Así es, cosas que son tan comunes, tan aparentemente normales como es el repicar de una campana, esa que a diario anuncia que una misa está por iniciar deja de ser algo común para algunas personas, como es este caso, en el que alguien de nombre Francisco dejó anotado su paso en algo que para el fue significativo un día de Julio de 1966.
Y lo dejó allá arriba, en el acceso de la escalera metálica de caracol, esa negra que se ve en la fotografía. Las campanas de la torre del Señor del Hospital atraen la atención para recordar una, dos, tres veces que el encuentro con Nuestro Señor está por iniciar, solo que, el Cristo Negro está allí siempre, la atracción emana de Él mismo.
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