lunes, 1 de marzo de 2010

Los personajes que participan en el relato del Señor del Hospital de Salamanca. 6ª parte.

Pintura que muestra el encuentro del Calzonci, Tangaxhuán II con Cristóbal de Olid en las cercanías de Pátzcuaro en 1522. Se localiza en el Teatro Principal de Pátzcuaro, Michoacán.


23.- El Calzonci.


El relato en su parte casi final menciona algo que nos hace reflexionar un poco en relación entre geografía e historia de Salamanca, y nos ubica a principios del siglo XVI, cuando aquí, el río Lerma era la frontera natural del imperio Tarasco hacia el sur y el gran territorio Chichimeca al norte de lo que hoy es Salamanca.


Así pues, hay una fuerte influencia de la civilización Tarasca en la región, cosa que no pasa desapercibida en el relato pues a fin de decidir quién se quedará con la imagen del Santo Cristo se determina que será un Misionero franciscano o el Cacique quién lo decida, solo que ambos se encontraban fuera de la Estancia de Barahona, “pero como el Cacique se encontraba por el rumbo de Piñícuaro, en los dominios que habían sido del rey Calzontzin…”(1), había que esperar a la llegada de estos personajes para tomar la decisión, mientras el Cristo permanecería custodiado doce horas por uno y doce horas por el otro grupo. Pero entendamos mejor la figura del Calztonci.


Para ello lo primero que debemos aclarar es que en la tradición náhuatl se utilizaba el sufijo tzin cuando se hacía referencia de alguna persona de la nobleza, por lo tanto nos llegó el nombre del título del rey Tarasco de esa manera siendo en realidad el Calzonci el que debemos aplicar.


La función más importante del Calzonci era la de mantener vivo el fuego sagrado, de ahí que se le nombrara “el fogonero supremo”. Escena tomada recientemente en la antigua pila de agua de Pátzcuaro llamada El Toro.


En la Historia General de Michoacán encontramos que: “En la pirámide social se encontraba el Calzonci, que era el gobernante supremo y concentraba todo el poder económico, político, jurídico y religioso. Como era representante de la deidad tenía derecho sobre toda la tierra y era el único que podía asignarla para su doblamiento o cultivo. Por lo mismo, controlaba los recursos naturales que el medio ofrecía, además de todas las ramas de la economía por medio de una extensa red burocrática.


El nombraba directamente a los caciques en cada pueblo, y a pesar de que los otros puestos principales eran heredados, debían seguramente, contar con su aprobación. Siendo el juez supremo, tenía que dictar sentencia cuando se cometían ciertos delitos ya fuera entre la gente del pueblo o principal, aunque no siempre con justicia.


Fungía como sacerdote, era el “fogonero supremo” siendo una de sus principales obligaciones el llevar leña para los templos para mantener prendido continuamente el fuego.


La sucesión de este importante cargo, se hacía siempre en línea directa y recaía en un hijo o familiares muy cercanos, cuya conducta, religiosidad, valentía, etc. fueran ampliamente reconocidas. Al quinto día, después de haber muerto el Calzonci, se reunían todos los caciques de la provincia, los señores principales, los viejos, los valientes hombres y los señores que estaban en las cuatro fronteras de la provincia y le pedía al heredero que aceptara el cargo…” (2)


Tanguahuán II, último Calzonci, fue sacrificado, una vez muerto fue quemado, sin saber los españoles que estaban así cumpliendo con la tradición de incinerar al gran Calzonci. En la foto, una de las placas del monumento que se levanta a la entrada de Pátzcuaro.


Esa función de “fogonero supremo” se refiere a la ofrenda de fuego que se le hacía al sol, deidad suprema de la civilización Tarasca, denominado Curicaueri y es en su representación en donde encontramos un detalle por demás interesante. Si recordamos que el Santo Señor de Chalma, imagen de Cristo de color negro que se venera en esa parte del actual Estado de México, lugar en donde la tradición marcaba como el adoratorio de Tezcatlipoca, el cual era de color negro también.


Sobre la representación solar interpretada por los Tarascos leemos que “Curicaueri tenía el cuerpo pintado de negro, aunque la parte inferior de la cara, así como las uñas de los pies y manos estaban pintadas de amarillo. Llevaba una diadema de piel blanca y adorno de pluma de garza a la espalda. En honor suyo se pintaba de negro el Calzonci, sacerdotes y caciques”. (3)


4.- Monumento a Tangaxuan II, último de los Calzonci del Imperio Tarasco, localizado en Pátzcuaro, Michoacán.


