"El nombrado prior y comisionado para llevar a cabo el acta fundacional del convento de San Juan de Sahagún fue fray Juan de San Nicolás, acompañado por fray Francisco de la Asunción, quienes llegaron a la villa el 26 de mayo de 1615 y presentaron ante el cabildo la carta de su provincial, previamente convenida, que los autorizaba a establecer el convento. el escribano público y del regimiento Francisco Guerrero levantó el acta respectiva. En ella se asienta que los hechos ocurrieron en la casa de Juan de Cuéllar, vecino de la villa, levantada en el solar de Silvestre Aguirre. Allí, como a las nueve de la mañana, los religiosos colgaron una campana y la hicieron sonar convocando a misa, que celebró el padre prior, revestido de ornamentos sagrados y rodeado de muchos testigos y feligreses, ante los cuales declaró que en nombre de su provincia tomaba posesión para fundar un convento dentro del perímetro de la villa, en donde "mejor y más cómodamente quedarse". (1)
Es de esta manera que el Dr. De Santiago Silva describe como fueron esos primeros momentos cuando los agustinos llegaron a asentarse en Salamanca. Ya hemos visto como fue que la fundación de la villa de Salamanca se da el 1 de enero de 1603, para 1609 los agustinos que habían formado ya la Provincia de San Nicolás de Tolentino solicitan a través de su padre provincia, fray Diego del Águila, al Rey, autorización, es decir la merced, para la creación de cuatro conventos en las nuevas fundaciones españolas de Celaya, San Miguel el Grande, Colima y Salamanca, desechando las de San Miguel por su "pobreza" y la de Colima por su "lejanía"; así pues se levanta el convento en Celaya en 1609 y será en 1615 que comiencen en Salamanca.
Difíciles han de haber sido los primeros años del templo agustino en Salamanca, la década de los veinte y treinta del siglo XVII no fueron precisamente de crecimiento para la villa, por el contrario, la población era cada vez menor, todo esto debido a que hacia el sur del río Lerma las tierras eran mucho más productivas y los asentamientos de españoles preferían esa región a la del norte del río. Fray Diego de Basalenque, que fuera prior del templo agustino de San Luis Potosí en 1614, por tres años, y luego de Valladolid a partir de 1617 conoció muy bien la situación de la fundación de su orden en Salamanca, incluso pasó por aquí, pues era el único camino a seguir entre San Luis Potosí y Valladolid, esto, en 1617. Al paso del tiempo Basalenque, acostumbrado a tomar notas de todo lo que el veía en la Provincia, concentró toda esa información derivando de allí el libro Historia de la provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, publicado en 1673, allí, sobre el convento en Salamanca dice:
"En esta villa fundamos con mucha paz de todos, si bien que la fundación es pobre, mas tiene lo necesario para cuatro religiosos, porque el convento de Cuiseo le dio de limosna en el valle de Santiago renta de cuatrocientos pesos largos, sin otras que tiene el convento con que pasa por agora. El edificio es al uso de la villa, de tierra de tapia y adobe, y la sacristía pobre, que todo ha sido ornato que le han dado de limosna, si bien que en cuanto a las esperanzas mayores las puede tener que el mejor convento de indios, pues éstos conocidamente van a menos y los españoles a más; y así con esas esperanzas buenas irá pasando por agora su pobreza". (2)
Hasta aquí vemos dos datos que sobresalen, uno es que la persona que cedió el solar para que allí se instalara el convento agustino fue Silvestre Aguirre quien, como lo escribe De Santiago Silva, en el referido libro, "figura en documentos antiguos como propietario de estancias ganaderas anteriores a las fundaciones de Salamanca y Valle de Santiago". Aguirre, por su apellido, lo ubicamos como venido del País Vasco, este pequeño detalle nos hace ligar, en mucho, las relaciones que se irán dando más adelante en el recinto agustino cuando aparezca el padre Martín de Vergara, de origen vasco también.
El segundo dato que me llama la atención es lo anotado por Basalenque en donde dice de la pobreza del convento y que eran solamente cuatro los religiosos que allí moraban diciendo "más tiene lo necesario para cuatro religiosos", consecuentemente este sitio era pequeño, quizá una sencilla capilla, la cual distaba en mucho de lo que actualmente vemos pues dice el referido fraile e historiador que "el edificio es al uso de la villa, de tierra de tapia y adobe".
Es en este punto de la historia en donde hace aparición nuestro personaje, digo que nuestro debido a que su huella fue tan profunda y ha sido tan duradera que aun hoy en día la seguimos viendo, de hecho, lo que ves en esta fotografía es diseño de él: Antonio de Elejalde, el Viejo.
