Han sido muchas las tradiciones orales que se han ido pasando durante estos más cuatro siglos en torno a la llegada del Cristo Negro del Señor del Hospital, al que estas mismas tradiciones nos han dado el nombre, siendo el original el Cristo de los Agonizantes, o el Cristo de Acualmetzli, hay una sola versión, la que el Padre Marañón rescatara de esa tradición oral que ubica al Cristo en Tlatelolco para luego llegar a Xilotepec y de allí a Salamanca. Habrá necesidad de profundizar aun más, de consultar más libros y de investigar en antiguas relaciones si el Cristo Negro fue creado en Pátzcuaro o, como se presume, vino de España con los primeros Franciscanos.
Sea una cosa o la otra, la devoción que se fue creando en Salamanca irradió a toda la región. Muchas peregrinaciones llegaban de poblaciones cercanas, sobrevive aun la que puntualmente visita en los días de Semana Santa procedente de Irapuato, con la misma puntualidad gente de las comunidades rurales del municipio de Salamanca llegan a visitar al Señor del Hospital el Martes o Jueves Santo, según lo marca la tradición.
He sido testigo de los frecuentes pagos de mandas, de cómo algunas personas, fieles devotas, entran de rodillas a lo largo del templo para agradecer alguna intervención en la que seguramente el Señor del Hospital actuó benevolentemente.
Hace poco me contaban de que hubo en los años sesenta, aunque la fecha no es precisa, una colecta entre la gente de Salamanca con el fin de cambiar la campana principal, hubo quién donó monedas de plata, mismas que fueron fundidas junto con todo lo colectado para darle un baño a la campana y mejorar su sonido, este comentario vino en relación a la duda que hay del paradero de los ex votos que adornaban las paredes del Templo del Expiatorio, no solo eso, sino también eran cientos de los llamados “milagros” esas pequeñas piezas doradas que la gente con devoción coloca en la imagen del Santo elegido en señal de agradecimiento por la sanación de alguna mal del cuerpo, un brazo, una pierna, se pensaba que esos “milagros” habían sido fundidos junto con las monedas de plata, pero no creo haya sido así, ya que en el actual Baptisterio hay una buena cantidad de ellos, que han sobrevivido al paso del tiempo, quizá sea la costumbre de entrar a la Parroquia sin poner mucha atención a lo que allí existe, pero esos cientos de milagros son testimonios de la enorme devoción que el Cristo Negro del Señor del Hospital de Salamanca tiene.
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