24.- Gitzin


De Gitzin no hay muchos datos, se dice que era el Cacique xilotepecano asignado a Xidó y toda la comarca, misma que incluías las poblaciones del actual Valle de Santiago, Yuriria, Uriangato y Moroleón. En el relato se establece que será él quién determine que grupo de indios se quedará con el Santo Cristo “Era el caso que el cacique del pueblo se llamaba Gitzin; que era indio de origen mexicano, que había nacido en Xilotepec y por lo mismo debía de estar del lado de los Xilotepecanos y apoyarlos para que se llevaran al Señor a Xilotepec; que el tal Gitzin era odiado por todos los indios porque lo consideraban un traidor…” (4).


Encontramos en el libro de Geografía de Guanajuato de Pedro González que es de los pocos, por no decir que el único que lo menciona: “Xidóo, nombre del pueblo de otomíes que significa lugar sobre tepetate, existencia precolonial, fue sometido á la conquista de los españoles por los caciques de Jilotepec Gitzin y Don Nicolás Montañés de San Luís, fundador de Acámbaro. A lo que hoy se llama barrio de San Juan de la Presa, asiento del primitivo pueblo, se llamó luego San Juan Bautista Xidóo en honor del misionero agustino Fr. Juan Bautista, benemérito compañero de Fr. Alonso de la Vera Cruz, apóstoles de los indios en la comarca que había dominado Caltzontzin, Rey de Michoacán”. (5)


Un referencia más, la cual seguramente viene también de Pedro González, pero no lo tengo confirmado es lo siguiente “Don Nicolás de San Luis Montañés, cacique indio de Jilotepec y aliado de los conquistadores, con sus soldados a las órdenes inmediatas de Guitzin, también cacique de Jilotepec, ocuparon en 1562 las antiguas aldeas de Xidóo y Camémbaro, muchos de cuyos habitantes optaron por abandonar sus terrenos y prefirieron la vida nómada que vivir bajo el yugo de los invasores. La llegada de los españoles y de los indios aliados se efectúo el 25 de julio de ese año”. (6)


Este indígena, bien podría ser Dojó, el llamado “Tío Lucas” en el relato del Señor del Hospital. La foto es parte del monumento a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción recientemente inaugurado en Celaya, Guanajuato.


26.- Lucas Evangelista Dojó.


Este es un personaje que por el nombre Dojó (comal) se intuye sea de origen otomí, es una persona entrada en años que se dedica a la carpintería en la Estancia de Barahona, es él quien fabrica la replica de la imagen del Cristo de los Agonizantes, misma que, según el relato, es llevada de regreso a Xilotepec. “era muy instruido en el arte de la carpintería y herrería y sabía también hacer imágenes de santos empleando rastrojo, patol y otras maderas fofas; más que su nombre, era conocido por el de tío Lucas o el maestro Lucas”. (7)


Monumento levantado en el Ex convento Agustino de Tiripitío, Michoacán a Fray Alonso de la Vera Cruz.


27.- Fray Alonso de la Vera Cruz


Su nombre original fue Alonso Gutiérrez, una vez tomado el hábito de la Orden de San Agustín cambió su nombre a fray Alonso de la Vera Cruz, nació en Caspueñas, Guadalajara, España en 1507 y murió en la Ciudad de México en 1584. Fue la figura más importante de la filosofía en México durante el siglo XVI. De este tamaño es uno de los últimos personajes que se mencionan en el relato. No interviniendo directamente en el mismo, sino como una mención de don Vicente Flores, cosa que hizo para ubicar en tiempo y espacio el relato.


Averiguando un poco de la vida de tan ilustre persona, encontramos en Wikipedia que “El 22 de julio de 1536 desembarcó en Veracruz; ingresó en la Orden de los agustinos y cambió su apellido de Gutiérrez por el de Vera Cruz. Tras un año de noviciado, profesó en la ciudad de México, el 20 de julio de 1537, en el convento de Santa María de Gracia. Llegado a tierras michoacanas, aprendió la lengua tarasca para predicar la doctrina cristiana a los indios, preparándoles a recibir el sacramento de la Eucaristía. En vez de imponer primeramente el castellano, como pretendía la monarquía española, habló a los indígenas en su lengua, para evangelizarles e incorporarles a la civilización occidental, con lo que obtuvo mejores resultados”.


Escena de la vida Agustiniana pintada en una de las paredes del Ex Convento Agustino en Charo, Michoacán.


