Quizá sea el Cura Luis Saavedra el personaje más conocido y destacado de la villa de Salamanca en mitad del siglo XIX. Poco después vendría Echegoyen, para fungir como Alcaide de la Cárcel Estatal que se instaló en el claustro mayor del Ex convento agustino, el se convertirá en otro de los personajes famosos. Don Pedro González Gasca sería otro de los ilustres de ese siglo, él ya un poco más adelante y ya casi por concluir los 100 años más complicados de México. Pero no fueron solamente ellos quienes formaban parte de los ilustres, había muchos más, solo que, poco los hemos estudiado. Uno de ellos, el Licenciado don Juan Bautista Morales, mejor conocido como "El Gallo Pitagórico". Aparentemente fue propietario para 1864 de la Hacienda de Temascatío, aparece también, en las mismas fechas, como propietario de la Hacienda de Tupátaro en Cuerámaro. Pero, al leer la biografía del licenciado Morales, nos topamos que, si por algo brilló, independientemente de sus dotes satíricas al escribir su obra más conocida, de su irreprochable honestidad, dicen, además, que murió en la pobreza, por lo que, me queda la duda, si fue un homónimo suyo quien poseyó en el tercer cuarto del siglo XIX, las mencionadas haciendas.
"Una de las primeras cuestiones que llama la atención es el origen de los diputados elegidos en la entidad. Es abrumadora la presencia de originarios y residentes en la ciudad de Guanajuato y de personas con formación profesional en la abogacía. José Espinosa de los Monteros y Juan Bautista Morales, en ese momento ministro de la Suprema Corte de Justicia, radicaban en la ciudad de México, pero seguían manteniendo vínculos con su terruño, el primero a través de lazos de parentesco, pues miembros de su familia ejercían importantes puestos en la administración pública de la entidad, como Pantaleón Espinosa de los Monteros, secretario de gobierno y tesorero general en repetidas ocasiones. Batista Morales provenía de una cuna humilde y pese a radicar en la capital del país, conservó su interés por Guanajuato, como lo evidenció su insistencia en que el gobierno departamental fuera el administrador de la casa de moneda local, cuando fue gobernador en 1845. Otra característica que se debe observar es la experiencia que poseían en el mundo de la política, tanto en juntas departamentales, congresos locales y nacionales". (1)
"Motivo de escándalo y de diversos comentarios en aquellos días fue la muerte de don Juan B. Morales, anciano respetable por su ciencia y patrióticos antecedentes, acaecida el 29 de Julio. Originario de Guanajuato, en donde vio la luz primera el 29 de agosto de 1788; miembro del Congreso Constituyente en 1824, gobernador de su Estado, senador en varias legislaturas, teólogo, jurista, profesor de derecho canónico, periodista desde los primeros años de la Independencia, escritor satírico de indisputable mérito, presidente de la Suprema Corte en la época de su fallecimiento, de honradez acrisolada y de convicciones liberales profundísimas y nunca desmentidas en su larga carrera, don Juan B. Morales gozaba de una reputación justamente adquirida que le había conquistado las consideraciones de toda la sociedad mexicana". (2)
"He aquí un artículo que a su muerte escribió don Francisco Zarco, en el cual podemos decir que no hay una sola palabra de exageración:
"En su juventud, no bien había concluido su brillante carrera literaria, cuando se unió a los insurgentes, tomando parte muy activa en la independencia. Sincero republicano, no quiso contribuir al restablecimiento del imperio, y desde entonces fue el blanco de injustas persecuciones, que sufrió con resignación y constancia. Restablecida la República, figuró en el Congreso Constituyente de 1824, defendió la libertad y los derechos del pueblo, y joven todavía, por el voto de los Estados fue elevado a la magistratura.
"Consagró su vida entera al servicio de su país con desinterés y desprendimiento, y decirse puede que no tuvo un día de descanso. Como magistrado y como abogado, defendió en el foro la justicia y dispensó amparo paternal a todos los desvalidos. Como legislador, se distinguió por la firme consecuencia de sus principios y por la invencible energía de su carácter. Como catedrático, defendió la instrucción en la juventud disipando las preocupaciones y enseñando con asiduidad y empeño la jurisprudencia, los cánones, la teología, la filosofía, la retórica y las bellas artes. Como literato, dio honor al periodismo; jamás esquivó la responsabilidad de sus producciones; ilustró las más arduas cuestiones; combatió contra todas las tiranías; defendió la libertad, el progreso y la religión; fue muy notable como escritor de costumbres; se hizo popular con su Gallo Pitagórico, sacrificando tal vez algo de su misma fama; acomodó su estilo a las inteligencias más medianas, porque, según decía, escribía para el pueblo, y nunca expresó sino sus más íntimas convicciones. Antiguo redactor del Siglo, a pesar de su edad avanzada y de sus dolorosas enfermedades, vino en nuestro auxilio al triunfar la revolución de Ayutla, para defender los buenos principios, para contrariar las tendencias de la reacción, y la respetable autoridad de su nombre tranquilizó a los espíritus tímidos, dio prestigio a ciertas medidas, defendiendo la abolición del fuero eclesiástico y las grandes reformas que proclama el partido progresista. Nos ilustró siempre con sus consejos; nos guió con sus advertencias, y la imperturbable serenidad de su espíritu, en medio de las crisis más tremendas, nos sirvió siempre de consuelo y esperanza.
"Católico ferviente, fiel observante de todas las prácticas religiosas, como hombre privado era un modelo de esposo y de padre de familia. La honradez sin ostentación, la resignación y la fe formaban el fondo de su carácter, en el que había algo de candor y de inocencia infantil.
"Este hombre, que como profesor hubiera hecho su fortuna en cualquier otro país; que como escritor pudo traficar con su pluma; que como magistrado pudo acumular tesoros en épocas de corrupción, vivió siempre pobre, pero contento; en la miseria pero gozando de la tranquilidad de una conciencia sin mancha. El primer funcionario en el orden de nuestra magistratura, muere sin legar a su numerosa familia más legado que el de su fama y el de su gloria.
"Cuando se extingue una de estas existencias que fueron todas de prueba y de trabajo; cuando descansa en la tumba uno de estos apóstoles de la libertad y de la civilización, no hay más consuelo que la fe en una vida mejor". (3)
La duda me queda: ¿será el mismo Juan B. Morales, "el Gallo Piagórico", el mismo que el Licenciado Juan Bautista Morales, propietario de la Hacienda de Temascatío haca 1864?
Fuentes:
1.- Preciado de Alba, Carlos Armando. Calse política, elecciones y estructuras legislativas. Guanajuato 1833-1853. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2009. pp. 86-87
2.- Riva Palacio, Vicente. México a través de los siglos. Tomo IX. Editorial Cumbre, México. 1984. p.173
3.- Zarco, Francisco. Pueblicado en México a través de los siglos. Tomo IX. p. 173
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