martes, 20 de octubre de 2009

El arraigo de la celebración de fiestas de gremios en México

Continuando con las interesantísimas notas de la investigación realizada por Dubravka Mindek en torno a las fiestas de gremios encontramos que “durante la Colonia, la Iglesia católica jugaba un papel muy importante en la sociedad. Su presencia y poder en la ciudad de México se reflejaron en la existencia de numerosas iglesias y conventos, en las continuas celebraciones de fiestas religiosas y la constante práctica del culto por la mayoría del pueblo. Buena parte de la vida social de la ciudad estaba relacionada con la religión; las misas, las procesiones y las fiestas religiosas populares formaban una parte importante de la vida cotidiana de la ciudad. Entre ellas las más importantes eran las de Corpus Christi, la Navidad y la Candelaria. Hubo fiesta de Corpus en México desde 1524”.

La organización de las fiestas estaba a cargo del Ayuntamiento de la Ciudad, había incluso multas para quienes no participaran y eran los “diputados de fiesta” quienes se encargaban de su observación y control. Existía otra posición importante, era la de “veedor”, una especie de representante de cada gremio ante la autoridad además de “mayordomo” quién era, por así decirlo, quién presidía el gremio durante algún periodo determinado, estos eran cargos de suma importancia para la sociedad novohispana, tanto así que incluso se heredaban. Continúa Mindek: “Así, en 1728, quedó establecido que los diputados de fiestas convocarían a los veedores de cada gremio con un mes de anticipación, para que ante ellos como tribunal se verificaran los remates de fuegos, danzas, gigantes, tarascas y los demás elementos indispensables para las fiestas. En cuanto a los estandartes de los oficios, éstos se guardaban en una arca de la ciudad y pocos días antes de la fiesta se entregaban a los pendoneros”.

Eran de tal importancia las festividades del Corpus que la gente solía lucir sus mejores galas para participar o ver la procesión, la ciudad era decorada de un modo especial por todas las calles donde pasaría tan particular desfile, incluso en 1533 el Cabildo estableció el orden que los gremios mantendrían durante la procesión: “Que la orden que en lo susodicho se haya de tener sea, que después de los oficios e juegos de los indios, bayan los dichos primeros en la dicha procesión los hortelanos, y tras ellos los gigantes, y tras los gigantes los zapateros y tras los zapateros los herreros y tras éstos los carpinteros y tras los carpinteros los barberos, y tras los barberos los plateros, y tras los plateros los sastres, y tras los sastres los armeros”. El ayuntamiento hacía los arreglos de las calles, se invitaba a la población a participar de la fiesta arreglando sus fachadas y quitando el lodo del frente de sus casas, los pregoneros oficiales lo anunciaban por toda la ciudad, especialmente por las calles donde pasaría la procesión. “En las fachadas aparecían retratos del rey y las jaulas con pájaros estaban adornadas con cintas de colores. Las calles flameaban de grímpolas y de banderas. De azotea a azotea se atravesaba una infinidad de soga adornadas de mil maneras. Los balcones estaban cubiertos con colchas de Damasco, tapices, macetas de Talavera llenas de flores o de ramajes verdes”.

Los gastos de las festividades corrían en parte por el Ayuntamiento y los Gremios, los primeros pagaban los gigantes o mojigangas, las tarascas y las representaciones teatrales que al abierto se montaban con algún pasaje biblio. Los Gremios pagaban los cohetes, los altares que se levantaban en la calle y algo muy importante: la cera. “También estaba reglamentado por cuál de las puertas de la Catedral la procesión debía entrar y salir y que, igual que en las procesiones consagradas a sus santos patronos, cada oficial estaba obligado a llevar su vela de cera. Tal vez sea pertinente mencionar de paso que la importancia y la utilización de las velas en los rituales religiosos se remontan a los tiempos paganos. En la antigüedad a las velas se es atribuía gran eficacia contra el mal y demás, la luz de una vela es simbólicamente un fragmento de la luz universal y de la vida del cosmos”.

Algo curioso que encontramos en este texto es que nos menciona a la tarasca, la cual, no tienen nada que ver con la cultura michoacana, sino a una antigua leyenda asociada con Santa Marta, para leer más acerca de ésta historia, ve al siguiente enlace:

http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/07/una-leyenda-tarasca-que-no-es-de.html


Si te quedó la duda de lo que es grímpola, checa aquí:
http://es.wikipedia.org/wiki/Grímpola

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