lunes, 15 de marzo de 2010

De la historia a la leyenda, o de la leyenda a la historia, el recorrido del Señor del Hospital para llegar a Salamanca.

A lo largo de un año, el que se declaró como Jubilar debido a la conmemoración de los 450 años de la llegada del Cristo Negro del Señor del Hospital a Salamanca, me di a la tarea de hacer, dentro de mis posibilidades y capacidades, el análisis de la imagen, en el aspecto artístico, así mismo lo referente a su templo, el cual considero es una verdadera joya, muy representativa de todos los estilos en boga a finales del siglo XIX y principios del XX; por el otro, a pesar de que no soy historiador de profesión, sino de pasión, pude adentrarme más y más a esa parte de la historia de México que es tan rica y a la vez tan complicada, como lo fue el siglo XVI, cuando los españoles habían creado ya la Nueva España y se estaban dando cuenta de la enormidad del territorio que habían redimido para la Corona de España.


A lo largo del Año Jubilar del Señor del Hospital me he ido adentrando a la devoción que hay a Cristo, pero con el enfoque siempre histórico tratando de saber y entender como fue que se fueron implantando sus templos y santuarios a lo largo y ancho de nuestro país, claro es, tratando de entender como fue que llegó aquí a Salamanca el Cristo que conocemos como Señor del Hospital y ello ve llevó a entender como hubo lugares en donde no se vio la necesidad de tejer una historia de milagros y apariciones, sino, simplemente se hizo una suplantación de imágenes entre los ídolos venerados por los naturales y los Cristos traídos de España o ya manufacturados en México, específicamente en Pátzcuaro.


En este intercambio o suplantación de imágenes tenemos los dos ejemplos más contundentes: El Santo Señor de Chalma, ubicado en la población del mismo nombre, en el Estado de México, en donde se ubicó durante casi dos siglos el adoratorio de Tezcatlipoca, la segunda deidad más importante, luego de Quetzalcóatl, en el panteón Azteca. El otro es El Señor de Araró, ubicado en la población del mismo nombre en Michoacán, lugar de adoración a la diosa de la fertilidad Tarasca Cuerapaveri. En ambos ejemplos no hubo la necesidad de recurrir a textos elaborados que contaran de actos milagrosos, que mencionaran Reyes, Virreyes, Papas, Filósofos, Historiadores, nada de eso fue necesario para darle el verdadero valor que tiene, como centro devocional y espiritual.


Encontramos la historia del Cristo de la Tercera Orden de Pátzcuaro, en donde, a raíz de los hechos extraños y milagrosos que se dieron a mitad del siglo XVII, las autoridades civiles y eclesiásticas del lugar se dieron a la tarea de levantar actas, de hacer juramentos solemnes de que lo visto fue en verdad visto por los asistentes en ese momento al templo de San Francisco y el documento existe. En cambio, aquí en Salamanca nunca hubo un documento oficial que certificara ni la llegada de la imagen por los indios otomíes perseguidos por los jilotepecanos; ni se hizo acta alguna que certificara lo que es un misterio (en toda la extensión de la palabra), cuando vieron que el Cristo estaba clavado a una vara de distancia sobre la tierra del lugar en donde se había depositado originalmente, confirmando así lo que dijo en el sueño de revelación a Juan Cardona en Jilotepec.


Se dice, de acuerdo al relato, que don Vasco de Quiroga dio fe de los hechos luego de dos o tres años cuando pasó de México hacia Pátzcuaro en el que sería su último recorrido, pues de allí fue cuando decidió establecerse en Uruapan y al poco tiempo murió. Del paso por Salamanca, lugar que aun no se llamaba de tal modo, pues era 1563, se dice que elevó al rango de Curato la pequeña capilla que ya existía junto al hospital que él mismo ordenó se levantara, al igual que hizo en 90 lugares más que conformaban apenas una parte de su enorme Obispado. Lamentablemente los documentos que certifiquen su paso por este lugar están desaparecidos.


Podríamos seguir analizando más y más historias ó leyendas de los distintos Cristos venerados en México, El Señor del Veneno, El Señor del Rebozo, El Señor de la Columna, todos ellos en la Ciudad de México, lugar en donde se concentró por siglos el conocimiento y, en ninguno de los casos se hacen tantas referencias históricas como es el caso del relato de la llegada del Señor del Hospital a Salamanca.


Con todo esto a la conclusión a la que llego es que en Salamanca tenemos una hermosísima leyenda que vale la pena analizar a profundidad porque nos da una visión del momento histórico de México y de la región que actualmente es el Bajío en el tiempo en el que se dice ocurrieron los hechos.


Benjamín Arredondo.

Salamanca, Guanajuato.

Marzo 15, 2010.



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