Aquí en Salamanca contamos con muchas tradiciones, la mayoría de ellas, quizá todas, las hemos visto en los artículos de este espacio que a lo largo de estos veinte meses, tiempo que llevamos publicando el Blog del Señor del Hospital, hemos compartido. Pero hay una que sucede cada 12 de diciembre y que cada vez va cobrando más fuerza; es decir, estamos frente al nacimiento, o mejor dicho, de la consolidación de una tradición. Desconozco cuando habrá iniciado, desde que recuerdo la fecha se celebra, como en todo México, con la kermese y días antes, durante la novena, con la visita de los niños ataviados de forma tradicional al que llamamos Santuario de Guadalupe.
Y como son cientos de niños los que allí se llevan, suelen ellos, entrar al templo con un globo, globo que será ofrendado a la virgen, simulando, en buena medida, que es el saludo que ellos, las inocentes criaturas, que envían al cielo, lugar donde, una mente inocente concibe es el lugar en donde mora la Virgen, así pues, el globo es soltado en ocasiones fuera del templo, otras dentro del recinto.
Claro es que al pasar las horas el templo se va inundando de globos en su bóveda y en la cúpula. Algo curioso me sucedió anoche, eran más de las once, en todo el día no había tenido la oportunidad de pasar al templo a hacer mi reverencia en tan especial día, pensé no encontrarlo abierto, pero, siendo un día tan importante es hasta la media noche que lo cierran, solo me tocó ver los resiudos de la fiesta, el escenario de los músicos ya vacío, cientos de kilos de basura y un templo aun con feligreses y, claro está, las bóvedas cuajadas de globos.
En ese embelezamiento me encontraba cuando un globo comenzó a bajar desde la cúpula, una niña, la única que se encontraba allí comenzó a moverse y el globo cayó precisamente en su cabeza, apenas la rozó y de nuevo el globo se elevó... los allí presentes nos quedamos sorprendidos, a mi algunas ideas se me vinieron a la cabeza, ideas de fe, de esperanza... de bondad y, evidentemente, la duada si eso que pasó allí fue una respuesta de allá arriba.
Con esa idea me quiero quedar, se que los fenómenos físicos existen, se que los cambios de temperatura, el helio y el plástico reaccionan, pero, insisto, con la idea que se generó en ese momento me quiero quedar... una idea inocente, prístina, para ser bien precisos... eso sucedió, yo lo vi, un doce de diciembre ya casi por concluir la jornada.
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