viernes, 6 de septiembre de 2013

Una aproximación a la historia de las Cajas de Agua en el valle de Salamanca.

  Mucho hemos oído sobre el agua, agua que abunda y que luego escasea y que crea problemas sea en una o en la otra circunstancia. Sabemos, y lo hemos ya documentado, de aquella Charca o ciénaga que se formaba en todo el valle de Salamanca, en el mapa que levantó el canónigo José Guadalupe Romero y que publicó en sus Noticias de 1864 lo hemos visto claramente. Hemos visto, también, como fue que un Arroyo que cruzaba la parte norte de la ciudad, todavía en la primera mitad del siglo XX, y que fue desaparecido para evitar inundaciones, el Arroyo de San Antonio. Esta vez veremos lo que se hizo en Salamanca antes de la construcción del Canal de Coria, con una técnica que dominó a lo largo del siglo XVIII y XIX, la tecnología agrícola: el entarquinamiento.

  Para entender mejor el término de Entarquinamiento, igual podemos recurrir al concepto de las Cajas de Agua, que a la palabra tarquín, pero antes te comento que las fotos que ahora ves corresponden a la presa que se construyó, supongo que a finales del siglo XIX en la Hacienda de Ancón, luego verás las correspondientes a la Caja de San Isidro en la parte oriente de Cerrogordo, y a la caja de agua en la Hacienda de Doña Rosa y, finalmente a la que hubo al poniente de la Hacienda de Cerro Gordo. 

tarquín.
(Del ár. hisp. tarkím, y este del ár. clás. tarkīm, amontonamiento).
1. m. Légamo que las aguas estancadas depositan en el fondo, o las avenidas de un río en los campos que inundan.
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  "Existe en México una técnica de riego que utiliza las aguas torrenciales de avenida o broncas que se presentan en la estación de lluvias. Esta técnica se llama entarquinamiento y etimológicamente significa "llenar con tarquín o cieno un terreno", o rellenar y sanear un terreno con los sedimentos que lleva una corriente superficial de agua. También es conocido como enlagunamiento, enlame y aniego, y consiste en canalizar las aguas torrenciales hacia depósitos artificiales con el objeto de captarlas, dotar de humedad y fertilidad al suelo, controlar ciertas plagas animales y vegetales, y evitar la salinización de las tierras de cultivo. El entarquinamiento como técnica de riego requiere de la preparación de un terreno para capar las aguas torrenciales. Esta preparación tiene que ver con la construcción de acequias o canales de conducción, bordos de diferentes tipos y tamaños, lo sufcientemente fuertes como para resistir la presión ejercida por el agua almacenada, y canales y compuertas de desagüe. A los terrenos destinados a ser anegados o entarquinados se ls ha conocido como cajas de agua, bordos o cuadros de agua".

  "La práctica del entarquinamiento en México se remonta por lo menos hasta finales del siglo XVII, cuando el Bajío mexicano comenzó a perfilarse como el mayor productor de trigo de la Nueva España. Una serie de factores naturales y sociales se conjugaron para que se produjera la riqueza agrícola abajeña: la existencia de tierras en abundancia, clima benigno para las actividades agrícolas, un intenso proceso demográfico iniciado en el siglo XVI por españoles, indios y negros, y una fuerte inversión de capital. No obstante, el carácter predominantemente torrencial de los ríos tributarios del Lerma obligó a los peropietarios de tierra de la región a buscar opciones de manejo del agua".

  "Sin embargo, el origen del entarquinamiento no se encuentra en América ni en Europa. Todo indica que debemos retroceder en el tiempo por lo menos 7 mil años y ubicarnos en el Egipto del tiempo de los Faraones, cuando el año se dividía en tres estaciones: la estación de verano, que se extendía del primero de abril a finales de julio; la de inundación, que corría del primero de agosto a finales de noviembre; y la de invierno, que iba del primero de diciembre a finales de marzo". (1)

  Sumamente interesante es lo que nos expone Martín Sánchez Rodríguez, en su colaboración dentro del libro Cartografía hidráulica de Guanajuato solo que él se basa en los documentos que encuentra en el Archivo Histórico del Agua, y hace mención de las cajas de agua construidas en el valle de Irapuato, en el valle de Celaya, en el valle de Santiago, en Jaral del Progreso, así como en León y Abasolo. Pasa de largo por lo sucedido en el valle de Salamanca. Eso, seguramente, debido a que la cosa cartográfica no es tan abundante en la región de Salamanca, pero, haciendo el recorrido, a pie por la zona, vamos encontrando los vestigios tan interesantes que nos hablan de la tecnología conocida a lo largo del siglo XIX.

