Una de las cosas que ha caracterizado a Salamanca desde hace mucho tiempo en la temporada navideña son los Nacimientos, tradición que estuvo muy arraigada en la población a lo largo del siglo XIX y XX, en la actualidad son pocos los que se instalan si comparamos con lo que era antes. Como quiera, los esfuerzos se mantienen por seguir con la tradición. Esta vez nos apoyamos en el texto escrito por una buena amiga, Martha Susana Ruiz Rojas, quien nos da un panorama de lo que fue la tradición en las últimas décadas del XX.
“Tradición que se levanta orgullosa de sus raíces, impactando a quien la admira y honrando a quien la practica: los monumentales nacimientos salmantinos, que muestran a propios y extraños diversos pasajes bíblicos instalados con figuras de cera producidas por la imaginación y las manos maravillosas de los artesanos del municipio, en una manifestación de creatividad que ha trascendido las fronteras del país. Cera que toma forma, que se colorea y se riza, adoptando formas angelicales y santas en manos de artistas que plasman el amor religioso con el que acarician la cera… y cosen y bordan primorosos atuendo que lucen los pastores, los reyes, los ángeles y la Sagrada Familia. La elaboración de estas preciosas piezas no se limita a figuras humanas, también se elaboran palomas, camellos y borregos de éste material que en efecto parece que cobran vida y calor sometido a la creatividad artesanal. La tradición de instalar bellos paisajes representando escenas bíblicas con motivo de la Navidad se inició aproximadamente en el año de 1825, cuando los sacerdotes católicos motivaban a las familias salmantinas y de todo el Bajío a propagar ésta costumbre.
"El párroco José Guadalupe Valencia, quien vivía en la calle de “Carreras”, que hoy conocemos como Guerrero, aproximadamente a la altura del número 300, inició la costumbre de instalar los nacimientos en la ventana, y sobre la banqueta, para que pudieran ser apreciados por una mayor cantidad de curiosos y visitantes; el nacimiento era colocado muy temprano por la mañana y desmontado por la noche, para volverlo a instalar todos los días, desde los primeros de diciembre, hasta el 2 de febrero, día de la Candelaria, fecha en que los fieles llevan a los Niños Dios, a la iglesia, para ser bendecidos en una bellísima ceremonia religiosa dedicada a la Luz Espiritual. La tradición indica que los vecinos y visitantes eran invitados a pasar al interior de las casas donde se encontraba un nacimiento cuyos instaladores, dueños y anfitriones de la casa, ofrecían agua de sabores, y “frutas de horno”, que no son sino unos pastelillos recién horneados tradicionales ya entonces en la temporada navideña. En un principio las dimensiones de los nacimientos instalados con verdadera intención creativa y religiosa, como obras de arte sacro familiar, variaban de cuatro a ocho metros cuadrados y las figuras eran de barro o de trapo, y de madera primorosamente tallada por los escultores salmantinos; algunas eran de porcelana, más no importaba sino de los caolines del río Lerma que aquí mismo alcanzaron fama de ser hermosamente trabajados. La tradición se fue enriqueciendo y cobrando fuerza, los materiales se sustituyeron por obras de arte en madera, de las cuales aún se enorgullecen de poseer algunos salmantinos.
"Había quienes complementaban su exposición con música de manubrio, que armonizaba los cantos de villancicos y los relatos de los pasajes en exhibición; mediante los mecanismos especiales se ponían en movimiento algunas figuras, haciendo que cobraran “vida”; los carpinteros aserraban, el agua corría… implantando novedades cada año, lograban experiencias maravillosas para los visitantes cuyo número fue creciendo. La elaboración de las figuras de cera en Salamanca, nación y predominó cuando desaparecieron los artesanos de talla en madera (imagineros o santeros) que le dieran fama al municipio, como por ejemplo los Olivares. Hoy en día los nacimientos son instalados sobre varios metros cuadrados de piso o sobre bases de madera, muy resistentes, para soportar el peso de las imponentes grutas, formando una plataforma en varios niveles, se cubren con musgo, arena y plantas con troncos secos y piedras de ligero peso, formando el paisaje de la antigua Palestina, en los que se colocan las figuras representando escenas bíblicas, con efectos de luz y sonido que se convierten en verdaderas obras de arte en las que cada uno de los instaladores proyecta su creatividad individual y manera maravillosa.
"La tradición favorecida por las enormes piezas y salones de las casas del centro de la población, propició que los nacimientos fueran tomando dimensiones extraordinarias, los pasajes bíblicos que se representan comenzaron a ser muchos y muy variados; El rescate de Moisés, La Anunciación, El Nacimiento, La Huida a Egipto, El degollamiento de los Inocentes, etc. No han faltado familias que presentan desde pasajes del Edén hasta la Crucifixión. A principios del siglo XX comenzaron a parecer las figuras de cera, humanas y de animales, todas ellas elaboradas por los artesanos salmantinos y por las familias de los instaladores. En la década de los años cincuenta, muchos hogares contaban con moldes de barro con que se elaboraban las figuras menores de los nacimientos. Durante casi todo noviembre y la primera quincena de diciembre, las familias se dedicaban a la elaboración de borregos, palomas, ranas, puercos, pescados, burros y demás fauna pequeña para formar las escenas con gran realismo. Las figuras humanas, generalmente eran adquiridas en talleres artesanales, donde les daban vida los artistas y artesanos de la localidad.
"Aparecen entonces los grandes escultores en cera de la ciudad, entre otros, Velia Villanueva cuyas manos impregnan movimiento expresiva animación, a miles de piezas que son apreciadas en el mundo entero; el maestro Bartolomé Hurtado Pérez, quien además se encarga de enseñar el arte de escultura en cera a un nutrido grupo de jóvenes salmantinos, fortaleciendo la tradición de esta artesanía que ha recorrido también senderos mundiales. Al contribuir así en la continuidad de la tradición, ayudando incluso en los montajes monumentales de nacimientos y haciendo escuela, estos artistas de la cera han fortalecido las raíces del pueblo en su patria chica. Cabe mencionar que casi todos los nacimientos de Salamanca poseen piezas de estos dos magníficos artífices. Entre los alumnos más destacados del maestro Bartolomé se encuentran Oscar Ramírez Salgado, joven dinámico participativo que ayuda a la instalación de la mayoría de los nacimientos que ennoblecen a Salamanca, promotor incansable de la tradición que heredó de su abuelo, impulsa a los instaladores e imparte también clases de escultura en cera.
"La tradición salmantina de instalar nacimientos, se ha visto enriquecida de tal manera que hoy en día –como se dice con orgullo- estos son visitados por personas de todo el mundo, viajeros que vienen a admirar las monumentales instalaciones recubiertas de musgo, flor de peña, heno y pelo de ángel en que se representan escenarios sugeridos por la lectura bíblica, salpicados de gallitos y florecillas de papel, en donde toman vida las ceriesculturas formando un mundo mágico en torno al nacimiento de Jesús, Niño Dios que preside, desde las grutas monumentales a los 7 coros de ángeles, a los Reyes Magos, a los pastores, y conmueve los corazones extasiados de los visitantes. Algunos de los primeros instaladores que se hicieron famosos por la belleza e ingenio con que ponían sus monumentales nacimientos fueron: la señorita Dimas Juárez, don Juan B. Moreno, la señora Elvira García de Arredondo, el licenciado Florentino López Lira, entre otros". (1)
Fuente:
Tradiciones Salmantinas. Monumentales nacimientos con figuras de cera. Casa de la Cultura de Salamanca, 2001.
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