Hemos oído en distintas ocasiones como fue, a finales del siglo XIX y principios del XX que, Salamanca, destacaba a nivel nacional en la producción de tres cosas: su tela de cambaya, sus rebozos y sus guantes. Pero nunca habíamos oído de que estos productos participaban en las Ferias y Exposiciones Internacionales, mucho menos que habían cobrado premios por la calidad de su manufactura. Hurgando en las bibliotecas digitales, específicamente en la que mantiene la Universidad de Nuevo León, encontramos el listado de las personas y entidades que obtuvieron algún premio durante la Exposición denominada Pan-Americana, celebrada de Mayo a Noviembre de 1901 en Buffalo, Nueva York, en los Estados Unidos.
Esta Exposición se destacó por haber sido el trampolín para la comercialización del producto más novedoso de la época: la luz eléctrica. Si bien en las Exposiciones anteriores, primero la de Chicago en 1893 y luego la de París en 1900, la luz fue el escaparate para dar a conocer a la humanidad de la creación máxima, en ese momento, del ingenio, fue ya en 1901 cuando se pasó a la comercialización de ese innovador producto. Por cierto, si analizas bien el concepto, entenderás el por qué a París se le denomina "La Ciudad Luz". Hemos visto en artículos anteriores sea en este blog o en El Bable, como fue que distintos productos, de diversas regiones de México participaron en estas ferias y Exposiciones, incluyendo también la que se celebró en Nueva Orleáns, en donde México lució su "Pabellón Morisco", mismo que luego se desmanteló para ser trasladado a la Alameda en la ciudad de México y luego fue nuevamente desmantelado para ser colocado en Santa María la Ribera.
Era la época porfiriana, México participaba en todas las Exposiciones internacionales con sus mejores productos, siempre encabezados éstos por la minería, el henequén y el café; pero, además, se llevaba todo tipo de mercancía que cada estado sabía era de primera calidad y se exponía con el fin de obtener pedidos y, evidentemente, generar un ingreso. Dentro de la gran variedad de productos que el Pabellón Mexicano expuso en la Pan-Americana de Buffalo, los guantes producidos en Salamanca recibieron mención honorífica: los de don Manuel Aboites y los de don Manuel Avilés. Habrá que mencionar que este listado incluye otros nombres de la región: a don Rómulo Moreno, del Valle de Santiago se le dio una mención honorífica por sus cigarros. A don Eusebio González, de Celaya, por sus casimires y a S. y J. de Celaya, por sus camisetas.
Para darnos una idea de la importancia de esta Exposición Pan-Americana, basta ver el recinto en donde se realizó y las muchas cosas que a lo largo de seis meses ocurrieron allí, como, por ejemplo, el lanzamiento del japonés, avecindado en Chicago, Satori Kato del café soluble. O ese reencuentro que el nacionalismo mexicano tuvo con don Jaime Nunó, de quién bien sabemos heredamos la música de nuestro Himno Nacional, el cual estaba en el olvido desde su creación hasta ese encuentro dado en 1901 en Buffalo, ciudad donde él vivía y que, al visitar el Pabellón Mexicano es reconocido e invitado a México, para que, el 15 de septiembre de 1901 se interpretara nuevamente el Himno en su presencia.
Esta Exposición Panamericana pasará a la historia negra también pues fue allí en donde el 6 de septiembre el entonces presidente de los Estados Unidos, William McKinley, es asesinado. Pero lo importante ahora para nosotros es saber que Salamanca brilló con sus productos durante la Exposición Pan-Americana de Buffalo en 1901.
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