A propósito de los 500 años del nacimiento de seguidor de la Orden de San Agustín, Ambrosio Velasco Gómez, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, comenta que “la formación universitaria y no sólo eclesiástica del filósofo, influyó de sobremanera para establecer el pensamiento de fray Alonso, es decir, el resurgimiento en el siglo XV del pensamiento cívico aristotélico y tomista en España, sobre todo en la Universidad de Salamanca, donde estudió fray Alonso de la Veracruz.” (8)


Será bueno recordar que en las ausencias que don Vasco de Quiroga hizo de su Obispado en Michoacán, eran precisamente los Agustinos quienes se encargaban de administrarlo. Encontramos un poco más de su vida en Wikipedia: “Fray Alonso de la Vera Cruz no fue un filósofo encerrado en la clásica «torre de marfil», sino un pensador comprometido y un misionero ejemplar. Fundó el Convento de Tiripetío y estableció la primera biblioteca de América. En 1542 sucedió a Vasco de Quiroga en el gobierno de la provincia agustiniana de Michoacán y fundó cinco conventos en Cuitzeo, Yuririapúndaro, Charo, Copándaro, Huango y Guayangareo. Durante 1545 fue elegido prior del convento de Tacámbaro. En 1553 se le designó catedrático en la Real y Pontificia Universidad de México”.


Si vemos con atención el mapa que nos muestra el territorio del Imperio Trasco, podremos identificar fácilmente el límite que formaba el Río Lerma en la parte norte, lugar donde se ubica Salamanca, Guanajuato, casa del Cristo Negro del Señor del Hospital.


Para saber más de la importancia que tuvo fray Alonso no solo en la evangelización de México, sino en su nobleza de espíritu, veamos este texto de Olga Valdés García de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: “Misionero “amparo de los indios” (como lo califica fray Diego de Basalenque), fundador de cátedras y bibliotecas, primer profesor de Artes y Teología, autor de los primeros textos universitarios de Filosofía impresos en la Nueva Espala. Todo esto había sido reconocido y loado en fray Alonso ya desde el mismo siglo XVI. Ahora debemos reconocer en él, además, a un incansable defensor de los indios, a nuestro primer catedrático de Derecho Agrario (como lo juzgó Silvio Zavala), a nuestro primer catedrático en Derecho Internacional o de Gentes (así lo considera Antonio Gómez Robledo); y yo por mi parte apuntaré –así lo sugiere el mismo Gómez Robledo-, que fray Alonso de la Vera Cruz es un paradigma de la libertad de cátedra.


En su relación de 1553-1554, durante su primer curso universitario enfrentó al poder político, a los intereses del poder económico y de la administración colonial y al poder eclesiástico en defensa de la justicia y de los derechos humanos”. (9)


Catedral Fray Juan Bautista Moya en Pungarabato, Michoacán, actual Ciudad Altamirano.


28.- Fray Juan Bautista.


Así lo menciona don Vicente Flores en la última nota buona del relato, seguramente haciendo referencia al Apóstol de Tierra Caliente, el Agustino fray Juan Bautista Moya y Valenzuela, nacido en Jaén, España en el año de 1504; muerto en Morelia el 20 de diciembre de 1567. “Fue un fraile y misionero agustino español, reconocido por su labor evangelizadora en la región de la Tierra Caliente, ubicada en los estados mexicanos de Guerrero y Michoacán. Es conocido por sus méritos milagrosos y religiosos como el Apóstol de Tierra Caliente”. (Wikipedia).


Siguiendo con la misma fuente, Wikipedia, veamos la vida del emérito Agustino: “Era hijo de Jorge de Moya y Teresa de Valenzuela, desde muy pequeño demostró su inteligencia y capacidad para aprender y memorizar diferentes idiomas. Estudió en el seminario del Convento de Salamanca, que pertenecía a la orden de San Agustín, allí aprendió idiomas como el griego y hebreo y más tarde se convirtió en seminarista. Cursó el noviciado de 1522 a 1523 profesando éste último año. Como la marcaba la orden de San Agustín, toma el nombre religioso de Bautista. Obtuvo grados de filosofía y teología así como cátedras por oposición.


La Orden de San Agustín organiza una de sus primeras misiones evangelizadoras preparando un viaje a Nueva España al mando de Fray Gerónimo de San Esteban, y Bautista Moya integraba el grupo que tenía previsto partir en 1533, pero no pudo incorporarse a ellos por una visita a su hermano que no le permitió llegar a tiempo el día en que zarparon. Bautista Moya esperó el viaje de regreso en 1536 que tenía el propósito llevar a más misioneros a América y zarpó ese año en un segundo grupo conformado por doce misioneros agustinos hacía la Nueva España. Finalmente desembarcaron en Veracruz y comenzaron la travesía hacía la capital de la Nueva España (hoy Ciudad de México). En su camino, los dos grupos encabezados por Fray Francisco de la Cruz, iban evangelizando los pueblos que en su camino encontraban. Estas misiones más tarde construirían templos y conventos en la Ciudad de México y en las poblaciones de Chilapa, Tlapa, Yecapixtla y Zacoalpan en el actual estado de Guerrero.


