miércoles, 15 de enero de 2014

¿Qué habrá sucedido con la fábrica de loza fina San José del cura Saavedra de Salamanca?

  Me permito tomar "prestadas" estas dos fotografías del blog Arte en Madrid. Corresponden a un horno de vidrio que operó a mediados del siglo XIX en la capital española y ahora es punto de atractivo en esa parte de la ciudad. Por acá en Salamanca, contamos con un horno de características similares pero que, como tantas cosas más que hay (o que hubo) nadie les pone la menor atención. Me refiero al horno que sobrevive, ese de forma cónica  entre las calles de Tomasa Estévez, 5 de Mayo, Aldama y Morelos; que fuera usado por la Fábrica de Loza Fina del cura Luis Saavedra en la misma época, mediados del siglo XIX.

  No sabemos cuando comenzó a  producir la fábrica de Loza San José, solo queda en la memoria que en 1855 el presidente Comonofort a su paso por Salamanca, la inauguró. Pero ese fue solo un acto social, pues la fábrica ya operaba desde antes de su "inauguración oficial". Sabemos que, para 1867 el cura Saavedra, junto a una veintena de salmantinos fue declarado públicamente como traidor a la patria por haber estado a favor del movimiento de los conservadores y de la implantación del Segundo Imperio. No sabemos más sobre el cura, fuera de lo consignado por los dos grandes rescatadores de la historia de Salamanca: Pedro González y José Rojas Garcidueñas.

  Pedro González, al respecto, escribe: "La fábrica de loza establecida por el Sr. Saavedra, con acciones de los vecinos, fue inaugurada por el Presidente de la República, Sr. D. Ignacio Comonfort, y llegó a gran altura; pero habiéndose emprendido en México en igual giro, para establecer la Fábrica del Niño Perdido y la competencia, los recursos de preferencia que hicieron valer, dieron muerte a la de Salamanca; pues hasta los operarios que allí se habían formado fueron sonsacados por medio de promesas halagüeñas. Por fin, todos los útiles de la fábrica y el edificio mismo acabó en manos del Sr. D. Lino Domenzáin, después de habérselas adjudicado con arreglo a la ley de la nacionalización de bienes". (1)

  Y Rojas Garcidueñas apunta que: "La fábrica y su fundador merecen algunos comentarios. En cuanto a su fecha, que el autor citado no da, podemos colegirla muy aproximadamente, en primer lugar proque el señor Saavedra fue cura párroco de Salamanca de 1847 a 1866 pero, más concretamente, si la inauguró el Presidente Comonfort, eso tiene que haber ocurrido el 27 o 28 de septiembre de 1855, que fue cuando Comonfort pasó por Salamanca, yendo a Guanajuato, a donde había lelgado días antes el gobernador Manuel Doblado y fue muy festejado y luego salió de regreso a México. en realidad, yo creo que la fábrica de loza ya estaba trabajando y el Presidente Comonfort no la inauguró sino que simplemente la visitó.

  El establecimiento fundado por don Luis Saavedra no fue, como otras varias alfarerías de la región, un taller artesanal sino una industria de mediana importancia para su época pero de gran calidad: tenía algunas máquinas pra moler, revolver, etc., y hornos varios para las diversas fases de los procesos técnicos; todo ello estuvo instalado en la casa, que fue del señor Saavedra y más tarde propiedad de don Cástulo Acsota y luego de sus sucesores..." (2)

(Tanto ver y leer el libro de don Pedro González y nunca había notado que en la primera edición aparece esta especial dedicatoria).

  Hasta aquí aclaramos ya dos puntos: uno que fue el 27 o 28 de septiembre la inauguración por Comonfort, el otro que el cura Saavedra ya no era cura, cuando fue declarado como traidor a la patria. Continua Rojas Garcidueñas diciendo que: "Don Luis G. Saavedra fue, en su época, figura relevante no sólo en Salamanca sino en el Estado de Guanajuato; persona de cultivada inteligencia y de acción; su carácter sacerdotal, que mantuvo siempre con toda dignidad y decoro no le impidió igual que a otros muchos de su época, participar activamente en la política nacional, él lo hizo dentro de los principios y actitudes del partido conservador. Fue diputado por el Departamento de Guanajuato, en calidad de propietario en el Congreso que funcionó del 1º de enero al 29 de diciembre de 1844, en su gobierno de liberales moderados y conservadores, regido por las Bases Orgánicas proclamadas en 1843. Fue cura párroco desde 1846 o 47 hasta su muerte en 1866. vivió en la casa, hoy subdividida en tres o cuatro, situada en la esquina sureste de las calles que hoy son de Hidalgo y Zaragoza (antes Saavedra y Las Flores). (3)