Volviendo a lo escrito por De Santiago Silva, veremos como es que los lazos familiares se comienzan a dar: "Matías de Escobar, por su parte, refiriéndose a la decoración del convento de Valladolid entre 1617 y 1618, cuando era allí prior el padre Vergara, asienta que "en loa primitivo fue singular el adorno de Nuestra Iglesia, pues en ella primero que en otra alguna, se vio retablo de cinco dilatadas calles , el cual hoy preservan, aunque sin la estimación que se ha grangeado la nueva moda de los retablos. Nuestros Padres Vergras y don Antonio de Elexalde, su sobrino, hicieron esta gran obra".
Y es esta la relación que hay con el País Vasco ya que todos estos personajes son originarios de Guipuscoa, quizá de la misma zona de donde era Silvestre Aguirre. Antonio de Elexalde, el Viejo, constructor, pintor y entallista, se encargaría de proyectar el nuevo templo agustino hacia 1640-41, cuando los agustinos de Salamanca habían logrado ya una consolidación económica. Su hermano, Martín de Vergara entraría en una carrera sólida dentro de la orden agustina, ocupando el priorato en Valladolid y más adelante se le nombrará padre provincial. Sus hijos, uno de ellos, quizá el mayor, Antonio de Elexalde, el Joven, seguiría sus pasos y se volvería una de los mejores entalladores del Bajío; los otros dos, Felipe y Martín tomarían el hábito agustino y ocuparían posiciones relevantes dentro de la misma orden.
Volviendo a la construcción del templo en Salamanca leemos nuevamente a De Santiago Silva que nos comenta sobre la estabilidad económica que fueron adquiriendo los agustinos y la posibilidad de ir engalanando el templo: "En 1652 mejoraba notablemente el patrimonio del convento por la donación que le hizo don Julián Gallardo, rico vecino de Irapuato, de la hacienda de Guantes, real de minas cercano a Guanajuato; a partir de ese momento gozó de mayores posibilidades y se fueron concretando sus objetivos de lucimiento arquitectónico y santuario. En 1652 estaba ya cerrada la bóveda de la nave y entre 1652 y 1655, las del crucero y el presbiterio". (3)
Terminado el templo en todo lo que es su estructura, continuarían con la finalización del claustro menor, comenzado el siglo XVIII, entre 1700-1706, Elejalde, el viejo, elaboraría los tres retablos, ya desaparecidos, con que contaba el templo: el mayor, dedicado a San Juan de Sahagún; en el crucero del lado oriente (llamado técnicamente "del lado del Evangelio"), uno dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe. Y en el lado poniente ("del lado de la Epístola"), el que estaba dedicado a san Agustín, san Nicolás, la virgen de la Cinta y san Cayetano. Años más tarde se elaboraría uno dedicado a los Santos Reyes. De todos estos retablos mencionados ninguno existe, sin embargo, algunas de las esculturas fueron reutilizadas en los nuevos retablos, pero no se sabe cuales de ellas fueron las seleccionadas.
Vendrían luego años de mayor prosperidad, el 12 de junio de 1761 se inaugurará el Cenobio, con la idea de transformarlo en la Universidad Agustiniana de Salamanca y en la séptima década del siglo XVIII serán elaborados los retablos que en la actualidad podemos observar. Antonio de Elexalde, el Joven, inició los retablos el 7 de enero de 1771 y terminó el 28 de agosto de 1782 "fecha en la que el conjunto fue objeto de una solemnísima bendición" (Navarrete, Nicolás p. 692). De los retablos mencionados el mayor fue perdido en su totalidad, y los de las naves laterales serán ejecutados por Pedro de Rojas en Querétaro, se dice que fueron traídos por el Camino Real, para ser montados en el lugar en donde ahora los vemos.
Como nos podremos dar cuenta, el templo y convento agustino de San Juan de Sahagún en Salamanca tiene una historia larga y compleja. Fue afectado a lo largo de la historia por los acontecimientos que se daban en el reino y en la región. Se pensó incuso en trasladarlo a Valle de Santiago, vendría después, poco a poco, los años de florecimiento hasta luego ser afectado por las leyes de amortización que afectarían a todas las órdenes de tal manera que, incluso, se propició el movimiento de independencia. Vendría luego la Reforma y los agustinos perderían el dominio sobre los claustros, su propiedades serían rematadas y, el proyecto de la Universidad sería olvidado totalmente.
Justo honor necesita en Salamanca que sea rescatado el nombre de Antonio de Elejalde y Vergara, el diseñador del templo agustino y del claustro menor. Justo será saber que la influencia ejercida por los vascos en Salamanca está tan presente que día a día la seguimos admirando.
Fuentes:
1.- De Santiago Silva, José. El templo agustino de san Juan de Sahagún en Salamanca. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2007.
2.- Basalenque Diego de. Los agustinos, aquellos misioneros hacendados. Heriberto Moreno García. Conaculta. México, 1998.
3.- De Santiago Silva, José. Op. cit
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