  "Hasta hace una década, la práctica del entarquinamiento en México sólo se conocía en las zonas donde se practicaba. Académicamente sólo se había referido la existencia de cajas de agua y, en términos agronómicos, se desconocía a detalle alguno de sus beneficios. Es a partir de la apertura del Archivo Histórico del Agua que el tema comenzó a despertar interés . Este archivo tiene su origen en los expedientes que fueron integrándose en la Secretaría de Fomento  con motivo de la expedición de la ley del 5 de junio de 1888, la cual declaraba como vías generales de comunicación los mares territoriales, esteros y lagunas localizados en las playas de la república , además de los canales construidos por la Federación o con auxilio del erario nacional, los lagos y ríos interiores, fueran navegables o flotables, así como los lagos y ríos de cualquier clase y en toda su extensión que sirvieran de límites a la república o a dos o más estados de la Unión. Por esta razón correspondía al Ejecutivo Federal la vigilancia y policía de estas vías (Legislación Mexicana, t. XIX, p. 153; Kroeber 1998; Sánchez 1993: 26-29; Aboites 1998 82-89). (2)

   Comenzamos con esta foto otra serie, ahora corresponden a la caja de agua de San Isidro, que fuera parte de la Hacienda de Cerrogordo hacia mediados del siglo XIX. Pero hagamos una corrección. El autor que nos ilustra en la Cartografía histórica de Guanajuato, sí hace mención del valle de Salamanca y lo refiere así:

   "Otra zona importante del Bajío en cuanto a construcción de cajas de agua fue Salamanca. En este caso se han podido ubicar cartográficamente 43 cajas que aprovechaban los escurrimientos serranos localizados al norte de la villa. En otras palabras, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad cuando la agricultura de riego descansa de manera importante en el uso de las aguas del río Lerma a través de canales originados en la presa Solís, hasta antes de mediados del siglo XX el riego se aprovechaba de los escurrimientos procedentes de los cerros Gordo, Prieto, La Cruz y Gasca por el noreste; Los Lobos, Cuisillos, El Paxtle, Grande, Las Coloradas, Picacho y otros que formaban los ríos de Temascatío y arroyos de Cerro Grande, Los Razos, Barrón, etc., todos al pie de la sierra de Guanajuato. (3)

   Si eres de Salamanca o conoces la región y su historia reciente, sabrás que a mediados del siglo XX se construyó el Canal de Coria, esto trajo por resultado, entre otras cosas, la desaparición del entarquinamiento y las cajas de agua entraron en desuso, en la actualidad permanecen algunas como mudos testigos de ese tiempo y de ese beneficio. Y Sánchez Rodríguez conlcuye:

   "La práctica de entarquinamiento en cajas de agua en Guanajuato desapareció a mediados del siglo XX. Diversas circunstancias explican su paulatino abandono: el reparto agrario que desarticuló la estructura de la propiedad de la tierra y el agua, las fallas en la organización social surgida con el reparto y la política de irrigación de los gobiernos federales posrevolucionarios.

   "Desde su construcción a finales del siglo XVII hasta su desaparición paulatina en el siglo XX, el funcionamiento del entarquinamiento en cajas de agua estuvo vinculado con el control oligárquico de los recursos. Este control se explica a partir del hecho de que los sistemas hidráulicos abajeños estuvieron controlados por una elite vinculada por lazos de parentesco, compadrazgo, económicos y políticos. En términos materiales, el control se tradujo en la posesión de extensos territorios donde se podían construir cajas que cubrían de cinco a más de 300 ha, o sistemas de cajas que bien podían llegar a varios miles de hectáreas. Si a lo anterior le agregamos el control sobre los derechos de agua, capital y mano de obra, entenderemos cómo funcionaba el entarquinamiento". (4)

   Pero, si no sabemos sobre ríos y arroyos que hay o hubo en Salamanca, no entenderemos como fue toda esta estructura de las cajas de agua. Para ello nos apoyamos ahora en quién mejor conoció Salamanca, todo el estado de Guanajuato en general, en la segunda mitad del siglo XIX, don Pedro González. Él en su Geografía local nos cuenta, haciendo a un lado lo relacionado con el río Lerma, que:

 "...en Cañada de Ortega confluye el río de Dos Ríos en el de Temascatío, aquél nace en las Mesas de Acosta y éste en Potrerillos, San José de los Allendes, Manantiales y presa de Mesteño. En Temascatío está la toma para la presa de esta finca y en ella se junta el arroyo de las presas de Mendoza y de El Zapote.(...) las aguas del río Temascatío riegan la tierra de la hacienda de Buenavista, penetran otra vez al municipio en Mancerita y, por Magueyal y Ranero, confluyen en el Lerma. Se juntan, también en Mancerita los desagües de La Charca, que proceden de los arroyos de Crucitas, Ancón, Tenita y de San Antonio o Nativitas. Arroyofeo se origina en Cerrogordo y Aguilares, y el de La Charca, en los cerros de Sotelo y en la planicie de San Bernardo. El arroyo de Santa Catarina entra al río de La Laja, y el desguadero del Valle de Santiago cae al Lerma, entre San Rafael y el Pitahayo". (5)

   Efectivamente, en las primeras fotografías que vimos, las correspondientes a la Hacienda de Ancón, vemos que por ahí pasaba el arroyo de Ancón, y al ver las fotografías de la Hacienda de Temascatío, vemos lo que se construyó allá para detener el agua y regar esas tierras. Las actuales corresponden a la caja de agua de la que fuera Hacienda Ganadera de San Isidro, enclavada en el lado oriente del cerrito de Gasca, municipio de Santa Cruz de Juventino Rosas, Guanajauto.

