lunes, 21 de diciembre de 2009

La aportación de Hermenegildo Bustos en la cultura populara guanajuatense, los exvotos

En la Parroquia de Purísima de Bustos encontramos este Cristo rodeado de las escenas propias de la Pasión, pintadas todas ellas por Hermenegildo Bustos.

Hay un personaje guanajuatense un poco desconocido en el mismo Estado. Pintor que con una dote dada por la propia naturaleza logró retratar a casi todo su pueblo natal con una singular claridad lográndolo colocar como el más destacado de todos los pintores populares del siglo XIX en México: Hermenegildo Bustos.


El Señor del Consuelo en el Templo de La Profesa en la Ciudad de México.


De enorme devoción, arraigado a las más estrictas tradiciones del catolicismo del siglo XIX, era quien organizaba las conmemoraciones de Semana Santa y los Corpus. De oficio nevero, cultivaba en su pequeño huerto las frutas que usaría para darle sabor a sus nieves y, lo más importante, dedicaba una buena cantidad de tiempo a la pintura, misma que era una habilidad natural que fue desarrollando al paso del tiempo logrando excepcionales retratos. Sus retablos eran solicitados por todos los habitantes de Purísima del Rincón y a través de ellos se refleja todo el conocimiento de pintura, religión y costumbres plasmados de en forma magistral.


La Universidad de Guanajuato publicó en 1956 uno de los primeros libros que aborda la vida y obra de tan destacado pintor lírico, escrito por Pascual Aceves Barajas, Hermenegildo Bustos, su vida y obra. Este libro fue reeditado años más tarde por Editorial la Rana, es uno de los imperdibles, si gustas de la tradición y auténtica cultura guanajuatense procura encontrar este libro. En uno de los imprescindibles. De él te presento parte del capítulo de los Retablos y Exvotos:


Este es el Señor de la Agonía, que ocupa el lugar que tuviera anteriormente el Señor de Burgos en el Templo de San Hipólito, en la Ciudad de México.


“El maravilloso pintor Hermenegildo Bustos era muy solicitado para hacer retablos o exvotos, porque –además de de clásica afabilidad, la maestría de sus pinturas, el prodigioso parecido de sus figuras con la gente, el encanto de sus redacciones y la brillantez de su colorido- el precio de su trabajo era sumamente económico, ya que cobraba por hacer un retablo real y medio (dieciocho centavos), dos reales, cuatro y hasta seis reales, no más, por el que tenía varias figuras humanas.


Hermenegildo era soñador y laborioso, pues gozaba al trabajar porque su afición pictórica era inconmensurable; pintaba por placer; el precio era lo menos, y si algo cobraba, era por tener algún dinero con qué atender a sus pequeñas y modestas necesidades.


Los retablos o exvotos son la manifestación pública de una promesa que hace a la imagen de Dios o de un santo con caracteres y virtudes milagrosas (mediante la expresión pictórica que señala figuras y fechas –una vez realizado el milagro que se espera, la merced que se pide o el alivio que se ansía- para la mayor gloria de Dios o del Santo y el acrecentamiento de su fama) por el favor que se pidió en momentos de dolor y de angustias. Roberto Montenegro asegura que los misioneros, al transformar la antigua religión, siguieron tradiciones que venían observando desde tiempo inmemorial los nobles de Europa, que consistía en encargar a los pintores la reproducción de imágenes milagrosas, a las que el artista agregaba el retrato de los donantes, situándolos al lado del santo, como muestra de agradecimiento. De ahí provienen nuestros retablos. Clavijero, citado por el mismo Montenegro, dice que la obligación más importante de los sacerdotes, la ceremonia principal de la religión de los mexicanos, consistía en las ofrendas y los sacrificios que se hacían para obtener algún favor del cielo o en agradecimiento por los favores recibidos".


Altar Mayor en el Santuario de Purísima de Bustos, lugar de veneración del Señor de la Columna.


En los retablos propalares e frecuente ver pintadas las figuras de un cerdo, de un caballo, de un asno o de una yunta de bueyes, lo que nos explica la gratitud religiosa manifestada por estas personas cuando pensamos que hay gente tan pobre que no posee sino estos modestos bienes, cuya desaparición constituiría toda una tragedia, pues es su único patrimonio.


Pintura que representa a Nuestra Señora de los Remedios en la Parroquia de Tepeji del Río, Hidalgo.


Imágenes milagrosas y de enorme fama y nombradía son las de: la virgen de Guadalupe, la virgen de los Remedios, el Señor del Consuelo de la iglesia de La Profesa, el Señor de Burgos de la iglesia de san Hipólito, en la ciudad de México; la virgen de san Juan de los Lagos y la virgen de Talpa, en el estado de Jalisco; el Señor del Hospital en Salamanca; el Señor Francisco de la iglesia de la Compañía en la ciudad de Guanajuato; el Señor de Chalma, en el Estado de México; la virgen de la Salud, en Pátzcuaro; la virgen de Zapopan, en Guadalajara; el Señor de la Columna, en Purísima del Rincón; el Señor de Plateros en Fresnillo, Zacatecas; etc.”


Este es el punto en donde logramos darnos cuenta, una vez más, de la veneración que tuvo hace algún tiempo la imagen del Cristo Negro del Señor del Hospital, al verla incluida en la lista que en 1956 elaboró Pascual Aceves Barajas, incluyéndola dentro de las más importantes de México; listada junto a la Virgen de San Juan de los Lagos, el Señor de Chalma y Nuestra Señora de la Salud. Una vez más corroboramos la gran devoción que tuvo el Señor del Hospital.



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