jueves, 1 de mayo de 2014

Conociendo un poco más de Iturbide: su nacimiento y sus coincidencias.

    Los biógrafos de Agustín de Iturbide han recreado siempre la escena de su nacimiento, esto debido a los problemas que su madre, María Josefa de Arámburu y Carrillo de Figueroa, presenta los días previos a su advenimiento. Ella, dama piadosa, invoca a todos los santos del cielo para sortear los problemas que se avecinaban y gracias a esa, digamos, intervención divina, les agradece al poner los nombres que el efímero emperador llevaría, no uno, no dos, sino cuatro de ellos.

    Se dice que ella, María Josefa Arámburo, era apegada a los agustinos, y ese es el motivo por el cual le da por nombre el del fundador de la misma, Agustín de Hipona, a su hijo. El segundo nombre, que no siempre aparece cuando se le menciona en las crónicas, fue el de Diego, esto en honor a Diego de Basalenque, el cronista agustino cuyos restos descansan en el templo agustino de Morelia, ciudad en la que nación don Agustín I.

    Diego de Basalenque es bien conocido por todos aquellos estudiosos de la Historia y del Arte, pues es el que da noticia de todo lo construido por los agustinos en la Provincia de San Nicolás de Teolentino en su obra Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán del Orden de N. P. S. Agustín. 

   Se dice que a doña María Josefa le llevan una de las reliquias de Basalenque, que, por cierto, no es santo ni beato, y el parto sucede, ella en agradecimiento da su nombre a su hijo: Agustín Diego.

  Era el 27 de septiembre de 1783, el calendario litúrgico marcaba una fecha importante para la época, una que va en el Cánon Romano, la de San Cosme y San Damián, los santos médicos, así que, manteniendo la tradición de que uno llevará el nombre del santo en el que uno nace, le otorgan estos dos, quedando como Agustín Diego Cosme Damián.

  Pero las curiosidades no terminan allí, el 27 de septiembre era el día del santo y el día del cumpleaños de Agustín de Iturbide y sucedió que él, seguramente por ese motivo, es el que fija la entrada del Ejército Trigarante a la ciudad de México precisamente el 27 de septiembre, día de su cumpleaños, día de la Consumación de la Independencia. Esto me recuerda la leyenda que se ha tejido en torno al 15 de septiembre y don Porfirio Díaz. Y, ya para concluir, agreguemos otra casualidad más. El calendario litúrgico marca el 15 de septiembre como el Día de Nuestra Señora de los Dolores, es decir, ese 15 de Septiembre de 1810, en la Villa de Dolores estaban de fiesta.

    "Nació Iturbide el 27 de Noviembre de 1783 en Vallaodlid de Michoacán. Fueron sus padre D. José Joaquín de Iturbide, español, natural de Pamplona, y doña Josefa de Aramburu, mejicana, que pertenecía a una antigua y noble familia del mismo Valladolid. En el nacimiento y en los primeros instantes de la existencia de Iturbide se vieron algunos de esos signos, que no por ser naturales o hijos de la casualidad, dejan de ser miradas por el vulgo como anuncios de predestinación. 

   El parto que le dio a luz fue muy laborioso, y al cuarto día, cuando se daba casi por muerta a la madre y por perdido al feto, aquella se acogió con fervor a la intecesión del P. Fr. Diego de Basalenque, uno e los fundadores de los Padres Agustinos de la Provincia, cuyo cadáver momificado se conserva en el presbiterio de la iglesia de San Agustín  en Valladolid, y a quien s adora por santo; trájose además, una reliquia de ses beato, la capa que el buen Padre usaba y guardaba el convento con piedad suma; de modo que, habiendo dado a luz un niño con toda felicidad, se le puso en la pila bautismal el nombre de Agustín.

   A los once meses parece que el niño conservó también la vida como por milagro. Cuéntase que, habiendo una criada indiscreta, una luz cercadel pabell´n que cubría la cuna en que dormía el niño, se incendió aquel y habiéndose comunicado el fuego a los cordones que sostenían la cuna, el niño, con feliz instinto, se asió con fuerza del único que quedó ileso salvó la vida". (1)

Fuente:

1.- Navarro y Rodrigo, Carlos. Itúrbide. Imprenta y Librería Universal. Madrid. 1869. pp.23-24

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