   Encuentro en el Archivo Histórico Municipal de Salamanca (6) una relación de ranchos y haciendas que nos detalla lo que cada hacienda tenía en 1853, en ella destaca la Hacienda de Temascatío la cual tenía construidas "dos presas de cal y canto con valor de 15,000 pesos", esto es impresionante, pues representa la cuarta parte del valor total de la hacienda que ascendía a 61,500 pesos. Además, en Temascatío se habían construido: "tres cajas de cal y canto, caídas y destruidas", con valor de 300 pesos. Había también "Dos tropezones en el río o arroyo de cal y canto y la zanja" con un valor de 1,000 pesos. 

   En el caso de la Hacienda de Cerrogordo, en el mismo documento de 1853, aparecen registradas "diez caballerías de tierra montuosa y salitrosa, que componen la Caja de San Isidro", (justo la que vemos en esta fotografía), estaban valoradas en 2,000 pesos. Había, además, "Diez y nueve caballerías de tierra cajeada en sus bordos nuevos, compuertas de piedra y cal", éstas tenían un valor elevado, 22,500 pesos, casi una quinta parte del total del valor de la hacienda que ascendía a 96,756 pesos.

  La Hacienda de Aguilares contaba con "un bordo con su compuerta", valuado en 500 pesos; en la Hacienda de Mendoza "dos presas de cal y canto para guajes de animales", valuados en 6,000 pesos. En la Hacienda de Cruces, "doce caballerías de tierra con bordos maltratados", estos eran de buenas tierras ya que su valor ascendía a los 12,000 pesos.

  Comenzamos a ver ahora las fotografías de la caja de agua de la Hacienda de Doña Rosa, esta no está enlistada, como tampoco lo está la presa de Ancón, debido a que fueron construidas en la segunda mita del siglo XIX, quizá 1870, la fecha precisa la desconozco. Lo que si pudimos documentar son las norias que había para 1853.

noria.

(Del ár. hisp. na‘úra, y este del ár. clás. nā‘ūrah, infl. por acequia y acenia).
1. f. Máquina compuesta de dos grandes ruedas engranadas que, mediante cangilones, sube el agua de los pozos, acequias, etc.
2. f. Pozo, de forma comúnmente ovalada, del cual se saca el agua con esta máquina.
3. f. Artilugio de feria consistente en una gran rueda con asientos que gira verticalmente.
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acequia.

(Del ár. hisp. assáqya, y este del ár. clás. sāqiyah 'irrigadora').
1. f. Zanja o canal por donde se conducen las aguas para regar y para otros fines.
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  Vemos ahora los vestigios de las que fueran las cajas de agua en la Hacienda de Cerrogordo, pero ya por el rumbo de la Hacienda Vieja, es decir, hacia el sur-poniente. Y, por cierto, no sé si has puesto atención a un detalle que me hace repensar todo lo de nuestra herencia indígena y más que ella, la herencia hispana, pues las tres palabras que consultamos en el Diccionario de la Real Academia en torno a temas del agua, su conducción y almacenamiento, las tres tienen origen árabe. Bueno, veamos ahora la lista de las Haciendas que contaban con Norias para 1853:

  En la Hacienda de La Labor, Hacienda de Santo Domingo, Hacienda de La Tinaja, Hacienda de La Cal, Hacienda de Uruétaro, Hacienda de Sardianas, Hacienda de Troje de Sardinas, Hacienda de Dolores, Hacienda de Guadalupe, Hacienda de Cruces, Hacienda de Mancera, y en la Hacienda de Los Lobos, había una noria en cada una. Y en las haciendas de Aguilares, Ancón, Mendoza y Doña Rosa habían dos norias en cada una de ellas.

Así, así de importante e imponente fue el sistema hidráulico en el valle de Salamanca.

Fuentes:

1.- Sánchez Rodriguez, Martín. Cartografía hidráulica de Guanajuato. El Colegio de Michoacán. Zamora. pp.91-94

2.- Ibid. p. 96

3.- Ibid. p. 98

4.- Ibid. p. 102

5.- González, Pedro. Geografía local del Estado de Guanajuato. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2000. pp. 280-281.

6.- AHMS. Gobierno. Censos y Padrones. Caja 84, Leg. 5.

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