El Diezmo era el pago que se hacía a la iglesia del diez por ciento de los ingresos que cada quien tenía anualmente, para su recolección (por no decir que cobro) se valían de los registros que cada parroquia levantaba de los habitantes de su región, de allí que esos documentos, en la actualidad, se hayan vuelto enorme fuente de información en cuanto a genealogías, incrementos o decrementos poblacionales y desarrollo que van teniendo las fundaciones que pueblos y villas van teniendo. En el caso de Salamanca contamos con uno de estos padrones que se levantaron en 1683, el cual es el más antiguo (al menos de los que conozco) y para entonces se dice que en la villa había 802 vecinos. Documentos más antiguos, según refiere Carrillo Cázares, son pocos los que mencionan a Salamanca, uno de ellos, el levantado por el fraile Issay, dice que no había más de veinte habitantes en la villa. Como quiera, en la zona rural la población era más numerosa, pero no contamos con el dato.
En esta relación de recaudaciones por el Diezmo en el Obispado de Michoacán, al cual pertenecía Salamanca, vemos como son cada vez mayores las colectas, especialmente al comenzar el siglo XVII, cuando Salamanca estaba fundada como curato y se había vuelto cabecera o diezmatoria.
"Las cifras anotadas deben tomarse como aproximaciones que reflejan un movimiento o tendencia determinada y no como cifras exactas pues en verdad resulta difícil de creer que las cuentas anuales fueran precisas, ya que a menudo los propios documentos de diezmos señalan la falta de algunas cantidades por ajustar. Es importante resaltar la gran inestabilidad registrada durante todos estos años, de manera que podemos suponer, de acuerdo a las cifras dadas, que durante la mayor parte del siglo XVI la diócesis de Michoacán padeció serios problemas económicos para sufragar sus gastos y no fue sino hasta la primera mitad del siglo XVII cuando, al igual que otras diócesis novohispanas, pudo consolidarse en el aspecto económico, merced a buena y suficiente recaudación de diezmos.
"El sistema de recaudación diezmal era bastante complejo e implicaba todo un proceso cuya importancia no radicaba tanto en la recaudación misma de los frutos, sino en la conversión de éstos a capital líquido. En este sentido, resultaba imposible que los ministros ecelsiásticos pudieran llevar a cabo por sí solos todo el proceso y asegurar una ganancia considerable, de tal manera que, por lo común se recurrió a todo un sistema de organización y arrendamiento de los diezmos con el fin de hacer más fácil su manejo y de asegurar una ganancia redituable para la iglesia.
"En realidad, las diócesis se dividían para ello en varios diezmatorios o cabeceras especiales que se arrendaban a particulares, cuya gestión les proporcionaba una ganancia en caso de que la recaudación de diezmos fuera buena, pero podía llevarlos a la ruina si sucedía todo lo contrario. Por ejemplo, a un arrendador se le otorgaban los diezmos de Pátzcuaro en 2 mil pesos, cantidad calculada por la Iglesia para ese diezmatorio; si la recaudación era superior a esa cifra el arrendador se quedaba con el excedente, pero en cambio, si el monto era inferior a los 2 mil pesos, el arrendador debería cubrir de su propia bolsa la diferencia. Para ello, se celebraba contrato por escritura y el arrendador depositaba un considerable número de fianzas.
"Un documento de 1635, señala las 15 cabeceras o diezmatorios en que al parecer se dividía el obispado de Michoacán, menciona además las cantidades colectadas en ese año y en un rubro especial señalaba el monto de los diezmos pagados por los indios. De acuerdo con este valioso testimonio, la región que más aportaba era la del Bajío, seguido de la zona central de Michoacán y por último la Tierra Caliente; las cantidades se dividen así:
Fuente:
1.- León Alanís, Ricardo. Los orígenes del clero y la Iglesia en Michoacán 1525-1640. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.- IIH. Morelia. 1997. pp. 282-284.
Tabla: ACCM. Actas de Cabildo, vol. 4 años 1635-1638 f.31
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