Este refrán me lo hizo llegar Marta Zamora, a quién agradezco la atención. Me causo sorpresa y gracia, pues nunca lo había oído y me parece muy atinado. Continuamente estamos en busca del culpable de algo que nos sucedió y no somos capaces de aceptar las cosas tal cual son, como, en este caso la alopecia de San Pablo.
La fotografía fue tomada en el templo de San Agustín en Acolman, Estado de México. En la portada plateresca vemos en los nichos las imágenes de San Pedro, a la izquierda, y San Pablo a la derecha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario