La fundación franciscana del pueblo indio de San Miguel en 1543, marcó un hito importantísimo en los avances hacia las grandes planicies del norte nómada, pues fuera de este puesto de avanzada ubicado al noroeste de Querétaro, no se habían realizado fundaciones importantes al norte de Acámbaro, punto de arranque de la evangelización franciscana y de la colonización norteña. Desde aquella posición fray Juan de San Miguel, quien logró congregar a guamares, otomíes y tarascos para fundar el pueblo, hizo entradas hasta la región de río Verde, morada de los peligrosos guamares y guachichiles. También desde San Miguel, fray Bernardo Cossin llegó a la vertiente interna de la sierra Gorda y fundó el poblado indio de Sichú, entre San Miguel y el río Verde. Es menester aclarar que los costes de los avances franciscanos fueron cubiertos por las autoridades virreinales, interesadas en lograr que la conversión de los chichimecas impidiera una futura rebelión similar a la del Mixtón.
Hacia la década de 1560 la colonización del Bajío se vio frenada por la guerra chichimeca, y por los intentos fallidos de los virreyes para pacificar la zona: la guerra a fuego y sangre, la esclavización de los indios alzados, y en su momento, la reducción definitiva y/o temporal de bandas de negros y mulatos que asolaban las zonas más remotas de la sierra de Guanajuato.14 No sería sino hasta la época del virrey Enríquez de Almanza (1568-1580) cuando se decidió fundar una serie de poblados-presidio a lo largo del Bajío para proteger las rutas hacia las zonas mineras del norte. Así, la experiencia misma que iba dejando la guerra en las autoridades coloniales, se iba incorporando en las estrategias de poblamiento y de pacificación hasta entonces vigentes. Una de estas innovaciones fue la de llevar indios de las regiones ya colonizadas (Michoacán, Valle de México, Tlaxcala, Jilotepec, Puebla) para que, establecidos junto con los vecinos españoles en las nuevas pueblas, fuesen un ejemplo a los indios hostiles y renuentes a la tutela española; a la vez que estos indios auxiliares también fungirían como tropa selecta en la pacificación de la frontera chichimeca.
El ejemplo más claro de este proceder fueron las numerosas colonias tlaxcaltecas fundadas en todo el norte novohispano y los pequeños pueblos de indios fundados o repoblados alrededor de las nacientes villas, hecho que brindó la posibilidad de que los nuevos poblados indios adquirieran ganado y tierras, base de la futura colonización de las regiones circundantes a las villas y ciudades españolas del norte novohispano, incluido el Bajío. Sólo que en la región abajeña la organización de los pueblos indios tuvo algunos elementos propios. Algunas características particulares del Valle de los Chichimecas fueron las adaptaciones sui generis de la continuidad económica y social que los indios que poblaron esta zona vivieron en sus lugares de origen.
En el Bajío no hubo antecedentes inmediatos de una ocupación previa por parte de grupos sedentarios que desarrollaran una cultura tan avanzada en lo urbano y lo económico como las del valle de México, y por ende tampoco hubo caciques a los cuales se les habría de respetar su derecho a la propiedad de tierras, ni tributarios; no hubo tampoco, al menos antes de finalizar el siglo XVI, pueblos dispersos cuya congregación hubiese sido dolorosa por el alejamiento de lugares ancestrales, o por el abandono de iglesias ya construidas. No existía tampoco el mismo ordenamiento espacial de los antiguos asentamientos indios del valle de México o de
Desde el año de 1602, cuando
Los nuevos vecinos por su parte, recibieron dotaciones de tierra superiores a las concedidas hasta entonces a otras villas. La provisión de tierra alcanzó las cuatro caballerías por cabeza de familia, mientras que las otorgadas en su momento a los fundadores de Celaya y León fueron de dos o tres. El entorno agrario de la nueva fundación se vio enriquecido por el suministro de mercedes de tierra, pues entre 1608 y 1635, se otorgaron cerca de cincuenta y siete en sus inmediaciones.
Por otra parte, las concesiones de tierra otorgadas a los nuevos vecinos fueron igual de generosas que las que se dieron a los fundadores de la villa de Salamanca. Pero la cantidad de vecinos que originalmente se habían asentado en la villa de Salamanca había ido incrementándose, por lo que las tierras otorgadas por
Fuente:
Aguilar Zamora, Rosalía y Flacón Gutiérrez José Tomás. Andar con el hato a cuestas. La fundación de villas y pueblos de indios en el valle de los Chichimecas. Centro INAH Guanajuato. Revista Takwá / Núm. 9 / Primavera 2006 / pp. 53-73
http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/pperiod/takwa/Takwa9/rosalia_aguilar.pdf
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