Sabemos muy bien que hace algunas décadas se colocaron unos obeliscos en el jardín de Nativitas y era por allá que se hacía cada 1° de Enero la Ceremonia de Aniversario de Fundación de Salamanca pues se afirmaba que Nativitas había sido el asiento de la mítica Xidoo. Versiones van, versiones vienen sobre su existencia, pero, como bien lo anotó Rojas Garcidueñas, no hay documento alguno que diga hubo una población llamada así. En cambio, al hurgar en los archivos parroquiales encuentro que hubo, ya muy entrado el siglo XVII, un rancho llamado Tepetates, quizá sea allí que comienza la idea de que, si xidoo en lengua ñähñüh es tepetate, se le asignó uno origen así, de la nada, y se dio por hecho que ese había sido el nombre antiguo del asentamiento que luego se convirtió en villa de Salamanca. Habrá que recordar que la merced de fundación da dos puntos referenciales del lugar en donde se creará la nueva villa de españoles: uno de ellos es el Rincón de Alonso al que se le cambia el nombre por el Rincón de San Bartolomé; el otro es Surumútaro… de haber existido un Xidoo se hubiera anotado. Pero volvamos al tema que hoy no ocupa.
El traer a colación lo de los obeliscos es debido a que, cuando fue transformada la plaza de San Agustín, una vez derribado el mercado, se creó el Jardín Hidalgo, luego se levantaron allí los obeliscos en honor a los Salmantinos Ilustres se habían derribado en Nativitas para colocarlos en el centro de la Ciudad. Leía hace tiempo, una antigua guía del Ferrocarril Central Mexicano, publicada en 1888, en ella se hacía una puntual descripción de todo el recorrido y cuando hace la de Salamanca hubo algo que me llamó mucho la atención pues el autor decía que “Ha tenido Salamanca distinguidos hijos e ilustres benefactores. En un plano de la población que tenemos a la vista se ven retratos de unos y otros…” luego anota que ese plano incluye notas de Pedro González, que data de junio de 1887 y que incluye el nombre y retrato de 20 personas (1). Al ir leyendo los nombres todos son conocidos, son los habituales que recordamos como relevantes pero hubo uno del que nunca había oído hablar nada: Margarito Cárdenas. Pensé que tal vez alguien en Salamanca había visto ese plano y que de allí había surgido la idea de los obeliscos, pero reducidos a 7, pues los veinte que se anotaron serían demasiados.
Y ahora, hurgando esta vez en el Archivo Histórico Municipal encuentro algo relativo al desconocido personaje pues ya casi por terminar el siglo XIX, su madre solicita se le pague la pensión que como héroe se le había asignado por el Supremo Gobierno. Así que, ahora ya sabemos quién fue Margarito Cárdenas. Nació en Salamanca, fue bautizado el 20 de julio de 1841, hijo de Silvestre Cárdenas y de Antonia Cárdenas. No sabemos nada de su infancia ni adolescencia, ni cuándo fue que se enlistó en el Ejército, quizá estaba en Salamanca cuando Maximiliano hizo su visita, quizá lo vio de lejos pues él, Margarito, era del bando Liberal, por lo que no estaba de acuerdo con la presencia ni del Emperador ni de las tropas francesas, zuavas ni de las demás que había en México. Es para el año de 1865, cuando Margarito Cárdenas contaba 24 años y tenía el título de Teniente Coronel que sabemos algo de su participación en contra de la invasión francesa.
Pertenecía al Ejército del Centro, cuyo General en Jefe era Vicente Riva Palacio. Estaba enlistado dentro de la 2ª División al mando del General Manuel García Pueblita. De la estructura militar en la que estaba destacado era en el 3er. Batallón de Guanajuato, al mando de Bermúdez, Domenzain y Bravo, entre otros. Los batallones estaban formados de 100 a 400 integrantes cada uno, no sabemos de cuántos estaba integrado al que Margarito Cárdenas estaba asignado. Y ocurría en aquel tiempo que en territorio michoacano había continuos enfrentamientos con las tropas francesas, para el 14 de junio de 1865, el Ejército Republicano del Centro comienza un enfrentamiento, iniciando en Tacámbaro, para luego seguir por Acuitzio y Morelia, para el día 15 estaban ya en Quiroga y el 16 la “Chinaca” se acantona en la sierra al sur de Zacapu, es el día 18 de junio que, fortificados los conservadores, apoyados por los franceses en Uruapan, que el Coronel Ignacio Zepeda y el Teniente Coronel Luis G. Carrillo, al frente de los republicanos inician el enfrentamiento; son asignados como ayudantes de guardia en el Cuartel General el Teniente Coronel Margarito Cárdenas y el Capitán Feliciano Cárdenas, comenzadas las hostilidades por las calles de Uruapan, ambos, junto a una veintena más de republicanos son abatidos; el salmantino Margarito Cárdenas murió en combate (2).
Sabemos bien que la lucha siguió, finalmente, el 2 de abril de 1867, el Ejército Mexicano del Oriente, al mando del General Porfirio Díaz vence a los invasores y ese es el inicio de la derrota que culminará con el fusilamiento de Maximiliano en el Cerro de las Campanas y la entrada de Juárez a la ciudad de México y la reinstauración de la República. Al poco en Salamanca y en todas las poblaciones de Guanajuato serán exhibidos los “traidores a la patria” que apoyaron a los invasores (larga era la lista, por cierto) y Margarito Cárdenas recibirá los honores correspondientes, además de que sus padres son asignados para recibir una pensión por la participación de su hijo en favor de la patria.
“Que el Gobierno Constitucional al establecimiento de la República le concedió una pensión de Montepío militar como madre viuda de su hijo el Teniente Coronel D. Margarito Cárdenas muerto en defensa de la independencia Nacional durante la intervención francesa. Y yo el infrascrito Escribano doy fe tener a la vista la patente de dicha pensión la cual fue expedida por el Presidente de la República, C. Sebastián Lerdo de Tejada con fecha Diciembre 25 de 1875” (3).
La familia Cárdenas vivía en una casa de su propiedad ubicada en la Plaza de la Constitución la cuál aun no logro identificar cuál era exactamente. Será bueno aclarar que las imágenes que ves son de personajes desconocidos, las incluyo para dar una idea del modo en que vestían los chinacos durante el tiempo en que los hechos ocurrieron.
1.- De la Torre, Juan. Historia y descripción del Ferrocarril Central Mexicano. Imprenta de Ignacio Cumplido. México, 1888. pp. 94-94
2.- Ruiz, Eduardo. Historia de la Guerra de Intervención Francesa en Michoacán. Tipografía de la Secretaría de Fomento. México 1896, pp. 380-403
3.- AHMS. Notarios Públicos. Indalecio Ojeda. Caja 747, L. 1887, f. 3v-4v
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