En aquellos tiempos, a diferencia de los actuales, si algo ocurría por Salamanca era aquello que el dicho dice "el que quiera azul celeste, que le cueste", esto lo digo en el sentido de que, si querías desayunar huevos, lo mejor era tener una buena gallina ponedora, claro, también con su gallo. Y si querías comer pollo, había que saber cómo matarlo, desplumarlo y cortarlo en sus respectivas piezas y, en términos comerciales había producción casera (eso que ahora se llama artesanal) de casi todo lo necesario.
Máquinas no había muchas, aunque Salamanca fue de las primeras poblaciones en México en contar con el avanzado sistema de vapor en la producción de telas, pues Patricio Valencia, el padre de Emeteria, las mandó traer de Inglaterra. Había fábricas de fideos, de cerillos, de velas, de cigarros, de zapatos, de guantes (afamados los de gamuza) y de tantas otras cosas más... y el Municipio, es decir, el Ayuntamiento tenía sus ingresos por distintas vías... veamos:
Continuamente había remates de bienes "mostrencos", esos sera, básicamente, mulas, caballos, burros que se encontraban sin dueño en el monte y que entraban en posesión del Ayuntamiento para ser luego subastados, según lo vemos en este documento.
Otro ejemplo de remates de bienes mostrencos.
El Teatro Juan Valle, administrado por el Ayuntamiento, era otra fuente de ingresos.
Otro más del Teatro, de la presentación de la Compañía de Variedades, quizá una Zarzuela.
Encuadernación...
En cuanto a la Penitenciaría del Estado, instalada en el Ex convento de San Agustín, ésta tenía además de la imprenta, que se anunciaba en 1910 que funcionaba con ELECTRICIDAD, así con mayúscula, había taller de Zapatería, Talabartería y Sastrería, se hacían sombreros de palma, y la especialidad era la fabricación de ropa militar, claro es que estos no eran ingresos para el Ayuntamiento, sino para el mantenimiento de la propia Penitenciaría.
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