El río que conocemos por Lerma es, definitivamente, la razón de la existencia de Salamanca, sin embargo, cuando pasa por aquí, luego de recibir las aguas -escasas también- del río Laja, recibe las descargas de cientos y cientos de metros cúbicos de agua residual de la refinería y de algunas otras plantas de productos químicos. El río Lerma es un muerto en vida que cruza al Estado de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán y parte de Jalisco.
Es común ver en la temporada de lluvias -cuando las hay- las fotos llenas de alarma pues el río llega incluso a tocar el Puente del Molinito, (el que se ve en la fotografía), esto quiere decir que lleva muchísima agua y que hay la posibilidad de una inundación. Sin embargo, ahora que va a unos niveles tan bajos, como nunca en mi vida -55 años- había visto; nadie dice nada.
Se antoja imposible creer las tradiciones que había en Salamanca, como la de pescar bagre y otro tipos de peces que abundaban en este río. El pensar que para el día de San Juan Bautista, el 24 de junio de cada año, el río Lerma era el sitio de reunión para tomarse un baño en esas "bondadosas" aguas. Y pensar que los paseos dominicales por el bordo del río eran cosa habitual a principios del siglo XX, o que durante la madrugada del 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, la gente amanecía a un lado del río para cortar "las florecillas de San Francisco" y llevárselas al santo.
Esto que vemos en la foto no es una isla tomada desde un avión, es un tronco que está en mitad del río justo en el lado poniente del puente del Molinito, lo alarmante es ver el color del agua, ver la viscosidad con la que corre dadas las abundantes cantidades de grasa, aceite y demás contaminantes. Si esos son los visibles, me puedo imaginar los invisibles.
Es este el río Tololotlán, como se le llamó cuando marcaba la fontera entre el imperio Purépecha y los territorios Chichimecas. Es este el río que se llamó Madonté, cuando El Señor del Hospital llegó a Salamanca, es este el río Grande de Toluca, como se le llamó cuando Bartolomé Sánchez Torrado solicitó al virrey la merced para fundar una villa. Es este el río Lerma que sigue pasando dolorosamente por Salamanca... por donde hiere el recuerdo.
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