  Lo que muchos en Salamanca hemos oído, o al menos yo así lo he entendido, fue que, debido al ofrecimiento de mejores sueldos, los empleados de la fábrica San José de Luis Saavedra, se fueron a México a trabajar a una fábrica de nombre Niño Perdido. ¿Qué tan nueva era esa fábrica para 1866, año de la muerte de Saavedra y posible desaparición de la fábrica? No mucho, pues llevaba operando ya 17 años. "Los señores Benjamín y Laurent, están por concluir en el mismo año de 1849, una fábrica anglomexicana de loza fina en la calzada de Niño Perdido número 7 de la ciudad de México. Esta fábrica cuenta con cinco maestros ingleses y cada uno de ellos se obliga a instruir a uno o más aprendices mexicanos. Se calcula que la fábrica dará ocupación a 40 o 50 personas de ambos sexos y de diferentes edades". (4)

  Encontramos otra referencia más sobre la Fábrica del Niño Perdido, que nos dice de un antecedente, aun más antiguo que el anterior: "Mi abuela materna, Emilia Hollis Atkinson, era inglesa. Llegó a Méxic en 1800 con sus padres. Carlos Hollis y Florence Atkinson. Carlos Hollis vino acompañado de una prima suya, Mariana Homprey, quien deseaba fundar en México una fábrica de loza. En Londres ambos se dedicaban a la cerámica. Carlos era experto en barros. La fábrica la fundaron en un gran terreno en la calle de Niño Perdido, que en la actualidad es parte del eje central Lázaro Cárdenas (parece que la fábrica "El Ánfora" fue su continuación actual por cambios sucesivos de dueños)." (5)

  Y otra duda surge pues hay la idea de que los operarios de Salamanca no fueron a una fábrica en México que fuera propiedad de ingleses, sino de franceses, quizá era la fábrica del señor Ollivier, que estaba justo en la calle del Niño Perdido... ¿habrá sido la misma la de franceses que la de ingleses? Esa es otra de las grandes dudas que espero poder despejar algún día. Lo que si podemos ver ahora es meramente una curiosidad: la razón por la cual esa calle se llama así: Niño Perdido.

  "Al final de las calles de San Juan de Letrán, de la Plaza de Tumbaburros y del Salto del Agua donde se encontraba el Tecpan o Juzgado de los Naturales, partían las calles del Niño Perdido. Esta calle ha tenido varias leyendas, entre ellas la del escultor Enrique de Verona que se enamoró de Estela Fuensalida. Esta era cortejada con pasión por un viejo platero llamado don Tristán de Valladares. Los jóvenes enamorados se casaron y tuvieron un hijo. Una noche se prendió el fuego en la casa de los Verona quienes intentaron sofocarlo, al ser inútiles sus esfuerzos, se dirigieron a recoger a su hijo, el que había desaparecido, la madre angustiada pedía a su hijo perdido, cuando van viendo que un hombre embozado llevaba un bulto, Estela se lanzó sobre el desconocido y arrebató a la criatura. El criminal no era otro que don Tristán. (6)

Fuentes:

1.- González, Pedro. Geografía local del Estado de Guanajuato. Tipografía de la Escuela de Industria Militar. Guanajuato, 1904. p. 212.

2.- Rojas Garcidueñas, José. Salamanca. Recuerdos de mi tierra guanajuatense. Editorial Porrúa. México, 1982. p. 96

3.- Ibid. pp. 97-98

4.- García Luna, Margarita. El movimiento obrero en el Estado de México. Primeras fábricas, obreros y huelgas (1830-1910). Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca, 1996. p.56

5.- Bravo-Hollis, Helia. Memorias de una vida y una profesión. Instituto de Biología. UNAM. México, 2004. p.37

6.- Casasola, Gustavo. Seis siglos de Historia Gráfica de México. Tomo II. Editorial Gustavo Casasola, México, 1978. p.398

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