Estamos, una vez más, frente a la Parroquia Antigua, el segundo templo que, arquitectónicamente, es el más interesante, luego del de San Agustín. Se le denomina como Antigua debido a que desde la fundación de la villa hasta la primera década del siglo XX fue el templo principal, luego quedaría oficialmente como Templo de la Santísima Trinidad, pero, con ese nombre, nadie lo conoce, todos seguimos nombrándolo con el nombre tradicional: Parroquia Antigua.
Hasta la fecha no se ha hecho, que yo sepa, un estudio a profundidad del templo desde el punto de vista arquitectónico, cosa un poco difícil de desarrollar dado que sus nichos están vacíos, se dice que nunca se colocaron en ellos imagen alguna. El nombre original del templo fue el de San Bartolomé, debido a que la villa fue fundada bajo su patronazgo, quizá su imagen sería colocada en el nicho central, pero, a sabiendas que la veneración original en Salamanca, antes de ser villa era hacia Nuestra Señora de la Asunción, tal vez era esa advocación la que iría en el mencionado nicho. En los laterales tal vez iría, como era la tradición, San Pedro y San Pablo, será interesante deducir quienes pudieran haber sido representados en los otros seis nichos. Datos no hay.
El templo, se dice, fue construido de 1630 a 1690, sesenta años que tardó su construcción nos muestra claramente que no había recursos en la villa, eso lo sabemos bien, pues no fue hasta casi finalizar el siglo XVII que las construcciones se comenzaron a relazar en una forma más rica debido a que fue hasta ese entonces que la industria textil se instaló en el lugar, por ende los recursos comenzaron a fluir. De la autoría de tan soberbia fachada no tenemos el dato, como quiera mantiene todo el estilo de la época.
Vemos una ornamentación profusa, columnas del tipo estípite ricamente decoradas con frutos, notamos ya ese mestizaje que se dio; aparecen granadas y uvas; los pelícanos son seis y de los rostros que allí están son un buen número: treinta y cuatro.
El arquitecto encargado de la obra, de nombre desconocido, trajo, seguramente, canteros de algún sitio próximo, quizá Querétaro; ese dato tampoco lo conocemos. La piedra se trabajó con precisión, los rostros se elaboraron artísticamente y con conocimiento del oficio, se concluyó una hermosa fachada pero, tal vez la falta de recursos impidió que se terminara por completo. Solo se terminó la primera parte de la torre oriente. Entraría luego el siglo XVIII y los ojos se pondrían en el templo de San Agustín en donde ya se contaba con un recinto concluido más grande e imponente.
Incluso la fachada lateral de la Parroquia fue ricamente decorada. Pero hubo un detalle, un detalle que ha pasado casi inadvertido a nuestros ojos: las ventanas octagonales de la fachada principal.
Esta es la ventana del lado derecho (oriente), vemos claramente que se mantiene el trabajo de cantera bien elaborado y preciso. Las hojas de acanto, dentro de su rebuscada sencillez aparecen dispuestas en forma de cruz... o de los cuatro rumbos, si es que queremos mantener la idea de los antiguos mexicanos. Hasta aquí todo embona, en cuanto a habilidad artística se refiere.
Al ver la ventana del lado izquierdo (poniente) notamos un brusco cambio en cuanto a definición en las hojas, esto nos indica que esos hábiles canteros ya habían partido de la villa de Salamanca y esos detalles finales se los dejaron a los locales, los cuales, dado que estamos en una zona totalmente llana en donde la piedra existente es el tezontle, la habilidad en la talla de cantera era, practicamente, nula.
En cambio, en la misma posición, pero del lado izquierdo vemos como ya la interpretación que se dio fue una un tanto cuanto primitiva. Bien podemos entender aquí que la construcción de ese templo había sido casi abandonada y jamás sería finalizado.
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