De pronto se antoja increíble pensar que en las ahora ciudades del Bajío se celebraran solemnidades de tal dimensión como las Exequias Reales. Hace poco encontré la relación de las Exequias que se dieron en honor del rey Carlos III en Salamanca, las cuales fueron por partida doble, una en la Parroquia, esa que conocemos como "Antigua" y la otra, al día siguiente, en el templo de San Agustín, eso ocurrió el 30 de septiembre y 1º de octubre de 1789. Treinta años antes había ocurrido otra muerte real, la del antecesor de Carlos III, que fue Fernando VI apodado "El Justo". En esa ocasión se giró un despacho desde la capital del virreinato de la Nueva España para que, en toda población del reino se celebraran con la pompa habitual tales solemnes misas. La pintura que vemos en la imagen es la de Fernando VI siendo aun niño, a los 10 años de edad en 1723, portando la banda de la Casa de Asturias.
Esta historia se antoja propia del mes de febrero y, más aun, del día del amor, pues la muerte del rey Fernando VI fue debido a la locura que le produjo la muerte de su esposa, Barbara de Barganza. Ella falleció luego de una larga agonía el 27 de agosto de 1758, el rey, enloquecido, muere un año después, el 10 de agosto de 1759. Los avisos enviados desde Madrid para que se celebraran las Exequias Reales en Nueva España de la reina consorte no corrieron con buen fin, menos aun el aviso de las del rey Fernando VI pues, quien gobernaba en México era el virrey Agustín de Ahumada y Villalón, II marqués de las Amarillas, el cual murió el 5 de febrero de 1760, sin dar salida a los exhortos a las poblaciones del reino de la celebración de las Exequias de la reina Bárbara, menos aun para hacer lo propio con los del rey. Correspondió al virrey sustituo, el cual gobernó Nueva España por tan solo 5 meses, del 25 de abril al 5 de octubre de 1760, don Francisco Cajigal de la Vega hacerlo. Pero hubo una muerte más, la de María Amalia de Sajonia, la reina consorte que estuvo casada con Carlos III y que murió el 27 de septiembre de 1760.
"El virrey dispuso que tuvieran efecto las honras y exequias por la muerte de la reina Doña María Amalia de Sajonia, cuyos lutos fueron pregonados por toda Nueva España según era costumbre; al primer pregón hacia la Catedral una seña tocando doscientas campanadas , verificándolo después las parroquias, conventos y demás iglesias dando igual número de campanadas y doblando en seguida. El virrey nombró diputados que le representaran en las honras y recibió el pésame de los tribunales . También hizo pregonar que todos los vecinos, excepto los indios y personas miserables, vistieran lutos con arreglo a la pragmática de 1693, mandando instrucciones a los alcaldes mayores para las honras y lutos". (1)
En resumen, para 1760 las ciudades y villas de Nueva España se llenaron de pronto de Exequias Reales, pues, mueren 2 reinas, un rey y un virrey y todas meritaban funciones solemnes, es así como en Celaya el 9 de junio de 1760 llega el aviso de que se deben de hacer las correspondientes al rey, Fernando VI. El documento menciona además los rigores que se deben padecer durante los oficios:
"Ilustrísimo señor,
Señor: el vicario in cápite juez eclesiástico sustituto de esta ciudad, por enfermedad del propietario, el día nueve del corriente mes recibió dos superiores despachos librados por vuestra señoría ilustrísima; dirigido el uno al fin de que en esta parroquia se hagan honras exequias funerales por el alma de nuestro rey y señor don Fernando VI que santa gloria haya, con los demás sufragios que en tales casos se acostumbran hacer, y al de que todos los clérigos residentes en dicha ciudad vistan lana y no seda...
Esta fotografía ni es de Celaya, ni es de ninguno de los reyes mencionados, se trata de las exequias de la reina Victoria de Inglaterra que se celebraron en el templo de Cristo en la ciudad de México en 1901, con ello nos damos cuenta del alcance que siguieron teniendo este tipo de funciones de la realeza. Ahora bien, si consideramos que México era súbdito de España bien podemos imaginar los solemne que fue esa misa celebrada en Celaya.
"En consecuencia de lo cual hice saber el primero (se refiere al primero de las dos notificaciones recibidas) al reverendo padre cura ministro de esta doctrina, fray José del Valle y Leda a que respondió que desde el día tres del que sigue ejecutó su parroquia las demostraciones que corresponden a su fidelidad y reconocimiento, celebrando las exequias que se le preceptúan con doble solemne de campanas, vigilia, misa, sermón. una tumba de siete cuerpos y los religiosos que celebraron el santo oficio de la misa el referido día a favor del alma de su majestad, lo que le consta a dicho juez eclesiástico. Y juntamente hizo notorio a los clérigos de esta vecindad el que por el prevenido impedimento vistan lana, bajo el apercibimiento contenido en dicho superior despacho".
La Divinidad guarde la importantísima vida de nuestra señoría ilustrísima para bien esta santa iglesia y de toda su diócesis prolongados años. Celaya 16 de junio de 1760. A los pies de vuestra señoría ilustrísima su rendido criado.
Manuel de Agramont, (Rúbrica). (1)
Seguramente en Celaya, en Salamanca, en Guadalajara, Guanajuato y todas las villas y ciudades importantes de la Nueva España, el año de 1760 fue algo tenebroso en el sentido de que, siendo habitual que se emitiera una orden para todos los habitantes "del reino" portaran luto de tres a seis meses, ese año, ante tantas funciones reales el pueblo, seguramente, anduvo de negro durante varios meses...
Fuente:
1.- Mazín Gómez, Oscar. El Gran Michoacán. Cuatro informes del obispado michoacano 1759-1769. El Colegio de Michoacán. Zamora, 1986. pp. 74-75.
Un hermoso blog, felicidades :-)
ResponderEliminarTe invito al mío por si te es de alguna ayuda en tu crecimiento personal
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Feliz tiempo de Cuaresma.
Abrazos en la luz de Dios.