“Hubo en el patio de la escuela Mariano Matamoros hasta el año de 1964 un vetusto mezquite, ligado a un hecho trágico, asentado en los anales de Valtierrilla. Decía un jocoso maestro que, bajo ese mezquite el caudillo insurgente Andrés Delgado había llorado los desdenes de Tomasita Esteves, la noble heroína de la independencia. Pero esto no pasaba de ser más que un grosero chascarrillo del gárrulo maestro. Lo cierto es que en ese mezquite el pueblo justiciero ejecutó la sentencia, dictada por la necesidad y el derecho a la legítima defensa. Es el caso que durante los aciagos días de la Revolución, el pueblo entero estaba a la merced de maleantes y bandoleros, pues no había , ni justicia que lo contuviera, poniendo orden en la comunidad, y la vida se tornaba intolerable, y la gente vivía entre temores y sobresaltos.
Los malhechores asolaban impunemente al pueblo, entrando las casas sin que nadie los detuviera y llevándose hasta los chiles y el nixtamal. Y a las personas que se oponían o se negaban a entregar lo que se les exigía, les propinaban tremendas palizas. La gente vivía atemorizada, sin saber qué hacer o a quién recurrir en demanda de protección. Llegó a tanto la osadía de los maleantes y se tornó tan intolerable la situación, que el pueblo decidió poner fin a tantos desmanes, haciéndose justicia con su propia mano. Una noche del año de 1914, los vecinos del pueblo salieron decididos a enfrentarse a los malhechores, a los que sorprendieron cuando intentaban asaltar algunas casas. Al verse sorprendidos los bandoleros, huyeron despavoridos antes la decidida actitud de la gente, sin embargo uno de ellos no tuvo la suerte de escapar y calló en manos del pueblo enardecido, que de inmediato lo llevó al pie del mezquite que se hallaba en lo que posteriormente fue el patio de la escuela Mariano Matamoros. Se trataba de colgarlo allí.
Allí no valieron súplicas ni lamentos, ni arrepentimientos tardíos, el pueblo necesitaba poner un escarmiento a tanto maleante y cumplió la sentencia que él mismo había dictado, colgando al facineroso de aquel mezquite. Allí murió aquel desconocido malhechor y balanceándose, suspendido de una rama del mezquite, que la justicia tomada por todo el pueblo, al estilo de la Fuenteovejuna, la obra teatral del célebre dramaturgo español, el inmortal Lope de Vega. Y los habitantes de Valtierrilla bien podían contestar a las autoridades lo que los de Fuenteovejuna contestaban al enviado del Rey, quien les interrogaba sobre quien había cometido aquel asesinato, y ellos respondían: -Fuenteovejuna, Señor.
Es decir fue la justicia que el pueblo entero cobró por su propia mano, allí donde nadie osaba defenderlo. Tal fue el hecho real, ligado a ese mezquite que se levantaba en el patio de la escuela. En el año 1964, el Dr. Aurelio Sánchez Pérez, presidente municipal de Salamanca, ordenó que se derribara ese mezquite para mejorar el patio de la escuela, en ocasión de la visita que el Lic. Juan José Torres Landa, gobernador del Estado, hizo a ese plantel para inaugurarlo, el 23 de diciembre de ese año. Así concluyó su existencia el mezquite del patio de la escuela Mariano Matamoros”. (1)
Curiosa es la historia que transcribo de una de las ya legendarias Gacetas que un grupo de salmantinos, interesados en el rescate histórico de nuestra población, publicaban trimestralmente en los años ochenta del siglo XX, durante la administración del presidente municipal Víctor Deschamps. En esta historia, revestida de un poco de leyenda, escrita por el Cronista de Valtierrilla, Aurelio Méndez Sánchez, encuentro varias referencias interesantes, todo en torno a un árbol de mezquite.
Luego de estudiar los hechos ocurridos en la región durante 1814, año en que fue fusilada Tomasa Esteves, sabemos que era justo en Valtierrilla en donde había un numeroso grupo de insurgentes, que asaltaba la conducta que venía de Guanajuato y seguía a México, para ello se ocultaban en “el bosque” que había en Valtierrilla, bosque de mezquites, habrá que aclarar. Hay un episodio en el que, efectivamente, Andrés Delgado es el protagonista, junto a un mezquite, pero no en Valtierrilla, sino en el rancho del Divisador. Lo más interesante que encuentro es el que se haga referencia de Tomasa Esteves, ya que ocurrió justo en Valtierrilla la detención de los insurgentes “seducidos por una bella mujer”.
Todo esto lo ligo a otro personaje salmantino, el más distinguido, sin dudas, Rojas Garcidueñas. Él escribe en sus Recuerdos de mi tierra guanajuatense algo sobre el relato del Señor del Hospital, que igual aplica para este relato sobre la llamada “Capital mundial del nopal”, Valtierrilla, y dice: “… que contiene muchas referencias e información de tal época, (…) de manera que los de tal relato no deben ser menospreciados, por el contrario, resultan sumamente apreciables”. (2)
1.- Gaceta de la crónica e historia de Salamanca. Número 7. Salamanca, Octubre de 1987, p.6
2.- Rojas Garcidueñas, José. Salamanca, recuerdos de mi tierra guanajuatense. Edición Comentada. Raíces. Salamanca, 2014. p.12
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