Decían los reverendos Padres Agustinos que luego de fundar la provincia de San Nicolás de Tolentino, se dedicarían a expulsar al demonio que conquistaba de tiempo atrás estas tierras.


Bautista Moya es enviado hacia el sur de la Nueva España y se establece en la región que cubre las poblaciones de Chilapa y Tlapa (en el actual estado de Guerrero) que formaban parte de la Provincia de Puebla, allí aprende el idioma Náhuatl. Es hasta 1544 que comienza su labor evangelizadora en la población de Huachinango y más tarde recibe el nombramiento de Prior del Convento de agustinos de la Ciudad de México, cargo que deja en muy poco tiempo para trasladarse a la región de Tierra Caliente, en la provincia de Michoacán. Llega primero a Guayangareo (después Valladolid, hoy Morelia), después a Tiripetío y a Tacámbaro en 1533, año en que comienza a evangelizar dicha región. Pasa por las poblaciones de Tuzantla, Huetamo, Turipécuaro (hoy San Lucas) y después a Pungarabato (hoy Ciudad Altamirano) en donde se establece para formar su centro de operaciones y llevar a cabo su labor misionera de la nueva religión. Entre sus actividades fue la inculcarles la religión católica a los pobladores de la región haciendo a un lado las prácticas de idolatría. Establecer a pobladores dispersos en lugares más adecuados para vivir; A su vez, levantó edificios que serían templos e iglesias y construcciones que albergarían a hospitales y escuelas. Permaneció en Pungarabato hasta 1567, año en que enferma y es trasladado a Valladolid (hoy Morelia) donde muere el día 20 de diciembre. Sus restos descansan en el Convento de la Orden de los Agustinos en la ciudad de Morelia, Michoacán”.


Es interesante saber que dadas las virtudes y entrega de fray Juan Bautista, en la actualidad hay una causa para su beatificación que se le sigue desde Ciudad Altamirano, Guerrero.


Cruz atrial, pila bautismal y capilla abierta en lo que fuera el convento franciscano de Tzintzunzan, Michoacán, sitio al que llegó originalmente el inmortal Tata Vasco.


29.- Los Xilotepecanos.


De estos personajes no se da mayor dato que su número, diez fueron los que salieron de Xilotepec siguiendo a los siete otomíes que obedeciendo la “cuasi orden” de salir en busca del lugar en donde el Santo Cristo eligiera donde quedarse. Durante la persecución dos de ellos mueren, “…los Xilotepecanos venían muy desanimados y ya querían volverse a su tierra; que dos de ellos habían muerto de enfermedad en el camino y otro se encontraba gravemente enfermo de llagas en las piernas; que todos ellos eran en número de ocho contando con el enfermo que era seguro que se quedara en Nattahí (Celaya), porque no podía dar un paso…” (10).


30.- La Señora de don Baltasar.


Este es otro de los personajes de los cuales desconocemos totalmente su vida, sabemos que es la esposa de Baltasar López Ledesma, administrador de la Etancia de Barahona, pero nada más, ni siquiera su nombre, como suele suceder cuando se hacen referencias a mujeres en la vida Novohispana. Aparece en esta escena: “Francisco de la Cruz y Juan Crisóstomo fueron cautelosamente a ver lo que esta castellana quería; ella los metió en un cuarto, se aseguró de que nadie escuchara y luego cerró la puerta, y entonces les dijo que de parte de don Baltasar iba a poner en su conocimiento…” (11) y es aquí donde se da a conocer el plan de mantener la imagen original del Cristo de los Agonizantes en la estancia de Barahona y provocar que los xilotepecanos se lleven una réplica del mismo.


Bibliografía:


1.- Historia de la milagrosa imagen del Señor del Hospital de Salamanca. Introducción atribuida a José Rojas Garcidueñas. Imprenta del Bosque, México DF. 1967.


2.- Historia General de Michoacán. Volumen I, Dr. Enrique Florescano, Gobierno del Estado, Instituto Michoacano de Cultura, Morelia, 1989.


3.- Ibid.


4.- Historia de la milagrosa imagen…


5.- Geografía Local de Guanajuato. Pedro González, Guanajuato, 1904.


6.- http://www.comunidadcristiana.agenciacatolica.com/modules/news/article.php?storyid=409


7.- Historia de la milagrosa imagen…


8.- Periódico Cambio de Michoacán, 17 de Junio de 2007

http://www.cambiodemichoacan.com.mx/vernota.php?id=64057


9.- Tzintzun, Revista de Estudios Históricos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, 2005.


10.- Historia de la milagrosa imagen…


11.- Ibid.




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