“En 1893, Zacatecas comenzó la restauración de su Catedral histórica. El señor don Rafael León fue designado el contratista general para llevar a cabo dicha restauración. Fue su decisión que se hicieran tres murales grandes; uno en el fondo detrás del altar principal; y dos más, uno a cada lado de las naves laterales. El mural detrás del altar fue asignado al distinguido artista Manuel Pastrana, quien se había titulado en la Academia de San Carlos de la ciudad de México. Los murales para las naves laterales fueron comisionados al profesor Cleofas Almanza, un distinguido artista de renombre, graduado de la misma institución. Pero a la medida que el trabajo de la primera nave progresó lentamente, saltó a la vista que el profesor Almanza no iba a completar a tiempo la obra La Agonía en el Jardín de la segunda nave. Consciente del talento inusitado del joven Candelario Rivas de apenas diecisiete años, don Rafael León le asignó el mural restante. Esto resultó el primer gran éxito de Candelario; él ganó la alabanza del periódico local, y de allí en adelante fue reconocido como “el artista zacatecano”. (1)
Con esa intención fuimos a Zacatecas, la de ver el primer trabajo logrado por Candelario Rivas. Al entrar a la Catedral se recibe un fuerte impacto dadas las dimensiones del recinto, por un lado y, por el otro, luego de ver el intrincado barroquismo de su fachada, vemos un templo sobrio con un decorado excepcionalmente limitado pero de fuerte belleza… solo que no encontramos el lienzo que nos motivó conocer el lugar. Al preguntar al Cronista Adjunto de Guadalupe, Zacatecas, Víctor Manuel Ramos Colliere al respecto, nos comenta:
“No recuerdo con detalle de que se trata el óleo que está sobre las cómodas de la indumentaria de los obispos en la sacristía de Catedral, solo recuerdo que está algo deteriorado y que es la pintura sobreviviente de la época de los telones-murales. La primer nave, situada al norte, siempre ha sido la del Señor de la Parroquia y la nave sur la de Nuestra Señora de los Zacatecas, sin embargo, en las fotografías no se muestran murales, más que uno monumental que cubría toda la pared de fondo del presbiterio de la nave principal y era alusivo a la Asunción de la Virgen María, que era de Manuel Pastrana, en la década de los 20s del siglo pasado, fue retirado para poner un ciprés de mármol de Carrara, mismo que en la década de los 70s fue retirado para dar lugar a una sillería coral, misma que paso a mejor vida hace ya un año, cuando se estrenó el altar de Javier Marín que luce en la actualidad. La sacristía es la misma, mismos muebles, mismo acomodo, solo se restauró la decoración cuando era obispo el actual Cardenal Javier Lozano Barragán”.
Sabemos muy bien lo apegado que era Candelario Rivas a la religión Católica, el mural en el que trabajó representaba una escena que está dentro del Evangelio de San Lucas (22, 39-46). Si recordamos, toda la temática que desarrolló Rivas, años más tarde en El Señor del Hospital en Salamanca giraba en torno a lo escrito por el mismo evangelista. Así pues tenemos que La agonía en el jardín es el primero de los cinco Misterios Dolorosos, que es el rosario que se reza martes y viernes.
Los Misterios Dolorosos
1.- Agonía del Señor en el Jardín de Getsemaní
2.- La flagelación
3.- La coronación de espinas
4.- Jesús carga la cruz
5.- La agonía y muerte de nuestro Señor.
Sabemos bien que los pintores de la segunda mitad del siglo XIX tenían por norma usar copias de los más afamados pintores europeos, Rubens entre otros, la obra de Rivas se basa mucho en el manejo del claroscuro y en una dulzura en los rostros, podremos imaginar en esta base como habrá sido la escena que él realizó de La Agonía en el Jardín, la cual ha sido desarrollada por muchos de los pintores más reconocidos del renacimiento: Andrea Mantegna. Tintoretto, Bellini y el Greco, entre otros. Al respecto de la obra de Mantegna (1431-1506) encontramos la siguiente descripción:
La agonía en el jardín es una representación del pasaje bíblico en el que, mientras Cristo reza y sus apóstoles duermen, Judas y un destacamento de soldados se aproximan para apresar al profeta. En esta obra del siglo XV, el pintor renacentista Andrea Mantegna nos muestra el tiempo en distintas duraciones.
El paisaje muestra las capas geológicas que han conformado cada peñasco, cada montículo, a lo largo de miles de siglos. En estas rocas vemos el tiempo de la Tierra. Quizá es un recordatorio de que la historia de los hombres, de apenas unos cuantos miles de años, es insignificante en relación a la historia natural o, si lo ponemos en el contexto cristiano, al tiempo de la Creación.
También encontramos en esta imagen el tiempo más corto de los hombres. El movimiento corporal con el que Judas y los soldados se dirigen al lugar donde se encuentra Cristo sucede en un tiempo "real", sabemos que, en cualquier momento, llegarán a cumplir con la orden de aprehensión.
¿Y cómo calificar la sensación temporal de aquellos que duermen, o de quien se abstrae en un momento de oración? En el sueño, el tiempo se detiene, se mantiene suspendido hasta que despertamos. A veces no podemos saber si hemos dormido una o diez horas. Algo similar sucede cuando rezamos.
Todos estos tiempos confluirán en un momento climático: el apresamiento de Cristo, que parece inevitable. Es interesante notar cómo en el Renacimiento, cuando el Hombre se convierte en el centro del Universo y vuelve a verse al mundo natural con una óptica más cientificista, pudo hacerse este cuadro, en donde el artista hace una alusión directa al tiempo, o la historia, de los hombres y de la Naturaleza. (2)
Fuentes:
1.- http://www.pgmagallanes.com/CRivas/familyhistory_e.htm
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