Uno de los personajes que encierran un cierto halo de misterio en la Salamanca del siglo XIX es el conocido como Padre Marocho, incluso hay una calle, que lleva su nombre en esta población. José María Marocho era su nombre, nació en Morelia y profesó con los padres agustinos, de su vida nos da cuenta José Rojas Garcidueñas de este modo:
"El célebre padre fray José María Marocho nació en Morelia el 18 de maro de 1792; estudió latín con los agustinos y luego las humanidades en el Seminario Conciliar; decidió luego entrar en la Orden de San Agustín y en ella profesó en 1814, lo enviaron a Guadalajara donde estudió teología y otras materias con el doctor fray Joaquín de Valdecañas; “allí se hizo su apellido de Marocho sinónimo de sabio”, escribió años después su biógrafo fray Angel Gasca. Recibió las ordenes sacerdotales en 1820 y luego fue destinado a la predicación y al magisterio en Morelia, Querétaro y Celaya, donde fue prior en 1830. De sus años más importantes dice el cronista: Salamanca le atraía como un imán misterioso, como si allí estuviese su verdadero centro. Pensaba él sin duda en el antiguo proyecto de la Universidad Agustiniana y por eso, al enviarlo allí de vicario prior el Capítulo Intermedio de 1832, lo primero que hizo fue emprender el decorado general del monasterio...
"Preparado el edificio, siguió luego el ensayo universitario. El capítulo de 1834 lo eligió primer definidor, siendo provincial el padre García Trillo, con quien trabó la famosa polémica sobre los bienes inmuebles de la provincia, aconsejando Marocho su venta inmediata, pues previó el despojo que vino veinte años después. No obstante la divergencia de opiniones, García Trillo le permitió que abriese el Colegio de Salamanca y, para darle mayor facilidad de acción, lo propuso y fue electo vicario prior y lector de Teología. El 25 de enero de 1835, se hizo la solemne apertura del plantel, con una misa de tres ministros y una pulcra oración latina del regente Marocho, digna de una gran Universidad. No se limitó al curso teológico, sino que amplió la docencia a la filosofía y a las humanidades, para toda clase de alumnos, aun los que no tenían el propósito de seguir la carrera eclesiástica...”
"En sus últimos tres años, 1840 a 1843, “entregado, con heroico ahínco a la cátedra, a la predicación, a las realizaciones artísticas (se refiere a pinturas al óleo, retratos y asuntos religiosos), al estudio del Derecho y de la Sagrada Escritura y a las mil consultas que le llovían de todas partes, el cuerpo se fue gastando lentamente y no pudo resistir la última prueba...” Estas últimas palabras se refieren al Capítulo de 1842 en el cual fue propuesto Marocho para ser provincial y fracasó ante enconados y terribles ataques que mucho lo amargaron, asunto al que luego me referiré. El padre Marocho murió en el convento de Salamanca el 18 de marzo de 1843; fue enterrado en una cripta de la sala De Profundis, junto a la sacristía, pero treinta años después fue exhumado por orden del general Echegaray, encontrándolo momificado fue enviado el cuerpo a Guanajuato dizque para ser analizado; logró rescatarlo allá el padre Garcidueñas, que había sido su discípulo y entonces era cura párroco de Guanajuato y le dio sepultura en la capilla de Santa Faustina de su parroquia". (1)
Con esta idea nos fuimos a Guanajuato para ubicar la tumba en donde, se dice, fue enterrado, justo en el altar de Santa Faustina, la cual vemos en la segunda, tercera y cuarta fotografía, pero nada hay allí, quizá en laguna de las restauraciones del Iglesia Matriz, como se le decía a la Colegiata de Guanajuato, la tumba fue eliminada pero, al leer con atención el texto de Rojas, nos dice que fue sepultado en la capilla de Santa Fasutina, no en el Altar de Santa Faustina.
En la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato hay una capilla lateral, pero está convertida en Museo Mariano, no sé si sea allí en donde estuvo (o sigue estando) el cuerpo, dicen que momificado, del Padre Marocho, un enigma más que agregamos a su vida la cual dejó gran impacto en Salamanca, por un lado porque el tenía la firme idea de fundar la Universidad Agustiniana, que llevaría el emblemático nombre de Universidad de Salamanca y, por el otro, esa habilidad de vidente que, se dice, tenía. Al grado tal que era consultado por encumbrados personajes de la política de entonces.
Para saber más sobre el Padre Marocho, recuerda que ya tenemos disponible la reedición del libro Salamanca: Recuerdos de mi tierra guanajuatense. A la venta en la Librería Minerva de la calle Juárez, en el centro histórico de Salamanca, Guanajuato.
Se dice que este es el retrato de fray José María Marocho, de quien su cuerpo momificado, fue enviado a Guanajuato, pero en Guanajuato aun no hemos podido localizar el sitio en donde descansan, en santa paz, sus restos, en una próxima visita que hagamos a esa ciudad, haremos una investigación más profunda con el fin de encontrar ese lugar en donde descansa...
Nota: Todas las fotografías que aparecen en este artículo, fueron tomadas en la Basílica de Nuestra Señora de Guanajuato.
Fuente:
1.- Salamanca. Recuerdos de mi tierra guanajuatense. Editorial Porrúa. México, 1982. pp.100-101.
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