Esto que ahora vemos es el producto de tres meses de estar buscando en todos los sitios electrónicos imaginables, de consultar con tres historiadores de profesión y uno de afición y sobre todo, de esclarecer una duda que hay sobre la propiedad de la única casona del siglo XVII que sobrevive en Salamanca, la llamada "Casa del Inquisidor". De esa señorial casa estamos viendo parte de su patio central, el cual ha sido dividido del lado derecho y mutilado del izquierdo; hechos lamentables pues sin lugar a dudas este es un muy buen ejemplo de la arquitectura civil difundida por el Bajío y de la que quedan pocos ejemplos, en Salamanca, seré reiterativo, solo queda una, que es la que hoy nos ocupa.
Y más que la casa en sí son los muy particulares elementos decorativos que encontramos en la parte alta de la columna de donde surgen los arcos del patio central. Allí aparecen intercaladas dos figuras muy representativas del País Vasco: Un árbol, más específicamente, un roble y un león viendo de frente.
Pensé primero que esto que ahora vemos representaba una granada, esto debido a la asociación de ideas con el escudo español en donde además de la granada aparece también el león, solo que allí hay más cosas. Además la granada tiene una forma muy específica y se representa redonda, con apenas una hendidura o herida que la propia naturaleza hace para mostrar la riqueza de su interior, y aquí se nos está representando, más bien, la copa de un árbol. Como sudede en muchos elementos decorativos de esa época, encontramos el acanto, rodeando a la figura central del decorado. Esa forma más que una granada sugiere ser un roble, considerando que en euskera "aritz" es roble. Aritzaga o Arizaga es robledal, y ese es precisamente uno de los apellidos de los que fueran por tres generaciones alguaciles mayores del Santo Tribunal en Salamanca. Hay una gran posibilidad de que este árbol aparezca estilizado o mal representado, en alusión al apellido, y también al origen geográfico, ya que ese bien podría ser el árbol de guernica.
Efectivamente, al comparar el escudo actual de Vizcaya, en el cual aparece representado un roble con una copa muy bien definida, redonda, la cual, vemos también en esa representación hecha en cantera. Los robles son cosa nada común en el Bajío y el cantero que trabajó las piedras al recibir la instrucción de representar un roble, en menudo problema estaba, ante la descripción que, seguramente le hicieron del árbol, él lo interpretó en la forma tan primitiva que hemos visto. Pero ¿el león?
Si nos ubicamos en los zapatos de ese cantero del siglo XVII al cual le dijeron de representar un león, el cual, luego de interpretar un árbol, ahora tenía la encomienda de un bestia que jamás había, ni siquiera oído hablar de ella. Quizá le presentaron algún dibujo heráldico de un león, pero, regularmente el león está de perfil. En este caso debería aparecer de frente. Tal vez le dijeron que un león era como un gato pero más grande y que tenía una especie de bufanda al rededor del cuello, que tenía una cola tan larga como medio cuerpo y no más.
Y este fue el resultado de un león, luego de la descripción que, insisto, seguramente le hicieron. Pero, estamos ante una nueva interrogante. Si en toda la heráldica aparecen leones, rampantes, erectos, pero siempre de perfil... ¿por qué en este caso debería aparecer de frente?
Resulta que, desde el siglo XV y hasta el XIX, el escudo que representaba a los Señores de Vizcaya incluía un león, el cual se presentaba de frente; leemos en Wikipedia: "En 1986 se suprimieron algunos elementos de dichas armas; en concreto, dos lobos pasantes de sable (negro), ambos cebados de un cordero de su color, que fueron el símbolo de la Familia Haro y un león, de frente, soporte del escudo que asomaba la cabeza".
Así pues, creo nos estamos aproximando cada vez más a una parte de la historia de Salamanca que menos ha sido estudiada y que la vemos todos los días al pasar por las calles de Allende y 5 de Mayo, en donde se ubica esa "Casa del Inquisidor", la cual, nos muestra estos elementos de la heráldica de la Vizcaya, la cual nos confirma que, efectivamente los Elejalde y Arizaga fueron quienes levantaron tan esplendida casona.
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