Jesucristo, la imagen del Crucificado es la que domina la escena, la que está colocada en el punto más importante del altar mayor, por lo tanto, lo que la tradición marca en el uso de la imaginería o las iconografías que deben ser exhibidas a lo largo de la otra cuaresma que son los 40 días que conforman la Pascua de Resurrección que es precisamente ese Jesús triunfador apuntando al cielo no se exhibe permanentemente aquí. Pero algo que si ocurre y que fue la base teológica para que se establecieran las festividades religiosas más importantes en Salamanca son los llamados Tres Jueves: Jueves Santo, Jueves de la Ascensión y Jueves de Corpus, cosa que debemos asociar a los tres principios básicos del pasaje de la vida terrena de Jesús, en sus últimos momentos, por la Tierra: Pasión, Muerte y Resurrección.
De las fiestas que antaño se celebraban sentidamente en Salamanca eran la Semana Santa, especialmente el Jueves Santo, día en que llegaban numerosas peregrinaciones desde distintos puntos del Bajío. El Jueves de la Ascensión (como lo es hoy), en los que una gran feria se montaba en la plaza principal, frente al Templo del Hospital (actual Expiatorio) y el Jueves de Corpus que, dicen por allí- la celebración se instituyó en 1713 y que se sigue dando puntualmente cada año.
Esto de los Jueves, siempre me ha causado una gran intriga. Lo he ido preguntando por todos lados y a todos los niveles de entendimiento posibles, para saber la razón por la cual antes, en los pueblos del Bajío y en los de todo el centro de México, era un día libre. En realidad no era un día sino un mediodía en el que, cerrando los negocios a la 1 de la tarde, no volverían a abrir hasta el Viernes por la mañana a la hora habitual. Las reminiscencias de esta tarde de asueto la tenemos aun en la capital de Guanajuato en donde la Banda Municipal ameniza por las tardes de cada jueves, desde el kiosco, con una agradable serenata.
En lugares como Teocaltiche, Jalisco, algunas de las tiendas no abren los jueves por la tarde y en la plaza principal se ven más paseantes, como si fuera un domingo. Seguramente esto sigue ocurriendo en otras localidades del país. En el estado de Guerrero los jueves son los días de comer pozole, pero esa es por otra razón, esto se debe a que el jueves era el día en que rayaban en las minas, es decir, el día que la gente tenía más dinero como para darse un buen "atrancón" de pozole.
En Salamanca mantenemos viva la tradición de los Tres Jueves, seguramente esto pocos lo saben o pocos son los que han caído en cuenta: que aquí tenemos los Tres Jueves más grandes que marcan el paso de Nuestro Señor Jesucristo por la Tierra en su última etapa.
Esta es la imagen habitual que en todos los templos se exhibe luego del Domingo de Resurrección hasta el día de hoy, Jueves de la Ascensión, la fotografía no la tomé en Salamanca, sino en el imponente templo del convento franciscano de San Miguel Arcángel en Maní, Yucatán.
Y una imagen, por demás suigéneris que muestra una visión indiana la tenemos en este Señor de la Resurrección y Ascensión en el templo de Guadalupe en Acanceh, Yucatán.
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