Este Señor Crucificado representa a Jesús después de muerto en la Cruz, con el rostro muy caído hacia el lado derecho y sobre el pecho. Como he indicado ya su color es casi negro por la invertedera costumbre de limpiarlo con unciones de bálsamo. Todo su cuerpo tiene una postura violenta; pues se ve muy doblado hacia el lado derecho, de manera que se ve salido del palo vertical de la Cruz y todas sus facciones, proporciones y figura pertenecen a los Cristos tarascos de Michoacán elaborados con pasta de “Tatzingueni”, en el siglo XVI.
La Cruz que lo sostiene es rolliza, con cantoneras, la tarja del I.N.R.I. y un resplandor pequeño que sale del centro de los ángulos que forman los palos de la Cruz son de antigua y rica plata; como son de este precioso metal los clavos que sostienen la imagen y la corona de espinas, que lleva sobre su cabeza adornada con las tres tradicionales ráfagas o potencias. Como el Crucifijo está muy inclinado, la cabellera postiza, rizada, le cae toda detrás del brazo derecho y aparece toda colgante. Su cintura siempre se ve cubierta por ricos cendales de telas preciosas, adornados de ricas bordaduras de seda y oro y dorados flecos, La actitud y postura en la Cruz de este Cristo es única y por lo tanto uno de los más originales Cristos del país, impone mucho su contemplación y es uno de los más venerables de la nación.
Todo el texto ha sido tomado del libro Los cristos de caña de maíz y otras venerables imágenes de Nuestro Señor Jesucristo. Tomo I. Canónigo Luís Enrique Orozco y Contreras. Edición privada. Guadalajara, México. 1970.
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